─━XI. Sentir y llorar

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ONCESENTIR Y LLORAR━━━─┉─ • 𖥸 • ─┉─━━━

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ONCE
SENTIR Y LLORAR
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En primera instancia, no siente.

Ash permanece de pie entre las sombras y simplemente observa; simplemente siente. Permite que los rayos de sol le pasen por encima y que el viento le estremezca los oscuros cabellos, que saque de encima todo lo que él no quiere.

Ash, de pie y con sus anteojos, atrae montones de miradas, montones de atención, pero permanece ahí en espera; aguarda sabiendo que no hay nada mejor que tardes como aquellas, que noches como la que está por presenciar.

Ash aguarda, porque a veces eso es todo lo que sabe hacer en realidad.

El suave sonido del viento es como una canción, el crujir de las hojas son las voces, y el goteo de la pequeña llovizna cayendo a su alrededor son los instrumentos. Cantan una balada que le hace querer bailar, que despiertan sus deseos de tomar a alguien de la mano y llevarlo a una imaginaria pista de baile. Se pregunta si quizás, si preguntara, Satoru querría bailar con él.

Está interesado en ti, es lo que recuerda que le dijo Gina una vez, cuando ella tuvo que ir sola a Tokio porque los Altos Cargos estaban aterrados de que hubiera un encuentro entre ellos dos. Pero Satoru era impulsivo, infantil, era un idiota más veces de las que no, y por supuesto que se había presentado ante Gina para preguntar por él. Me parecía demasiado animado el momento en que preguntó por ti.

El sol brilla por encima suyo y entonces, finalmente, el crujido detrás suyo viene del césped y no las hojas.

—Bienvenido.

Su voz suena a una canción, también.

No hace falta que Ash se gire para mirar al recién llegado, no hace falta que haga nada, así que permanece de pie contemplando el vacío, hasta que su acompañante se posa a su lado.

Huele a panecillos recién hechos y a pastel de frutas. Huele a infinidad y un poco a colonia, un poco a libertad. Huele a algo que Ash no tiene, que jamás tendrá.

Una de sus comisuras se alza, y aunque Ash no puede, la siente.

—Ah, debo admitir que me sorprendió tu llamada, querido Ash.

Satoru es como un jardín de flores silvestres con hierbajos en las raíces, es como ese gran árbol que te suena que es histórico, ese precioso lugar al que anhelas ir pero no puedes porque está lejos, porque está fuera de tu alcance.

Ash no es alguien que anhela, que desea. El quiere y el hambre en su interior es rara vez saciada.

Antes, cuando el mundo era más cruel, Ash se alimentaba de basura y sobras de comida, hurgaba en botes de basura y robaba carteras de bolsos ajenos; a los turistas y a los habitantes, a quien fuera.

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