Extractos vitales.

Desdibujada.

No se va.
La sensación de presión en el pecho, el llanto contenido, el grito ahogado. No se va.
Hasta la fecha era capaz de mitigarlo usando el tiempo en vivir la vida de otros a través de una pantalla o en comer lo que mi cuerpo no necesita. O ambas al mismo tiempo. Pero algo está fallando en mi método.
Algo falla porque ya logro camuflarlo. La falta de aire continua no se disipa, el pensamiento de infelicidad y frustración no queda tapado, la desilusión no se borra.
Busco en google "no me gusta ser médico". Leo las -escasas- historias que encuentro, algunas expresando al dedillo como me siento, algunas que cuentan cómo mejoró su vida cuando decidieron dejarlo.
Y de nuevo me imagino viviendo la vida de esas personas. Percibo el alivio que se debe sentir, la ligereza al haberse quitado semejante peso de encima.
Y de nuevo vuelve mi angustia, llama a mi puerta. Trato de pensar qué haría si yo tomara esa decisión. Trato de recordar qué me gusta. Intento recordar cuales son mis pasiones. Pero no logro llegar a nada. ¿Puede ser posible? ¿Todo este tiempo tratando de silenciarme ha conseguido que olvide cuáles son mis sueños?
Me frustro más, la desilusión es demasiado grande.
No me reconozco. Nada en mí me representa. Ni mi cuerpo, ni mis actos. ¿Quién es esa persona que va por la mañana al hospital? No la conozco. Sé que es una chica maja, aplicada y que muestra interés en todo.
O al menos, lo finge muy bien.
Siempre se me ha dado bien actuar...
¿Tal vez sea ese mi talento?