Reducir (6)

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La forma en la que conseguimos cualquier cosa en este mundo es mediante un trueque; el intercambio más conocido es el de dinero a cambio de bienes o servicios, sin embargo, por ser el más popular no implica que sea el mejor trato disponible.

Min Yoongi consideraba que hizo un buen trueque con un desconocido llamado Park Jimin. Sexo a cambio de sexo.

En casi semana y media de haberse conocido, Jimin había aceptado acostarse con él cuando a Yoongi se le diera la gana y viceversa. Los encuentros casi siempre tomaban lugar en la casa del coqueto pelirrosado, ya que era un sitio con bastante privacidad a conveniencia de ambos.

Apenas Yoongi llegaba a la puerta de Jimin, éste lo recibía colgándose a su cuello y atacando su boca con demandantes besos. Enredando sus piernas en la cintura de Yoongi sin importarle si el mayor podía aguantarlo o no.

La relación carnal que sostenían comenzaba y terminaba en la habitación de Jimin. Ninguno de los dos hacía preguntas profundas ni pedía explicaciones. Lo cual era perfecto para ambas partes. 

Incluso si a veces Yoongi tenía ganas de preguntarle a Jimin por qué lucía cansado o enojado o feliz o triste. Incluso si, a veces, Yoongi quería saber sobre algunas cicatrices que encontró en rincones del cuerpo del menor.

El ser ajenos uno al otro funcionaba incluso si Yoongi deseaba saber la edad de Jimin, de dónde era, quiénes eran su familia y sus amigos. A veces Yoongi quería preguntar sobre los discos y libros en el estante de la sala, pero no lo hacía.

No preguntaba nada porque, si los papeles se invirtieran, si fuese Jimin quien comenzara a cuestionar acerca de su vida, Yoongi no tendría ganas de responder. Porque ese no era el trato.

Era esa distancia obligada y sofocante —pero al mismo tiempo tan necesaria— lo que provocó que, el jueves en el que Yoongi entrara al aula de la universidad y mirase a Jimin presente en la clase que impartía en la tarde, Yoongi se sintiera con el corazón acelerado.

Sintió como si algo privado, algo muy personal, estuviese siendo expuesto de alguna inexplicable manera. Se sentía vulnerable con un acto tan simple como lo era su presencia.

Jimin se encontraba sentado junto a otros dos chicos —igual de llamativos que él— en la parte más alta del aula. Mirándolo fijamente con una sonrisa indescifrable y cuchicheando de vez en vez con quienes Yoongi suponía eran sus amigos.

El pálido azabache dejó su portafolio debajo del atril al frente del aula, acomodó las notas de su clase —procurando no llevar su mirada a la esquina superior izquierda de las butacas—, y aclaró su garganta para llamar la atención de los asistentes.

— Bienvenidos de nuevo a Filosofía de la Lengua —dijo, con seriedad y cadencia—. Me presento una vez más, mi nombre es Min Yoongi, seré el asistente de la clase del profesor Yoon. Soy egresado de esta universidad y actualmente me encuentro estudiando un posgrado en Historia de la Literatura y la Música.

Los alumnos hicieron un pequeño bullicio después de su introducción y Yoongi resistió la tentación de mirar la reacción de Jimin.

— Algunas sesiones las dirigiré yo, cuando sea necesario. Mis trabajo, mayormente, se concentra en calificar sus tareas y resolver sus dudas sobre clases anteriores —hizo una pausa—. ¿Hay alguna pregunta?

— ¿Qué edad tienes? —Preguntó un chico en la primera fila de asientos.

Yoongi, a través de sus anteojos redondos, miró taciturno al chico.

— Alguna pregunta relevante —dijo y la clase soltó una risita.

— ¿Por qué elegiste Letras? —preguntó una chica.

3Rs. [BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora