Elián.
Es difícil pretender ser algo que no eres. Para mí, ha sido muy difícil desde que nací. Mi padre, Helios, desde la partida de su hijo Faetón, siempre estuvo triste, desolado, herido, pero luego, estuvo cegado por la ira, el odio, y dolor. Hasta el día en el que llegué. Mi padre, me crío a sus alrededores, en el olimpo, aunque sea algo difícil de creer. En consecuencia, mis días de niñez se hicieron eternos. No hacía más que ver a lo lejos como las personas se divertían en la tierra. No hacía más que observar a mi presa desde lo alto, allá donde lo irreal para muchas personas, era totalmente real.
A medida que iba creciendo, mi odio hacia los humanos cada vez aumentaba más, quería ser como ellos, quería divertirme, quería disfrutar. No puedo decir que soy como mi padre, eso sería totalmente estúpido, mi padre, fue el resultado de la unión de dos titanes, Hiperión y Tea. Así fue como se dio la creación del Dios Helios.
Por mi parte, no soy más que el simple resultado de la mezcla entre un mundano y la sangre de mi padre, Helios. Mi madre es un misterio para mí, nunca recibí su amor, nunca recibí su cariño. Por un largo tiempo, aquel odio, y aquella tristeza que acumulaba en mi corazón, era producto de todo lo que anhelaba tener, pero, mi vida se fue en llamas, cuando me enteré que mi madre nunca pudo siquiera llamarme hijo, debido a que mi padre habría acabado con su vida una vez ella me dio a luz.
Quizás en este punto de la vida me encontraría muy jodido, pero quizás lo estaba ocultando muy bien.
Entonces, allí era donde estaba yo. La humedad de la madera se fundía con la tela de mis jeans, pero eso no me preocupaba en lo absoluto. Mis rodillas estaban flexionadas, y mis codos se encontraban apoyados sobre mis rodillas, mi mano derecha sostenía un cigarrillo, el cual impregnaba el ambiente, mezclándose con el olor a tierra mojada, mi vista se perdía sobre el oscuro lago, como si tratase de hallar respuestas sobre el.
El sonido de la puerta de mi auto me sacó de pronto de aquel pequeño trance en el que me encontraba. Giré un poco la cabeza, y mis ojos se encontraron con ella. Lucía asustada, lucía agitada. Su respiración parecía irregular ya que su pecho subía y bajaba desesperadamente. Enseguida me levanté y lancé el cigarrillo a un lado. Helena parecía asustarse a medida que me acercaba a ella.
—¿Sucede algo? — Mi voz salió como si realmente estuviese preocupado.
Ella me observó con sus ojos azules, parecía estar al borde del llanto. Helena negó con la cabeza y sus labios se abrieron en un intento fallido de pronunciar algo. Enseguida la tomé del brazo con una mano, y con la otra la sostuve alrededor de la cintura, cuando estuvo a punto de caer al suelo. Ella jadeó tratando de encontrar aire.
—Creo será mejor que regresemos. — Dije abriendo la puerta del auto nuevamente, la ayudé a sentarse sobre el asiento del copiloto y enseguida me senté sobre el asiento del volante para emprender de nuevo a la residencia.
El camino estuvo en silencio, un silencio que parecía incomodarla, ya que en algún punto, ella pronunció con voz suave y cansada.
—No quiero apurarte ni nada, pero...— Se detuvo un momento y pude notar como jugaba con sus manos— Me estoy haciendo pis.
Enseguida volví a mirar el camino, y pisé el acelerador. Pero, como si el destino estuviese a su favor, pasamos justo en frente de una gasolinera.
La observé una vez me estacioné cerca. Pero ella me fulminó con la mirada, y suspiró resignada.
—Vamos, es peor que aguantar, todavía falta mucho camino. — Forcé una sonrisa.
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No me quemes
Teen FictionElián. Solo una palabra, un nombre o quizás aquello que quiera que sea él. Su nombre significa "Luz y Resplandor" y proviene del Dios Helio. Santiago. Un nombre, un chico común, un idiota quizás. Su nombre significa "Dios Recompensará" pero el si...