Alegría; el arte de vivir

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—¿Quieres decirme algo?

Shinji miró a Kaworu desde lo bajo.

—Antes parecía que querías hablar conmigo sobre algo.

Shinji volvió la mirada al frente sumido en una pacífica quietud. Kaworu se mantenía en la cama de arriba con las manos detrás de la cabeza, tranquilo y esperando. Shinji estaba conmocionado. Era la primera vez que otro ser humano se interesaba genuinamente en él. Nunca le habían preguntado sobre su vida, sobre sus inquietudes o curiosidades. Todo siempre pasaba a través del Eva, su maldición y a la vez motivo de existencia.

Se sintió extraño al principio, no merecedor de la atención. Menos viniendo de un chico que parecía ser todo lo que idolatraba en silencio: seguro de sí mismo, guapo, simpático. Abierto al mundo. Un estereotipo trillado si no fuese porque era, a su vez, un poquito raro. También le agradaba esa última cualidad que demostró desde que sus ojos se cruzaron en su primer encuentro.

—Cantar alegra el alma —recitaba luego de tararear el himno a la alegría de Beethoven. Pieza que Shinji, un tímido admirador de la música clásica, siempre escuchaba en su Walkman—. La música es la mayor creación de los Lilim, ¿no lo crees? —Volteó el rostro y Shinji se asombró al encontrarse con una sonrisa que, además de ser perfecta, le resultó misteriosa—. Shinji Ikari.

Allí, viéndolo sonriente encima de una escultura decapitada sobre los escombros de Tokyo-3, fue donde pensó: es extraño. ¿Lilim? En una sola ocasión había escuchado ese término; de su padre. No sabía lo qué significaba, pero su curiosidad no se alojó en ello.

—¿Cómo sabes mi nombre?

—Todos saben tu nombre. No lo tomes a mal, pero creo que deberías ser más consciente de tu propia importancia.

Pocas palabras, gran impacto. Le hizo sentir bien, un respiro para el alma. A él, que venía de una desgracia tras otra, de una despedida tras otra, y que estaba solo. Se había quedado solo. Y ahora, de repente, se hallaba acompañado y siendo reconocido. Uno de los motivos por el cual piloteaba: buscar la aprobación de los demás, de su padre.

—¿Tú eres...?

—Kaworu. Nagisa Kaworu. Como tú, soy un elegido por el destino. El quinto elegido.

—Nagisa...

—Kaworu está bien, Ikari.

Antes de darse cuenta, Shinji estaba sonriendo sintiendo un calor en las mejillas. Después de un largo tiempo, sonreía.

—Entonces tú dime Shinji. —acotó con timidez.

Kaworu soltó una risita que le pareció encantadora. Qué respiro. De verdad, qué respiro. Una pausa a la desgracia cotidiana. Hablar con él era cortar un mal día, pasar de una tesitura pesada a una liviana. Después de todas las torturas que tuvo que soportar, ese chico era una bendición.

Cayó del cielo para él. Un regalo.

—Han pasado muchas cosas desde que llegué aquí. Antes vivía con mi tutor. La verdad no hacía nada, eran días pacíficos pero aburridos. —Shinji finalmente respondió a su pregunta mientras miraba el techo de la habitación. Otro techo desconocido, pensó. Pero estoy con Kaworu, agregó. Estar con él provocaba que, aunque fuera desconocido, se le hiciese cálido. Familiar.

—¿No te gusta estar con los demás?

Kaworu se limitaba a preguntar mirando el mismo techo con una sonrisa. Hablaba despacio, sin apuro. Como si tuviera todo el tiempo del mundo.

—En realidad, me da igual. No es como si odiara a los demás, excepto a mi padre. A él sí lo odio. —Shinji se preguntó porqué le estaba contando tales intimidades. Era extraño que abriera la boca para confesarse sin pelos en la lengua. Pocas veces lo hizo y solo con Misato. Ella lo entendía, también aborrecía a su propio padre. Y por eso mismo no podía ayudarlo. Cargaba con un rencor tan grande y, sin darse cuenta, lo volcaba en Shinji en constantes proyecciones. Aunque le tuviera aprecio, las charlas que tenía con ella, en comparación con la actual, siempre le dejaban un mal sabor de boca.

Alegría [KawoShin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora