Mystic Falls, hogar de lo sobrenatural, un lugar donde habitan, vampiros, hombres lobo, brujas y los originales.
Todo empezó con la llegada de los hermanos Salvatore, eso ocasiono un sin fin de acontecimientos.
Pero todo termino de estallar con la l...
( Pasado; Mystic Falls 1860, dos años antes de la llegada de Katherine )
Elizabeth
— Te gusta nuestra nueva casa querida? — pregunto mi madre mientras yo pasaba mis dedos por la madera de la lujosa casa
— Si madre — sonreí —Es perfecta, me gusta
— Que bueno que te guste — dijo mi padre mientras entraba a nuestro nuevo hogar — Nada me alegra más que las dos personas más importantes de mi vida estén juntas y felices — termino diciendo y deposito un pequeño beso en los labios de mi madre.
Los mire ahí parados tan felices, que me hicieron desear un amor como el suyo tan puro y lleno de bondad, donde los dos tuvieron que iniciar de cero para poder ser felices tanto los juzgaron, que ahora tienen un negocio de exportación de telas finas, donde los dos son socios, mi padre es un poco revolucionario y piensa que las mujeres son igual de importantes que los hombres.
Yo crecí con esos pensamientos y algunos hombres se alejan al oír mis ideas descabelladas y mis palabras sin sentido, también creo firmemente que las mujeres pueden lograr a hacer cosas grandes sin hombres que las respalden mi madre esta de ejemplo y me siento muy orgullosa por ello.
Eso es uno de los motivos por los cuales no he querido casarme, además no me hace falta un hombre para poder brillar.
Mi padre me ha estado involucrando en el negocio de exportación de tela, después de todo seré la próxima en hacerme cargo de ello y creo que es fascinante y la negociación se me da muy bien.
En estos momentos me encontraba en el jardín tomando el té después de un largo viaje con mi acompañante y mejor amiga Lucy, alguien simpática y que prácticamente considero ya parte de mi.
— Lucy, ¿No te parece un buen día para salir a caminar? — pregunte viendo el día tan hermosamente soleado y cálido
— Si así usted lo desea -la mire con un ligero reproche en mi cara
— Háblame de tu Lucy — la mire con indignación — ¿Cuantas veces te le he dicho?
— Lo siento Elizabeth, pero aun se me dificulta — dijo con un pequeño sonrojo en sus mejillas
