Capítulo 3 - El Mapa del Alma

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"Tiene partes hermosas, pero de un color tan opaco"

...

- Te sigo, Muerte.

El lobo de la muerte se sorprendió que lo aceptara su propuesta así de fácil, generalmente cuando los que terminan en el valle sabiendo su identidad se niegan a todo y es mejor meterlos al mapa del alma, pero el lobo feroz le seguía, a donde fuera, en este lugar no había casi nada solo era una tierra limitada con un bosque, pero sería perfecto para hablar como con tranquilidad.

- ¿Qué eso?

Entonces el lobo feroz apunto a lo lejos lo que era él lo poco que salía de una estructura.

- El pueblo.

- ¿Podemos ir Muerte?

- Claro...

Más al norte de nuestra posición está el pueblo de Saudade. Por pedido del lobo castaño giraron a la dirección, camino lugar, aunque el lobo de la muerte habría deseado negárselo al lobo feroz, no quería perder su confianza recién. Pensaba: Ojalá a ese pueblo se lo tragara el bosque. Mientras caminaban el lobo de la muerte como el lobo feroz no hablaron por el camino, aunque compartieron algunas palabras, las conversaciones morían después de dos respuestas, así que el silencio le dio a ambos tiempos para sus pensamientos.

Muerte estuvo pensando en cómo lo habían estado llamando, no le molestaba, pero ese no era su nombre más bien su obligación jamás pensó que Muerte o Lobo de la Muerte fueran una forma con la cual considerar un nombre más que una identificación. Pero era a lo único que podía apegarse cuando se referían a él porque su antecesor jamás le dio un nombre, ni su antecesor a él. Ningún lobo de la muerte anterior tampoco tuvo un nombre. Pero para él, andar con mortales por su deber le hizo entender que el nombre es más profundo que como te identifican, diferenciar a las personas de los diferentes a sus razas a los que llaman héroes, es como si el nombre fuera algo tan importante como la misma alma, jamás pensó en ponerse un nombre porque eso era cosa de mortales, como también la necesidad de contar los años, solo era Muerte o Lobo de la Muerte o variantes dependiendo del idioma. Aunque eso era suficiente para complacer su pequeña crisis existencial, también lo hacía sentir separado al resto como si estuviera...vacío.

- Que fue eso que me dijiste, sobre no necesitar respirar a dónde vas.

Quise seguir manteniendo la conversación ya que el silencio me estaba pareciendo muy incómodo cuando empecé a escuchar pitidos en mis orejas.

- Eso era para escapar del mapa del alma en caso de que no puedas soportarlo, recordar que no es real, puedes romper la ilusión si llegas a darte cuenta que algo no cuadra.

- Que tiene que ver con respirar.

- ¿Estas respirando?

Entonces me di cuenta que en el trayecto por el que iban no había estado respirando.

- Así funciona. Los muertos no necesitan respirar así que si lo hacen es por ser un acto involuntario. No necesitas acordarte que debes respirar porque tu cuerpo lo hace por ti. Pero al estar muerto no necesitas respirar, el cuerpo al no necesitarlo, el acto involuntario se detiene, y solo tú puedes decidir qué quieres seguir respirando, porque te hace sentir vivo.

Entonces no quise hablar más. Todo era tan confuso. Aquel bosque, no era diferente de cualquier campo en otoño que hubiera visto en vida, tal vez si el sol no estuviera en una eterna posición de crepúsculo, las yardas de extensión de tierra podrían ser un lugar más lindo en que un perdido pudiera preferir quedarse, en cambio sientes como si las sombras fueran a consumir esta tierra espiritual, aunque he estado unas horas y la oscuridad todas jamás llego.

El Color de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora