Capítulo 4 - Los Ecos del Pasado

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"Ludwig. Te has quedado solo, pero estoy aquí para cuidarte."

...

El lobo de la muerte se posicionó, escondiéndose en las sombras que creaba la luz del amanecer, volvían a estar en la misma cueva, donde el pequeño lobo castaño era un niño. Había estado allí la anterior vez cuando metió al lobo feroz en el Mapa de Alma. Estar en esa cueva, convertida en casa le hacía sentir un sentimiento extraño de nostalgia, aunque nunca tuvo algo así.

Entonces apareció en el plano, a la madre loba caminando tranquila, entonando una canción, se veía en las ojeras de sus ojos que no había pasado buenas noches últimamente. Paso suavemente sobre la cortina para entrar en el cuarto de su hijo. Muerte pudo ver por el pequeño espacio que se abrió, la madre se sentó sobre la cama para despertar suavemente a su hijo besándole en la frente cuando este ya empezaba a despertar.

Compartieron palabras que no pudo escuchar, pero supo que eran palabras amorosas. No supo qué sintió en ese momento, pero los miraba con atención con nostalgia, aunque nunca tuvo algo como eso. También algo celoso. Pero su trabajo era solo quedarse entre las sombras, ver que todo salga bien, que el Mapa del Alma no se coma su alma.

Entonces se repetía lo mismo que pasó la anterior vez, en el mismo orden, el pequeño Ludwig dibujaba aquella hermosa noche de lluvia de estrellas que vio con su madre.

- Te quedo excelente, Ludwig.

Le dijo la madre, expresándole su cariño con un beso en la cabeza para poner su desayuno al lado de su dibujo.

- Creo que me falta saber el color de la luna.

- ¿De qué color crees que es?

- Tal vez amarilla por estar hecha de queso, pero no era amarillo, no era azul, ni celeste el blanco puro tampoco.

- Cuando la termines voy a pedir que lo enmarquen, es tu mejor dibujo.

Entonces la madre miró con cariño los otros cuadros colgados, no tenían mucho dinero para fotos, enmarcar algo era más barato, así que su pequeño Ludwig se había encargado de dibujar perfectamente todos esos momentos por la falta de fotos.

Uno de los favoritos de la madre era uno donde salían ella, su difunto esposo junto a su hijo. Tuvieron que ponerse sus mejores ropas en ese entonces y Ludwig dibujaba, estuvieron mucho tiempo frente al espejo.

Pero Ludwig no estaba conforme, eso le frustraba. Como todas las veces el desayuno de su madre estaba exquisito. Una vez que ya había acabo se sintió lleno, le dedico más tiempo a su dibujo coloreando con los crayones, mas no podía colorear la luna hasta que estuviera sonido.

- ¿Cuál te gusta más?

Su madre mostró dos dibujos de unos vestidos con dos tipos de telas, solo tuvo que verlos un poco, se había olvidado que pronto sería la Fiesta de la fogata entonces imaginando a su madre en esos bocetos de vestidos solo le tomó unos segundos para decidir.

- El vestido B, con el color fucsia.

- Buena decisión.

La madre hacía unos apuntes en el papel y Ludwig miraba su dibujo, lo que les sacó de allí de ese estado de paz fue alguien que tocó la puerta.

- Voy a lavar las tazas.

- Gracias Ludwig.

Entonces recogió las tazas. Abrió la puerta y allí estaba un lobo negro adulto mucho más alto que el pequeño Ludwig hasta que la madre, aunque su tamaño era intimidante, le dio una sonrisa que hizo que el pequeño lobo le abrazara, tenía una actitud bonachona.

El Color de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora