* ━━━━━PRÓLOGO

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PRÓLOGO
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Ahora imagina mi futuro estando maldecido por una maldición. ❜

Tokio es ruidosa

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Tokio es ruidosa.

Es lo primero que notan al llegar, las personas moviéndose de lado a lado sin ninguna preocupación aparente y los miles de sonidos rebotando de una esquina a la otra, sus oídos yendo ligeramente sordos y sus sentidos llenándose de estática en tan solo minutos.

No es muy distinta de Nueva York, piensa él mirando a su alrededor, pequeños detalles resaltando casi de inmediato al borde de sus sentidos. Se siente familiar, concluye, pasando la yema de sus dedos por encima de una baranda que divide un parque del resto del distrito de tiendas, siendo capaz de escuchar el gotear de una cascada artificial probablemente construida en el interior del lugar. Las hojas de los árboles se mueven suavemente, el viento cantando a través de ellas.

Ash tira levemente su cabeza hacía atrás, su boca curveándose en una pequeña sonrisa que le hace sentir satisfecho con el sitio.

Es tan parecido a Nueva York, y aún así, tan distinto a su propia manera.

—Ash —dice su acompañante, y él tilda ligeramente su cabeza, aún mirando hacia arriba, y echando un vistazo hacia donde se encuentra ella—. ¿Te encuentras bien?

—Puedo soportarlo.

Es lo que responde, sabiendo que, incomodidad o no, su labor es permanecer aquí y exterminar la amenaza, erradicarla de la faz de la tierra y probablemente hacer otro par de cosas que no tienen cabida dentro de su comodidad. Vino aquí con un objetivo, bajo un mandato, y los superiores no podrían preocuparse menos por él si así lo quisiesen.

Gina no parece convencida, pero de nuevo, no es un lujo que puedan permitirse. Ash sabe esto, Gina sabe esto. Ambos tienen la responsabilidad de comprenderlo y soportarlo y llevar a cabo lo que sea que les hallan encomendado.

La mujer suspira, asintiendo. Ash le dedica una breve sonrisa antes de volver su vista hacia el cielo, en dónde el sol brilla de la misma manera en la que Tokio lo hacía; sin ninguna preocupación.

Entonces, ahí, al borde de su radar y pisando cautelosamente alrededor de su consciencia—lo siente. La energía pisando grande y dejando huellas tras de sí, arrastrándose como una babosa lo haría sin protección, lenta pero a prisa, con cada una de las intenciones de llegar a un lugar seguro enseguida.

Ahí está, a su alcance. Básicamente puede sentirse a sí mismo cerrando sus dedos alrededor de ella, extinguiendo el sentir y el sabor, erradicando el mal y justificando su existir.

Ash ladea su rostro, encarando allá por donde se alza el Skytree y su pequeña sonrisa se convierte en una llena de energía, de malicia, de sed.

Su rostro, sin embargo, ese permanece impasible. Quieto, tranquilo.

—Ah —dice, maniobrando suavemente su cuerpo para posicionarse junto a Gina, quien tiene la misma expresión encarando la misma dirección—. Lo encontré.

—¿Ah, sí? —le pregunta, con una ceja alzada y mirada escéptica. Hay algo en su expresión que le dice que no confía en él—. ¿Lo hiciste, en verdad?

Ash pausa por un segundo, se queda quieto uno más largo, y entonces vuelve a girarse en la dirección contraria. Hay algo allá que huele podrido, que le hace sentir la piel en escalofríos, que baja por su cuello y se asienta duramente en sus omóplatos.

Tilda levemente su cabeza, confundido por un breve segundo porque por qué estaría él… pero comprende, al final, cuando presiente otra aura y entonces la presión en sus omóplatos disminuye.

—No, no. Lo siento —dice ligeramente cohibido, sus hombros rodando en ese gesto nervioso que no parece haberle desaparecido nunca—. Nuestro trabajo está en esta dirección, Gina. Lo lamento.

La mujer asiente con lentitud, y su expresión se suaviza, regresa a esa que es conocida por todos. La escéptica, la satisfecha, la expectante. Gina es una mujer de pocas expresiones durante viajes de trabajo, pero aquello jamás le quitaría la presencia que tiene.

Ella, al igual que Ash hizo anteriormente, pausa un momento y vira un poco su cuerpo hacia sus espaldas, sus cejas frunciéndose momentáneamente.

—¿Qué había por allá entonces?

—Ah —una dulce sonrisa aparece en su rostro, una que delata travesura y quizás cariño, quizás añoranza. El brillo del sol rebota en sus gafas oscuras y oculta lo que realmente siente tras ellos—. Ese solo era Satoru.

Satoru, recuerda ella y pronuncia el nombre con las letras marcadas en su cabeza, grabadas a fuego en su mente. Después asiente, comprensiva, y coloca su mano suavemente sobre el hombro de Ash, quien le mira de reojo por un segundo muy largo.

—¿Estás listo, entonces?

La dulce sonrisa se disuelve en sus labios y muere una muerte rápida, siendo reemplazada en un instante por aquella que añora violencia, que reclama sed y sangre y lágrimas, y que oscurece su lindo rostro con venganza y desapego.

—Mhm, listo, Gina.

Ella asiente, y entre el bullicio de la despreocupada gente, desaparecen.

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