Durante un momento, las cámaras se quedan clavadas en la mirada cabizbaja de
kyuhyun, mientras todos asimilan lo que acaba de decir. Después veo mi cara, boquiabierto, con una mezcla de sorpresa y protesta, ampliada en todas las pantallas: ¡soy yo! ¡Dios mío, se refiere a mí! Aprieto los labios y miro al suelo, esperando esconder así las emociones que empiezan a hervirme dentro.
—Vaya, eso sí que es mala suerte —dice Caesar, y parece sentirlo de verdad. La multitud le da la razón en sus murmullos y unos cuantos han soltado grititos de angustia.
—No es bueno, no —coincide kyuhyun.
—En fin, nadie puede culparte por ello, es difícil no enamorarse de ese doncel. ¿El no lo sabía?
—Hasta ahora, no —responde kyuhyun, sacudiendo la cabeza. Me atrevo a mirar un segundo a la pantalla, lo bastante para comprobar que mi rubor es perfectamente visible.
—¿No les gustaría sacarla de nuevo al escenario para obtener una respuesta?
—pregunta Caesar a la audiencia, que responde con gritos afirmativos—. Por desgracia, las reglas son las reglas, y el tiempo de lee sungmin ha terminado. Bueno, te deseo la mejor de las suertes, cho kyuhyun, y creo que hablo por todo Panem cuando digo que te llevamos en el corazón.
El rugido de la multitud es ensordecedor; kyuhyun nos ha borrado a todos del mapa al declarar su amor por mí. Cuando el público por fin se calla, mi compañero murmura un « gracias» y regresa a su asiento. Nos levantamos para el himno; yo tengo que alzar la cabeza, porque es una muestra de respeto obligatoria, y no puedo evitar ver que en todas las pantallas aparece una imagen de nosotros dos, separados por unos cuantos metros que, en las mentes de los espectadores, deben de parecer insalvables. Pobre pareja trágica.
Sin embargo, yo sé la verdad.
Después del himno, los tributos nos ponemos en fila para volver al vestíbulo del Centro de Entrenamiento y sus ascensores. Me aseguro de no meterme en el mismo que kyuhyun. La muchedumbre frena a nuestro séquito de estilistas, mentores y acompañantes, así que nos quedamos solos; no hablamos. Mi
ascensor deja a cuatro tributos antes de quedarme solo y llegar a la planta doce.
kyuhyun acaba de salir del ascensor cuando me acerco a él y le pego un empujón en el pecho; él pierde el equilibrio y se estrella contra una fea urna llena de flores artificiales. La urna se cae y se hace añicos en el suelo, kyuhyun aterriza encima de los pedazos y las manos empiezan a sangrarle de inmediato.
—¿A qué viene esto? —me pregunta, horrorizado.
—¡No tenías derecho! ¡No tenías derecho a decir esas cosas sobre mí!
Los ascensores se abren y aparece todo el grupo: heechul, siwon, eunhyuk y Portia.
—¿Qué está pasando? —pregunta heechul, con un deje de histeria en la voz—. ¿Te has caído?
—Después de que el me empujara —responde kyuhyun, mientras heechul y eunhyuk lo ayudan a levantarse.
—¿Lo has empujado? —me pregunta siwon.
—Ha sido idea tuya, ¿verdad? ¿Lo de convertirme en un idiota delante de todo el país?
—Fue idea mía —interviene kyuhyun, mientras se quita trozos de cerámica de las manos—. siwon sólo me ayudó a desarrollarla.
—Sí, siwon es una gran ayuda... ¡para ti!
—Eres un idiota, sin duda —dice siwon, asqueado—. ¿Crees que te ha perjudicado? Este chico acaba de darte algo que nunca podrías lograr tú solo.
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los juegos del hambre (kyumin)
ActionGANAR SIGNIFICA FAMA Y RIQUEZA. PERDER SIGNIFICA UNA MUERTE SEGURA. En una oscura versión del futuro próximo, doce chicos y doce chicas o donceles se ven obligados a participar en un reality show llamado Los juegos del hambre. Solo hay una regla: m...