—No puedo creer que me hayas traicionado de esa manera— Oscar colocó una mano sobre su pecho.
Nos encontrábamos camino al restaurante, y mi mejor amigo me estaba reprochando mi magistral abandono y falseo desde que salimos de clases.
—Ya te dije que no sé qué sucedió conmigo, me puso cara de cachorrito abandonado— Al instante sentí mi rostro arder y me arrepentí de lo que había salido de mis labios. Oscar se detuvo bruscamente y me tomó de los hombros.
—¿Qué es lo que está sucediendo contigo mujer? Ten dignidad— Me agitó repetidas veces y prosiguió— No te cacheteo porque estamos en la calle y me tildaran de abusivo.
Enseguida arrugué mi rostro al sentir las partículas de saliva que provenían de Oscar, chocar contra mi rostro.
—Lo siento, me retracto de lo dicho. No volverá a suceder— Supliqué a Oscar por su perdón.
Oscar negó con la cabeza y murmuró algo que no logre entender.
Enseguida comenzamos a caminar de nuevo en dirección al restaurante. Antes de ello, Oscar me había acompañado a mi residencia para por lo menos tratar de lucir decente. Al llegar de la universidad, me duché, me coloqué un vestido color rosa pastel, el cual me llegaba unos tres dedos más arriba de mis rodillas y me coloqué unos zapatos deportivos color blanco. Por lo general siempre solía dejar suelta mi melena larga y rubia, pero en aquel momento de seriedad preferí atarlo en una coleta alta, dejando sobre mi frente aquel típico flequillo que me caracterizaba. Y por último apliqué un poco de maquillaje, sobre mi rostro.
—Debo admitir que te ves hermosa—Oscar pronunció cuando estábamos a punto de entrar al restaurante.
Suspiré hondo y dije.
—Gracias, deséame suerte.
—Rómpete una pierna.
Y sin mirar atrás, empujé la puerta de madera con ambas manos. Aquel lugar era como un paraíso, parecía ser una especie de templo griego o algo por el estilo, las personas que se encontraban trabajando allí lucían muy bien. Las chicas que se suponía que eran meseras parecían mismas Diosas griegas, y sus vestuarios hacían resaltar sus bonitos cuerpos, al igual que los muchachos. Enseguida sentí un cosquilleo en la boca del estómago.
Llegue a lo que se suponía ser la oficina, y allí se encontraba una chica y un chico, entre sus manos sostenían lo que parecía ser un currículum.
Aclaré mi garganta para hablar, pero de pronto se abrió la puerta de la pequeña oficina y de ella salió una mujer de ojos tan azules que parecieron hipnotizar al chico que se encontraba a la espera, y como si supiera del efecto que había causado sobre él, sacudió su larga cabellera negra a un lado y pronunció.
—Bien, que pase el primero— La chica que se encontraba junto a nosotros comenzó a seguir a la mujer y se adentraron en la oficina.
El chico que se encontraba a mi lado me observó una vez estando solos. Aquel chico tenía muchas pecas sobre su rostro por lo cual lucia totalmente tierno, sus ojos eran de color avellana, y su cabello castaño lucia totalmente despeinado y alborotado.
Aclaré mi garganta y pronuncié.
—Supongo que soy la última— Intente sonar lo más amistosa posible.
—Puedes entrar antes de mí, si quieres— El chico respondió con aún más amabilidad y algo que pareció ser ¿coqueteo?
No. En definitiva solo era amable. Me corregí enseguida.
—No estoy muy apurada de hecho—Le sonreí.
—Y yo estoy muy nervioso así que vas tu primero— El chico también sonrió en modo de respuesta.
Suspiré al ver que la chica que había entrado hace unos segundos había cruzado la puerta en forma de salida. Su rostro se encontraba por alguna razón totalmente enrojecido y había una expresión de tristeza en el. La mujer de cabello negro emergió tras de ella y pronunció.
—El siguiente— Y el chico que se encontraba a mi lado me hizo una seña con su mano derecha cediéndome su turno.
Enseguida le lancé una mirada que decía "eres un completo cobarde" y comencé a caminar tras la mujer de cabello negro.
Una vez estuve dentro no pude evitar sentir un revoloteo en el corazón, debido a lo que mis ojos estaban viendo.
Un hombre de al menos unos treinta años de edad se encontraba recostado de lo más natural sobre su escritorio. Su cabello era rubio y caía en forma de hondas sobre sus orejas, sus ojos lucían tan azules como los de la mujer que me guío dentro, sus brazos estaban cubiertos por una camisa de vestir que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, el cual parecía tallado por los dioses. Su expresión era seria y algo severa.
—Bienvenida, toma asiento— Fue lo que dijo antes de sentarse en su silla, hice la misma acción al instante.
—¿Trajiste contigo tu resumen curricular? — Me observó fijamente y enseguida asentí al mismo tiempo que estiraba mis brazos con el pedazo de papel sobre mis manos.
El hombre lo inspeccionó con detenimiento, y comenzó a asentir con su rostro en forma de aprobación.
—Bien, Helena. Me gusta lo que veo, pareces tener experiencia y...— Su voz se detuvo por un momento, su mirada subió desde el papel hacia mí y me observó con detenimiento, su expresión era indescifrable pero luego culminó— Me gusta como luces.
Tragué saliva.
—Entonces, ¿eso quiere decir que tengo el trabajo? — Hice mi mayor esfuerzo por sonar lo más tranquila y segura posible, tratando de no prestarle atención a su ultimo comentario.
En el fondo las piernas me temblaban y no estaba segura de poder seguir sosteniendo su mirada.
—Si— Su expresión dio un giro de 180 grados cuando de pronto una sonrisa cálida se formó sobre sus labios—Comienzas el lunes por la tarde. Sofía se encargará de darte tu uniforme y te hablará sobre cuánto será tu salario— El hombre Pronunció levantándose de su silla y señaló en dirección a la mujer de cabello negro. Enseguida imite su acción y observe a quien se suponía que era Sofía. Esta me dedicó una sonrisa igual de cálida que la de aquel hombre —Por cierto, mi nombre es Cole.
—Es un placer Sr. Cole— Pronuncié apretando su mano. Este me observó con amabilidad y pronunció.
—Solo dime Cole.
Luego de salir de aquella oficina pude sentir un aire de tranquilidad y comodidad. Oscar me esperaba sentado en un pequeño banquito frente al restaurante y entre sus manos sostenía un perro caliente.
—Y, ¿qué tal te fue? — Cuestionó con la boca repleta de comida.
—Tengo el trabajo. — Pronuncié soltando un pequeño gritillo, mientras celebraba con una extraña danza.
Oscar enseguida se levantó y comenzó a celebrar también. Me tomó de la mano y me guio en dirección a un pequeño carrito donde se suponía que había comprado su perrito.
—Te mereces un perro con malta y todo incluido— Enseguida solté una carcajada.
—Eres lo máximo.
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No me quemes
Teen FictionElián. Solo una palabra, un nombre o quizás aquello que quiera que sea él. Su nombre significa "Luz y Resplandor" y proviene del Dios Helio. Santiago. Un nombre, un chico común, un idiota quizás. Su nombre significa "Dios Recompensará" pero el si...