Reducir (5)

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Lo peor de ser extremadamente consciente de tus actos es el sentimiento de culpa por no poder detenerte a pesar de ello. Mejor dicho, no querer detenerte. Saber que lo que haces está mal.

"Mal".

Tener un concepto para lo bueno y lo malo vuelve la capacidad de consciencia mil veces más molesta. En fin. No es que el quejarse de tener una consciencia hiciera la gran diferencia en una reflexión introspectiva. Al final ¿no era ella la que nos ponía en la cima de la cadena alimenticia? —El superior ser humano y su invaluable consciencia—.

Jungkook sabía que se estaba engañando. En serio. Era plenamente consciente de que no alejarse de Jimin le estaba haciendo daño.

Pero no podía parar.

Con la boca decía que quería la amistad de Jimin y estaba conforme con ello; en sus pensamientos, sabía que un malsano amor ganaba fuerza cada vez que el pequeño peli-rosado le sonreía sinceramente y le contaba cualquier nimiedad de su día.

Porque la esperanza es lo último que muere, y en este caso, esa esperanza mataría primero el corazón de Jeon Jungkook.

Era absurdo tener sentimientos tan fuertes por alguien que era relativamente nuevo en su vida. Pero el noviazgo juvenil, la relación, la felicidad, la boda, la casa y las mascotas tenían que ser con Park Jimin. Algo dentro de Jungkook lo sabía.

¡Kookie!

Y por la forma en la que el mayor sonreía al verle y caminaba sin titubear hasta él, ese mismo algo decía que Jimin se sentía de la misma forma, aunque aún no era capaz de admitirlo.

— Hola, hyung —el castaño le correspondió el gesto a Jimin, quedándose quieto a mitad del pasillo de la facultad para que el teñido pudiese reunirse a su lado.

— ¿Terminaste tus clases de hoy? —Preguntó casualmente.

— No, pero los jueves tengo un hueco de horas muertas desde el mediodía hasta las seis —Kook sintió las manos sudorosas en pleno otoño por tan solo sentir cercano a Jimin.

— Eso apesta. Yo solo vine a dejar unos planos —contó entusiasmado—. ¿Quieres que te lleve a tu casa o esperarás aquí?

Aquel era el tercer día consecutivo que el peli-rosado le hacía la misma oferta, y al igual que todas las veces anteriores, el corazón de Jungkook se aceleraba un poco al pensar en que el mayor disfrutaba pasar tiempo con él.

Suspiró desanimado.

— No puedo irme aún —contó el castaño—. Le prometí a mi padre que tomaría las pruebas para el equipo de atletismo de la facultad, son hoy, en un rato.

Las cejas de Jimin se alzaron un poco en sorpresa.

— No sabía que te gustara correr.

— Pues... —era complicado, sería la mejor respuesta—, es el deporte de mi familia, ¿sabes? Mi padre estudió en esta misma escuela y fue un gran nombre en el quipo de su época. Quiere mantener una tradición, o algo así.

El muchacho teñido asintió lentamente con la cabeza. No conocía al padre de Jungkook, pero por esa clase de pensamientos, a Jimin no e quedaban ganas de hacerlo.

— En ese caso yo-...

— ¿Quieres acompañarme, hyung? —Un ligero rubor coloreó las orejas del más alto.

Jimin torció la boca y revisó la hora en su celular. No tenía mucho que hacer —tarea, claro, pero de esa tenía siempre— y si algo había aprendido en tan pocos días era lo divertido que era pasar el rato con Jungkook. ¿Así se sentía tener verdaderos amigos? Miró los ojos brillosos y emocionados del castaño y sonrió.

3Rs. [BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora