Mr. Yang's diamond #2 [Yoonmin]

Final

Otra vez.

Quizá estaba perdiendo el toque, quizás ya no poseía esa temerosa aura que inspiraba miedo en los demás. Pero no importaba cuanto le diera vueltas al asunto, Suga no comprendía porqué una vez más había sido tan lento como para no prevenir las acciones de Jimin.

Aquél mocoso irreverente parecía alguien superficial y algo tonto pero poseía un intelecto más grande que el suyo y el de varios de sus contactos, porque sin importar la situación o cuanto cayera, Jimin salía completamente ileso de todo. Sin un rasguño y con el traje impecable.

- ¡Mierda! - exclama con rabia Suga. Era de noche y estaba parado en una solitaria calle a varias cuadras de la mansión Yang. 

Si, él también pensaba traicionar al otro pero lo que más lo llenaba de enojo era darse cuenta de qué forma le habían arrebatado el diamante. ¡Ya entendía todo! El muy descarado había aprovechado el momento en el que se distrajo cuando se besaron y le arrebató el anillo. 

Suga se estaba volviendo loco. Siempre fue muy atento y dedicado con su trabajo. Nunca se involucraba con nadie que trabajara con él o tuviera que ver con sus encargos, pero la primera vez que se deja llevar un poco interpretando un papel fue traicionado. ¡Malditos esos tentadores labios y maldito Park Jimin! Definitivamente su peor pesadilla desde que lo conoció, y su placer culposo a partir de ese día.

Porque eso es lo que era: una molesta pesadilla envuelta en el más hermoso de los sueños. ¿Lo peor? Tenía el presentimiento que esa rubia pesadilla era de esas que se repetirían luego.

El joven suspira y, rendido, camina hacia algún lugar desconocido. A lo lejos se escuchaba un gran revuelo proveniente de, seguramente, la mansión de Yang Jeongin. El escándalo que debe estar haciendo el niño era simplemente algo que nadie querría experimentar.

Suga marca el número de su compañero.

- Kyungsoo, no sé como decirte esto pero...

💎

- Muy bien, Jimin-ah... - dice Yubin con una sonrisa burlona en su cara mientras revisaba el diamante que le había dado Jimin cuando ella chocó "accidentalmente" con Suga y su compañero. La rubia que lo acompañaba ya no estaba a su lado. - No pensé que lograrías sacarle a ese niño rico el diamante.

- Eso porque no me tienes fe, preciosa. - la joven se queja ante el apodo. - Aunque siendo sincero...

Yubin mira a Jimin con una ceja enarcada. 

- ¿Qué? - pregunta. Jimin empieza a jugar inquieto con sus manos, intentando descifrar como decirselo. - Ay no...

- Ay si... - responde. 

- ¿Te sientes culpable por ese idiota? - Jimin asiente. - Eres el único en el planeta tierra al que le puede llegar a gustar alguien que intentó matarlo, ya no sé qué es lo que me sorprende cuando se trata de tí. - Yubin guarda el diamante y ata su cabello en una alta cola de caballo.

- ¿Quién dijo que me gusta?

- Tu cara de idiota... igualita a la suya. 

Jimin suspira.

- ¡Bien! Lo admito, me gusta solo un poco. - se encoge de hombros. - Pero eso ya no importa... Tenemos el diamante y francamente no creo volver a verlo en mi vida.

Park se aleja con Yubin en el momento en que una camioneta negra se materializó ante sus ojos minutos después. Era el hermano de Jimin, quien estaba encargado de recogerlos a cambio de unos cuantos dólares. 

A partir de allí Jimin y Yubin dejarían el país para pasar una temporada en Las Vegas, donde se rumoreaba existía una nueva fortuna a conquistar y varios compradores dispuestos a vaciar sus cuentas bancarias por una reliquia familiar de tan alto valor.

💎

- Kyungsoo, no sé como decirte esto pero... - hace una pausa. - La cagué.

Del otro lado del teléfono se escucha un duradero suspiro.

- ¿Porqué me lo imaginé? - se dice Kyungsoo a sí mismo. - No sé que te sucede, Suga.

¡Como si él lo supiese!

- Me encantaría saberlo, descuida. Ahora me pregunto qué le diremos a Mina... Tarde o temprano va a enterarse que ya no le podremos vender el diamante que le prometimos.

- No lo sé, pero tendremos que pensar en algo en el avión hacia Estados Unidos. Viajamos mañana a primera hora y con las manos vacías. 

Mina definitivamente los iba a matar.