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Un peso muerto descansa sobre el sofá verde musgo gastado de la estación de bomberos, las botas manchadas sobre el respaldo y los brazos extendidos al aire.

ㅡ ¡Era hermoso! ㅡ Itadori cuenta, eufórico, la mirada whisky pérdida en el techo por unos segundos, su mente divagando hasta llegar a las costas del mar, suspira dramáticamente, llevando su diestra hasta el pecho. ㅡ Como ver las estrellas tirado en el césped una noche de verano.

ㅡ Baja los pies del sofá, animal. ㅡ Kokichi muerde por décima vez luego de ver como Itadori baja los pies y, al cabo de unos minutos, vuelve a subirlos inconscientemente mientras dice un montón de boberías. ㅡ Y deja exagerar.

Desde el sofá, Itadori se endereza de golpe, inflando las mejillas y el pecho en indignación.

ㅡ ¡No exagero! ㅡ Puede ver como Kokichi rueda los ojos, limpiando distraidamente uno de los cascos de seguridad sin prestarle la atención que cree merecer. ㅡ Choso puede confirmar que tan lindo era.

A unos metros tras ellos, junto a la unidad de rescate, Choso verifica que todo esté en orden, pero al escuchar su nombre levanta la cabeza e intercala su mirada del pelirosa que lo mira con la cabeza echada hacía atrás en el sofá, al pelinegro exasperado que lo ve desde la mesa.

ㅡ Yuuji tiene razón, era muy lindo. ㅡ Su tono es tan serio con un tema que en realidad no lo requiere y es algo que hace sonreír a Itadori, quien vuelve la cabeza de nuevo hacía Kokichi.

ㅡ ¿Ves? ㅡ La satisfecha sonrisa de sus labios al hablar irrita al pelinegro y se ve tentado a tirarle el casco a la cara al kirby burlón. ㅡ Te lo dije.

Fuera del establecimiento las gotas de lluvia resuenan estrepitosamente sobre la acera, y si hay algo que Itadori ama y odia al mismo tiempo son los días lluviosos; el olor a petricor era maravilloso, por supuesto, de sus cosas favoritas en todo el mundo, pero los accidentes de tránsito aumentan y los árboles caídos son un dolor de culo.

ㅡ No cuenta lo que diga Choso. ㅡ Kokichi se estira en su lugar, una mueca desaprobatoria traza su rostro con cicatrices. ㅡ Él siempre va a darte la razón.

Itadori está por negarlo y defenderse cuando unas ruidosas pisadas lo interrumpen, enseguida dos hombres llegan con bolsas de supermercado en brazos, Yuuta Okkotsu y Aoi Todou, ambos vestidos informalmente aún.

ㅡ Hey, chicos. ㅡ Yuuta es el primero en saludar, encogiendose de hombros con una diminuta sonrisa. ㅡ Creímos que tendrían hambre.

ㅡ Mi hermano. ㅡ Todou llama, importandole poco o nada si Itadori y Kokichi salivan como perros por el olor a comida casera que desprenden las bolsas. ㅡ ¿Kokichi te está molestando?

ㅡ ¡Mi hermano no es tu hermano! ㅡ Choso grita al otro lado de la instalación, acercándose a pasos perezosos. Todos deciden ignorarlo de forma unánime.

Porque de alguna forma las discusiones sobre quién es o no es hermano de Itadori es el pan de cada día en la estación de bomberos local.

ㅡ Me está molestando. ㅡ Itadori resopla, los ojos de cachorro pateado haciendo acto de presencia. ㅡ Dice que exagero.

ㅡ No lo estoy molestando. ㅡ Kokichi rueda los ojos, tirando uno de sus guantes a la cabeza rosa del sofá. ㅡ Manipulador de mierda.

Yuuta ríe y sacudiendo la manos se dispone a vaciar las bolsas sobre la mesa, sin intenciones de meterse en sus peleas infantiles todavía.

Si bien tiene una cuota mensual de cuánta mierda dramática puede soportar y es bastante alta, algo le dice que debe tener una reserva extra este mes.

F i r e  f o r c e  || ItaFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora