Tadashi en su infancia amaba por completo a las mariposas, le parecían bonitas y delicadas pero su amor por ellas se esfumó cuando creció.
Kei caminaba a paso rápido entre los árboles, ya no necesitaba la ayuda de Sugawara para encontrar la casa o salir del bosque, había pasado tanto tiempo visitando el lugar que ya se había aprendido la ruta. Cuando llegó lo primero que vio fue la misma imagen que se repetía desde la primera vez que conoció el lugar, a Tadashi fumando en la entrada de la casa mientras miraba concentrado las copas de los árboles.
— Cada vez que te veo siempre estás perdido en tus pensamientos — comenta burlón Kei, Tadashi se había asustado. — es una mala costumbre tuya.
— Claro que no — y un bonito puchero sale a relucir en la cara del pecoso — no sabes lo tranquilizante que es dejar la mente en blanco, es como si descansara todo lo que no puedo descansar desde hace tiempo.
Kei solo pensó que era ahora o nunca.
— Quiero que vengas a vivir conmigo.
El corazón de Tadashi al fin se rompió por completo.
— ¿Qué?
— Quiero que vengas a vivir conmigo, ya sabes, como una pareja y eso. Se que no puedes alejarte del bosque y aun no sé el porqué... Pero también puedo vivir aquí contigo, no hay problema.
Tadashi negó con la cabeza, hay problemas, muchos problemas.
— No puedes y no puedo, Kei.
Tsukishima se quedó en silencio, muy pocas veces Tadashi ocupaba su nombre, sólo era en ocasiones muy serias.
— No quiero que vengas a vivir conmigo y no puedo ir contigo, apenas y puedo pasar dos árboles sin sentirme mal.
Kei mordió su labio inferior algo molesto, y dijo — Entonces... Si llegamos a tener una relación...
— Nunca llegaremos a tener una relación, Kei — interrumpió Yamaguchi algo adolorido, no le gustaba el rumbo de esta conversación.
Tsukishima también estaba dolido.
— ¿Por qué no? Estamos bien y podemos avanzar, no sólo amigos y lo sabes.
Tadashi se estaba rompiendo en este punto.
— No, no podemos.
Ya ninguno sabe en qué momento fue que las lágrimas comenzaron a salir.
— ¿Por qué? Dame una buena razón y dejo de insistir, porque insistiré hasta que me digas que sí.
Tadashi esta vez fue él quien mordió su labio hasta que sangraran un poco.
— Porqué no... — y fue imposible que Tsukki entendiera esos murmullos.
Y Tadashi se dio cuenta cuando miró la cara de desconcierto del rubio, quería reír pero no era el momento.
— Kei... Yo — Yamaguchi por fin rompió en llanto. — Yo quiero. Yo quiero estar contigo, también me gustas y demasiado que hasta me da miedo. Pero no puedo hacerte esto, no a ti, no como lo hice a mis seres queridos así tiempo.
— ¿Qué?
— Kei. Yo morí mucho antes de que tú nacieras, mucho antes de que tu abuela entrara a la universidad y comenzará a formar su familia. — Tadashi tocó con delicadeza las mejillas del contrario, limpiando cada gota salada. — dejé de respirar al tiempo después de que me perdiera en el bosque por culpa de los chicos mayores.
Tsukishima traba de controlar su respiración, de controlar el llanto y poner en orden sus pensamientos.
Tadashi solo sonrió, una mínima sonrisa para calmar al menor, abrazó al rubio y se dejaron caer al piso, para que fuera mucho más fácil el abrazo.
— Te amo. Pero yo deje este mundo hace bastante tiempo, mi cuerpo está dentro de esta casa y no puedo alejarme de ella.
Y Kei por fin vio como era en realidad el hogar de pecoso, no era un lugar brillante y limpio, la casa estaba desgastada, llena de tierra y se podía ver como habían algunas zonas donde se había derrumbado.
— Esa noche perdí a mi compañero — dijo mientras acariciaba las hebras rubias. Kei se sentía como un niño — seguí mis instintos y terminé aquí.
— Tienes pésimos instintos. — susurro el menor dolido.
— ¿Verdad que sí? — dijo algo divertido — pero no interrumpas, cariño... Mi plan era solo pasar la noche y cuando saliera el sol volver a casa, la casa estaba igual que ahora, abrí la puerta y entre a una habitación, pero apenas entre una parte del techo de cayo y no podía salir del cuarto, intente por todos los medios tratar de abrir la puerta que fue imposible. Y antes de que me diera cuenta, una parte de la pared junto al techo se desplomó sobre mí, quedé atrapado sin salida, grité por ayuda hasta que mi garganta doliera y al poco tiempo las fuerzas se fueron de mi cuerpo y dejé de respirar. Mi último pensamiento fue "aún no quiero morir, quiero seguir aquí y vivir un poco más" y así fue como estoy aquí por un deseo egoísta.
Tadashi rió un poco tratando de alivianar el ambiente, cosa que no pudo.
— Estuviste solo — dijo con voz apaga Tsukki.
— No, al poco tiempo había parecido Koushi para hacerme compañía. Y si te preguntas si Sugawara también murió por esta zona, pues si, también había fallecido por aquí.
Tsukishima abrazo con fuerza el cuerpo del pecoso, casi dejándolo sin respiración, pero él ya no respiraba, no era un problema.
— ¿Sería muy egoísta si te pudiera que te quedaras conmigo? — preguntó Tsukki mirando la cara del pecoso.
— Por supuesto que sí, pero me sentiría muy feliz que lo hicieras. Pero por eso mismo debo despedirme.
— ¿A qué te refieres con despedirte? — el pánico se notaba en la cara del rubio.
Kei solo vio como el cuerpo de Tadashi se convertía en pequeñas mariposas negras y un olor a quemado inundó sus fosas nasales, la casa se estaba quemando. Tsukishima trataba de reunir las mariposas, no quería que Tadashi desapareciera, claro que no.
Pero cada vez que tras taba de tocar una se quemaban para volver cenizas. Kei dejó de respirar correctamente y sentía una opresión en el pecho, para despertar con lágrimas acumuladas.
Sentía un mal presentimiento y salió de casa rápidamente, cuando estaba corriendo por el bosque sintió el olor a madera quemada y las lágrimas no se hicieron de esperar.
La casa que había visitado durante casi toda su infancia se estaba quemando de apoco y una tela se encontraba en la entrada del hogar en llamas, Kei corrió para poder recogerlo y pudo identificar como el Kimono que ocupó Tadashi la primera vez que se vieron y también la pipa que siempre llevaba consigo.
Kei esa noche gritó toda la frustración y el dolor que sentía, hasta que el sol comenzó a iluminar el cielo y los pájaros cantaban su canción, la casa se había apagado hace un rato y Tsukishima no podía mirar los escombros que quedaban, solo tomó esas dos pertenecías que había dejado el pecoso y se fue a su hogar.
Desde ese momento Tsukishima Kei ocupaba cada vez que podía ese kimono y había comenzado a fumar para poder ocupar aquella pipa, con el pensamiento de poder sentir la presencia del peli verde. Lloraba cada vez que recordaba y rezaba todas las noches para que el pecoso lo esperara.
El cuervo blanco cuidaba a lo lejos al rubio por petición de una mariposa.
Y aunque Kei no lo notara, una mariposa lo visitaba todos los días. Tadashi lo miraba y cuidaba y también esperaba para poder encontrarse en la otra vida.
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¡Muchas gracias por llegar hasta aquí!
Me costó un poco terminar esta historia pero aquí estamos jajajja.
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Mariposas // Tsukkiyama
أدب الهواةKei ama a las mariposas. Tadashi amaba a las mariposas.