'Ejercicio 2 ("Para escribir un libro")'

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Para escribir un libro.

                                                                                                                               Abril 19, 2021.

                                                                                 Segundo abril pandémico.

Basta con observar los últimos porcentajes publicados por la Cámara Argentina del Libro, para notar la situación que se encuentra atravesando la industria editorial en estos días. Es notorio el decaimiento de la industria en los últimos años, pero el incremento dado por la pandemia mundial que nos encontramos atravesando podría - estoy fervientemente convencida- dar un final a muchas editoriales, librerías, y esperemos no a escritores/as.
No es intención echar culpas a nada ni nadie, pero es elocuente comentar que en los últimos años el empleo de la tecnología, la expansión que ésta ha conseguido, da lugar a creer que carga con parte de la responsabilidad. Hoy en día no es usual ver niños, jóvenes, o adultos, hacerse un rato para leer un libro. Un libro físico, de tapa dura o blanda, con hojas y tintas. Las horas de ocio ya no son aprovechadas para sentarse a transportarse a las letras; ¿nos olvidamos de lo que se siente ir a otro sitio sin movernos del sillón de casa? Evidentemente, sí.

El predominio de "libros virtuales" no es algo que ayude a los escritores, editoriales o librerías. O sea, no cuenta cuando leas en plataformas virtuales... Hay personas que trabajan horas, días, meses, e incluso años, en historias para llegar a millones de personas (o a dos, o tres), que vive de eso y para eso.
Si bien, antes del primer DNU dictado, las editoriales (previendo la situación dada con el COVID-19) se "organizaron" de forma tal que podrían seguir vendiendo, sin la necesidad de abrir al público. ¡He aquí la "venta virtual"! Se sigue luchando, constantemente, contra una virtualidad dada al miedo/pánico de la gente, la prevención, y la paranoia a nivel mundial, pero se está en busca de encontrar una solución (provisoria o permanente) al déficit de venta editorial.

Tras un año de haber decaído en un 74% de sus ventas, proveedores no pagos, cheques a 90 días, sueldos y alquileres sin pagar, las editoriales encontraron una forma conveniente de seguir ofreciendo sus productos, sin incumplir las estrictas medidas dadas, y amortiguar gastos.

La demanda de libros infantiles fue la más notoria, con la intención de "sacar a los chicos de la pantalla y darles otra opción" durante el encierro. Aunque la contra de esto es que el gasto en libros escolares no fue el mismo, pues las clases virtuales no necesitaron más que archivos PDF's en su mayoría.

Entonces, ¿los chicos son los únicos recreativos, de mente dinámica, que leen y adquieren libros físicos? ¿De leer, de pintar, dibujar, escribir, o completar, y exclusivos de niños (+3/-13)?

Para inculcarle una cultura de lectura a los más pequeños, debemos empezar los más grandes. Si para despejar la mente, invirtiéramos nuestro tiempo (aunque sean 10 minutos, o 1 hora al día) en leer las páginas de un libro, no solo estaríamos aportando y ayudando con toda la industria detrás de ese par de tapas con hojas y tinta, sino también fomentamos la lectura en otras personas. Por curiosidad, por seguir una corriente, o por el motivo que sea, transmitir el mensaje y apoyo, así sea silenciosamente.

Inspirarse a escribir, leer, comprar, o ser parte, de un libro –una historia- es inspirarse a progresar, abrir la mente a nuevos mundos, viajar en épocas de pandemia a lugares lejanos. Encontrar el amor y la ternura, vernos llorar conmovidos por una historia, ese es el objetivo de un libro, un escritor, una editorial, una librería y su librero. El escritor: dar una historia que cale lo más profundo de un ser. El editor: darles la posibilidad a los lectores de conmoverse y emocionarse, y al escritor de lograr su cometido. La librería y el librero: hacerse de las historias necesarias para que el público las adquiera, entregar en mano la que podría ser la mejor historia.

Nadie ayuda, nadie habla lo que con este sector de la industria sucede ¿Por qué no empezar uno con el cambio? Alzar la voz para recomendar un libro, una historia. Regalar un libro, siempre con una dedicatoria en la primera/segunda hoja. Prestar un libro, que sea cuidado y devuelto en la mejor condición.

Alejarse de las pantallas; los niños, adolescentes, adultos, ancianos. Apagar el noticiero, el recuento de contagios, de bajas por coronavirus, delincuencia, inflación, tragedia y más tragedia. Apretar un botón, apagar el televisor, abrir la tapa de un libro y... "capitulo 1".

Ayudar a que no desaparezcan los libros. Que no se extingan la flora, la fauna, las escritoras(es), lectoras(es), las editoriales, las librerías, las historias.

Para escribir un libro, el título del texto. Para escribir un libro, necesitamos una historia, personajes, hoja y lápiz (computadora o celular, lo que mas cómodo quede), tiempo, ganas, y lo más importante: haber leído, como mínimo, un libro.

Calculo que reflexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora