Alegría; el arte del placer

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—¿Shinji? ¿Qué sucede?

Shinji contemplaba a Kaworu con una expresión suspendida. Pasó los ojos a su hombro, tropezándose con su propia mano agarrándolo fuerte.

—¡Ah, perdón! —Lo soltó—. Perdón, no sé porqué... —No sabía dónde meterse. Ojalá supiese lo que le pasaba. No pensó cuando lo detuvo, simplemente se sintió desesperado al ver cómo se alejaba de su lado—. Creo que... tenía miedo de que no quisieras hablarme más.

Kaworu observaba a un cabizbajo Shinji. Ahí; pequeño, frágil, temeroso de quedarse solo. Un humano diferente de los que conocía. Uno que, estaba seguro, valía la pena proteger. Si la humanidad podía ser tan sensible como él, quizás el mundo aún tenía esperanzas de conseguir un futuro mejor.

«Esperanza... La base de vida de los Lilim»

—¿Te dolería que dejara de hablarte?

Shinji asintió, frunciendo las manos contra las rodillas. Kaworu se halló regocijado. Ese humano era, sin duda, una ternura. La necesidad de estar más cerca de él aumentaba, las ganas de tocarlo también.

—Shinji... —Estiró la mano hacia su mejilla. Shinji levantó el rostro y se paralizó al ver unos ojos penetrantes que parecían guardar una pesada emoción. Quiso moverse cuando Kaworu comenzó a inclinarse hacia él, pero no pudo.

Se dejó besar.

Y su campo A.T se disolvió.

Kaworu arrastraba los labios por los suyos, despacio. Los presionaba con suavidad, como si aplicar más fuerza significara partirlos.

«No debería estar haciendo esto...»

Pensaba Shinji cerrando los ojos, tomando sus hombros. Solo quería ser un poco feliz, olvidar el dolor. Y sus besos le regalaban aquello: felicidad y un mareo lo suficientemente intenso como para no pensar en nada más que eso. Ya no tenía excusas para negarse, lo necesitaba.

Kaworu pasó la mano por su nuca, separando los labios. Asomó la lengua y Shinji sofocó un jadeo cuando la sumió en su boca. De pronto el beso se volvió intenso. Entrelazaban las lenguas, jugaban con ellas, Shinji suspiraba en el medio. Kaworu frotaba su cuero cabelludo en una caricia que lo induciría al sueño si no fuese por aquel encuentro que cada vez se tornaba más fogoso. Shinji le seguía el ritmo como podía, pero a veces era torpe por la falta de práctica y los nervios. Torpeza a la que Kaworu se acomodaba, dejándolo respirar unos momentos, y luego volviendo a besarlo. Se preguntó si él tendría practica, pero algo le decía que no. Que solo estaba pensando en cómo hacerlo sentir bien.

Kaworu abandonó sus labios para ir al cuello. Sujetó su cintura, como si así impidiera que escapase, y deslizó la lengua por su piel, haciéndole cerrar las piernas. Esos besos empezaban a despertar ciertas sensaciones en su cuerpo. Lo estremecían, le hacían cosquillas. Estaba ansioso.

—Shinji... —lo llamó al oído, subiendo una mano por su pecho, llevándose la playera en el camino. Rodeó el pectoral y presionó. Shinji ahogó un jadeo. Nunca lo habían tocado así, lo máximo que había hecho en su vida fue besar. Desconocía los estímulos que estaba recibiendo y temía que el placer huyera de la garganta— ¿Estás cómodo?

Asintió, abrazándose a su espalda. Kaworu sonrió contra el lóbulo de su oreja y lo atrapó con los dientes.

—Qué suave... —balbuceó, cerrando los labios en su lóbulo. Lo acarició con la punta de la lengua, sintiendo más aquella suavidad. Para él, que nunca había tocado otro cuerpo humano, era todo una novedad. Un descubrimiento. Lo único que sabía del cuerpo humano era lo que había leído. Siempre solo y apartado del mundo, en el refugio que le había brindado SEELE, tenía libros. Una habitación oscura llena de libros sobre la humanidad; uno de ellos hablaba de la reproducción humana. No le llamó la atención hasta que leyó el término "placer". Desconocía lo que era, pero ahora, en ese momento, lo estaba conociendo. El placer de tocar a otro, de hacer sentir bien al otro. A él.

Alegría [KawoShin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora