El sol G2 comenzó a levantarse cegador sobre el recto borde negro del anillo. Su brillo les hirió los ojos, hasta que el kzin accionó un polarizador; y entonces Luis pudo mirar hacia el disco y descubrió una pantalla que cortaba su arco. Una pantalla cuadrada.
- Debemos tener cuidado - advirtió Nessus -. Si igualamos velocidades con el anillo y nos asomamos a la superficie interior, nos atacarán sin lugar a dudas.
Interlocutor le respondió con un rugido entre dientes. Seguramente el kzin comenzaba a estar cansado tras tantas horas de permanecer sentado junto a la herradura llena de mandos.
- ¿Con qué arma nos atacarán? Ya hemos comprobado que los anillícolas ni siquiera poseen una emisora de radio en funcionamiento.
- Imposible adivinar su forma de comunicación. Tal vez empleen la telepatía, o el eco de ciertas vibraciones sobre el suelo del anillo, o impulsos eléctricos transmitidos por medio de cables metálicos. Igualmente, lo ignoramos todo sobre su armamento. Nuestra presencia sobre su superficie podría interpretarse como una grave amenaza. Emplearán todas las armas disponibles.
Luis asintió. No era cauto por naturaleza y el Mundo Anillo había picado su curiosidad; pero el titerote tenía razón.
Si el «Embustero» se ponía a planear sobre la superficie, se convertiría en un meteorito en potencia. Y nada despreciable. Una masa de esas dimensiones ya representaba un peligro infernal a mera velocidad orbital; en efecto, el más leve contacto con la atmósfera lo haría precipitarse hacia abajo a varios cientos de kilómetros por segundo. A una velocidad hiperorbital y empleando los reactores para mantener una trayectoria curva, la nave representaría un peligro menor, pero en cambio más probable; en efecto, el fallo de un solo motor sería suficiente para que la «fuerza centrífuga» proyectara la nave hacia fuera (o hacia abajo) sobre las tierras pobladas. Los anillícolas no debían ser propensos a tomarse un meteorito a la ligera. No podían, teniendo en cuenta que bastaría una sola perforación del suelo del anillo para succionar toda la atmósfera del mundo y escupirla sobre las estrellas.
Interlocutor se volvió y se encontró cara a cara con las dos cabezas planas del titerote.
- Luego, ¿cuáles son tus órdenes?
- Primero desaceleraremos la nave hasta alcanzar la velocidad orbital.
- ¿Y entonces?
- Aceleraremos en dirección al sol. Podemos inspeccionar brevemente la superficie habitable del anillo mientras le miramos contraerse. De momento, estudiaremos las pantallas cuadradas.
- Tanta precaución me parece innecesaria y humillante. No nos interesan para nada las pantallas cuadradas.
«¡Nej!», pensó Luis. Cansado y hambriento como estaba, sólo le faltaba tener que hacer de mediador entre los dos extraterrestres. Llevaba demasiado tiempo sin comer ni dormir. Si Luis estaba cansado, el kzin debía de estar agotado y deseoso de camorra.
El titerote estaba diciendo:
- Las pantallas cuadradas nos interesan por razones muy concretas. Su superficie intercepta mayor cantidad de luz solar que el propio anillo. Serían ideales como generadores termoeléctricos para abastecer de energía al Mundo Anillo.
El kzin bramó algo injurioso en la Lengua del Héroe. En cambio, su inmediata observación en intermundo resultó ridículamente suave.
- Intenta ser razonable. No creo que nos interese para nada la fuente de energía del Mundo Anillo. ¿Por qué no aterrizamos, buscamos un nativo y le preguntamos qué fuente de energía utilizan?
- Me niego a considerar la posibilidad de un aterrizaje.
- ¿Crees que no sé manejar la nave?
- ¿Discutes mis decisiones como jefe de esta expedición?
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Mundo Anillo
Science FictionEl descubrimiento de un mundo hueco que orbita alrededor de una lejana estrella, desencadena una tremenda lucha entre la humanidad y otras dos razas en plena expansión imperialista. Hasta la misma Tierra se ve amenazada. Solo el desparpajo y la suer...