Capítulo 53

1.3K 134 100
                                    

Aria

29 de Noviembre – 23:24 PM

Liyue – Departamento alquímico

No fue difícil convencer a Tartaglia de que me dejara marchar a ver a mi hermano, pues estaba en un estado emocional complicado. Simplemente me decía que sí a todo. Quería asegurarme de que todo estaba bien con Al (pese a haber detenido la pelea) y, de paso, que me explicara algunas cosas sobre el Equilibrio Celestial. No obstante, acabé intimando con una de sus copias en el laboratorio. Su imagen me había recordado a cuando tuve sexo desenfrenado en aquel horrible lugar de Espinadragón, lo que me excitó ya inicialmente. Y ahora, además, estar en aquel laboratorio, me hacía rememorar cierto sueño húmedo que había tenido hacía poco. ¡Había perdido el juicio por completo!

Con un atrevimiento atroz, la copia de Al estaba usando sus dedos para jugar con el interior de mi vagina. Sus húmedas paredes palpitaban a su paso.

-Aria: ¿acaso me estás investigando? –expresé, teniendo presente mi último sueño húmedo.

Él sonrió con picardía. Aquellas copias eran fáciles de perturbar.

-Albedo: ¿quieres que lo haga? –susurró.

Se escuchaba de fondo mis fluidos siendo removidos por sus dedos.

-Aria: por favor, investígame a fondo –simplemente supliqué.

Él abrió los ojos como platos, y creí haber despertado a un monstruo. Se abrió la bragueta, sacó su ya muy endurecido pene y me penetró en un ciego impulso.

Sentada en la mesa de su laboratorio, yo crucé mis piernas detrás de su espalda. Ya no iba a dejar que se marchara hasta que terminara con el "trabajo". De alguna forma, seguía reviviendo mi sueño húmedo y no podía estar más excitada. La actitud pícara le sentaba demasiado bien al rostro de mi hermano.

Me colmó por completo, provocándome fuertes sacudidas eléctricas a lo largo y ancho de mi cuerpo. Lo besé mientras me atravesaba una y otra vez. Algún que otro matraz cayó al suelo debido al intenso zarandeo que le estábamos provocando a la mesa. Y, para lo mucho que le gustaba la alquimia, no reparó en ninguno. Sólo tenía ojos para mí.

-Albedo: Aria, separa las... -gemía, con una sensual voz que alegró sobremanera mis pezones- piernas. Voy a...

Iba a correrse y quería sacarla para evitar males mayores, al menos más de los que ya teníamos. Sin embargo, yo, hechizada por su ardiente mirada y sus placenteras estocadas, seguí con las piernas cruzadas detrás de él. No quería que se separara de mí por nada del mundo, quería que siguiera penetrándome.

-Albedo: ¡Aria, en serio! –los nervios comenzaban a aflorar en él, al percatarse de que mis piernas se habían aferrado a su cuerpo. Le bloqueaba por completo la salida.

Incluso, en un acto de verdadera locura, fantaseé con que se corriera dentro, como en mi sueño.

-Albedo: A-Aria... -ni lo escuchaba-. De verdad que voy a...

Y el maldito deseo nos atrapó a ambos, provocándonos un fuerte colapso físico. Al mismo tiempo que me corría, sentí cómo aquella copia explotaba dentro de mí, y llenaba mi vagina con sus fluidos.

-Aria: dime que las copias no pueden... -regresaba poco a poco mi razón.

Entonces, se llevó una mano a los ojos. Y, en un momento, se retiró lo que parecían unas lentillas rojas.

-Albedo: ...creo que no soy una copia, Aria –la mano que sostenía las lentillas, temblaba-. Yo... -musitó, en completo pánico.

Separé al fin mis piernas, liberándolo.

-Aria: espera... -yo también iba a entrar en pánico-. ¡¿Eres Al?!

No pudo responderme, lo que era una contestación afirmativa.

-Aria: ¡oh, por favor! –gritaba, histérica-. ¡oh, por favor! ¡¿Qué vamos a hacer?!

Mi hermano no dejaba de sorprenderme. Sin embargo, en aquella repentina crisis, no podía pensar en que él estuviera saliendo con el Equilibrio Celestial o en que se hubiera hecho pasar por una copia, ¡se había corrido dentro!

Él cogió aire.

-Albedo: pase lo que pase, lo solucionaré, ¿está bien? –trató de calmarse para controlar mi explosivo estado anímico-. Incluso en estas circunstancias, no es absolutamente seguro que te quedes embarazada. Los hombres no somos cien por cien efectivos.

Quise aferrarme a sus palabras, ¿qué más podía hacer? Ya estaba hecho.

-Aria: tal vez los extraterrestres como yo no pueden quedarse en cinta –bromeé, en un vano intento de calmarme también.

Él soltó una carcajada tras escuchar aquella estupidez, y yo tampoco pude evitar reírme. Aquellos horribles nervios nos estaban haciendo enloquecer.

Acarició mi castaño cabello y me miró con aires protectores.

-Albedo: todo estará bien -prometió.

***

Aria

30 de Noviembre – 1:12 AM

Liyue – Casa de Tartaglia

En cuanto llegué a la casa, me di una larga ducha, como si limpiar todos aquellos fluidos fuera a servir para evitar un embarazo.

-Tartaglia: ¿una ducha a estas horas? –preguntó, entrando en el baño como si nada.

Ante su irrupción, yo me giré hacia la pared. ¡Estaba completamente desnuda!

-Aria: ¡sal! –grité, usando mis brazos para tapar mis pechos.

Me alegraba que ya hubiera podido salir de la cama. Había pasado todo aquel día durmiendo, sin siquiera tener ganas de comer.

-Tartaglia: eres mi prometida –me hizo recordar con una amplia sonrisa. Le había costado unas cuentas horas, pero parecía de nuevo el de siempre-. No sólo puedo verte desnuda, sino que...

-Aria: ¡no! –dije, enfadada, temiendo sus intenciones.

Comenzó a desnudarse.

-Tartaglia: incluso sin haber usado los auriculares, creo imaginar qué ha pasado con tu querido hermanito si te estás dando una ducha nocturna –era evidente, no había forma de negarlo-. Así que espero que guardes energías para compensármelo, porque pretendo borrar su tacto de tu cuerpo.

[PARTE CENSURADA EN HONOR A WATTPAD :D]

El Pecado del Alquimista 2 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora