Incómodo, muy incómodo.
Así es como describiria su día Megumi si le preguntaban, ya que entre que le tocara ㅡconvenientementeㅡ el bombero del que Nobara no le dejaba olvidarse, llamarle anormal en toda la cara y el penoso intento de conversación, esa es la mejor forma de describirlo.
Tras su huída tampoco se sintió menos pesado, de por sí el chico era raro, pero ¿Su resistencia? Él aún no encontraba explicaciones sobre como no terminó con, al menos, cinco huesos rotos.
Aunque estaría mintiendo si dijera que solo se había fijado en eso, bien, sí, un chico de hierro, genial, mas ¿Lo verdaderamente impactante? Su aspecto.
El tipo de verdad era atractivo incluso lleno de rasguños y hematomas; brazos fuertes, rasgos bien definidos, piel cariñosamente besada por el sol, cabello de nube, incluso los ojos miel eran atrapantes.
Megumi tuvo serios problemas ahí dentro para mantener la mirada quieta.
Pero, sin importar que tan atractivo sea, Megumi tenía que enfocarse en su trabajo y seguir con sus demás pacientes.
También debía borrar de sus recuerdos a ese hombre, no seria bueno para él encapricharse por un tipo con el que apenas pudo mantener un intercambio incómodo de palabras.
Así que, mientras se deslizaba por los pasillos blanquecinos y balanceaba la cabeza en un silencioso saludo a quiénes pasaban por su lado, decidió borrar al bombero de su sistema. De todas formas, no era como si volvieran a verse luego de ese día.
▪ ▪ ▪
Y, como si el mundo disfrutara gratamente de burlarse de él, Itadori volvió a encontrar al médico a la semana.
Era gracioso, solo fue a comprar un par de víveres faltantes y, mientras rebuscaba entre las mejores frutas, la cabellera noche apareció de la nada bajo su parámetro de visión.
Le encantaría decir que lo tomó como el adulto maduro y seguro que era, restandole importancia y terminando sus compras sin ningún tipo de inconveniente. De verdad, le encantaría.
Pero, escondido tras las repisas de papel higiénico a las que corrió apenas logró verlo, él no podría decir que se lo tomó de esa forma.
Era estúpido, no había hecho nada malo y no tenía motivos para esconderse del médico como si fuera un criminal buscado y el otro hombre algún oficial de la ley, sin embargo, ahí lo tenían, planteándose qué tanto necesitaria comer esa semana solo para salir huyendo y abandonar sus compras a la mitad.
El hombre no se percató de su presencia en ningún momento, él seguía deslizandose tranquilamente por los pasillos, ajeno al bombero loco que huía de su vista como una plaga.
Al menos, Itadori tuvo una bonita vista de un cuerpo esbelto, andar elegante y piernas largas que apreciar a través de la ropa casual.
Se mantuvo fuera de su vista hasta que el médico terminó de pagar las pequeñas chucherías que eligió y salió del lugar con una suave mueca en el rostro, no era una sonrisa, mas estuvo cerca de serlo.
De cierta forma, fue una vista agradable. Itadori no se imaginaba como sería el adonis en su vida cotidiana, pero por lo que acababa de ver, era bastante relajado y serio incluso fuera del uniforme.
Soltó todo el aire que estuvo conteniendo sin darse cuenta y siguió con sus compras, tirando de mala gana algunas manzanas y otras cosas al canasto colgando en su brazo. Acaba de perder una perfecta oportunidad de acercarse de forma casual y tratar de llamar su atención, pero no, él tuvo que entrar en pánico y esconderse como un adolescente.
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F i r e f o r c e || ItaFushi
FanfictionDesde que Itadori se volvió bombero ha visto un sin fin de desastres y un par de milagros en su día a día. Ha vivido cada experiencia, conocido a cada persona, ha visto las llamas arrasar con edificios enteros y su vida ha estado a punto consumirse...