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Los pétalos de sakura bailan en el aire para luego caer delicadamente en el concreto. No sabía que ya era momento de primavera. Tampoco sé si es que el tiempo ha pasado muy lento o muy rápido. Mi percepción del tiempo está jodida. 

No se me ha permitido salir de mi habitación. Para mi sorpresa, Gojo resultó ser muy estricto respecto a eso. Ni siquiera puedo vagar por los alrededores de la escuela. Tampoco se me permite conocer a más gente además de Itadori Yuji y quien sea que Gojo deje pasar. Más que protegerme, parece que me tiene como su esclava. Recluida de los demás.

Claro, yo tampoco salía mucho cuando vivía sola; pero tenía la libertad de hacerlo cuando se me antojara. Ahora necesito del permiso de un idiota con cabeza de cotonete para siquiera salir al pasillo. De saber que estaría así, probablemente habría preferido revelar mi ritual para protegerme. Incluso si debo atenerme a las consecuencias de que tanto los buenos como los malos me quieran de su lado.

Aunque la situación es como lo que me dijo Sukuna alguna vez. Mi ritual es demasiado poderoso, no puedo ir mostrándolo como si nada. Nunca se sabrá la intención con la cual se me acerquen las personas. Tsk. Idiota. Siempre creyendo que no puedo protegerme sola. Ya le di una paliza una vez. Con el único con quien tendría precaución sería Satoru.

Es mi primer día aquí. Me trajeron mi primera comida. Nada mal, para ser sincera. El resto del tiempo la he pasado leyendo libros que he leído más de diez veces y viendo a través de esta gran ventana. Pocas veces veo a gente pasar. Los estudiantes son escasos, al igual que maestros y demás. De no haber conocido a esas tres personas ayer, pensaría que es una escuela fantasma en la que se aloja Gojo.

Escuché el sonido de alguien tocando la puerta. Simplemente indiqué que puede pasar. No quiero pararme de aquí para ir a abrir la puerta. Su puede tocarla, puede abrirla.

—Nakamura-chan~

La voz de Gojo invadió mis oídos y no pude evitar rodar los ojos mientras que mi cuerpo sigue apuntando hacia la ventana.

—¿Qué?— mi tono es abrupto, indicándole que prefiero estar sola a mal acompañada.

—He traído a alguien que debes conocer— anunció capturando mi atención.

Al girar mi cabeza pude ver a un chico joven. Un adolescente. Cabello rosado con un corte que dejaría pensar que su cabello es teñido; aunque ese no parece ser el caso. Tiene grandes ojos de color café y marcas que podrían hacerse pasar por ojeras, pero que realmente son aperturas para los ojos de Sukuna. Sí. Es su contenedor. Itadori Yuji. Apenas mis ojos conectaron con los suyos, pude sentir una ráfaga caliente en mi interior.

Él comenzó a tocar del pecho. Se quejó un poco. Ah, entonces puede sentirlo. Puede sentir la conexión dentro de él. Así como mi marca ha empezado a arder, probablemente lo mismo ha pasado con él. Su interior arde. No faltará mucho tiempo para que Sukuna se presente en la forma que pueda y luego le pida al chico que le seda su cuerpo.

—El dolor se irá— informé al chico. Su mirada, la cual se había desviado al suelo debido al dolor, volvió a conectarse con la mía—. Solo ocurre de vez en cuando. Aunque me ha ocurrido dos veces en los últimos tres días. Tiene su explicación.

Me levanté de donde estaba para caminar hacia el chico, quien es unos pocos centímetros más alto que yo. Puse mi mano en su pecho. Evidentemente, sentí a Sukuna dentro. Ha sido como una corriente eléctrica que buscaba obligarme a hacerlo salir. No funcionará. He aprendido a controlar mis impulsos las últimas vidas. Los últimos mil años.

C U R S E D||SukunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora