ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 I: ❝El Secreto❞

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No tenía otra opción más que escribir esto y tener la fe de que en años o siglos posteriores a el que me tocó vivir, las personas pudieran creerme. Lo que me pasó a mí fue algo que jamás pensé que me ocurriría, un pecado grave, penado por la iglesia y más siendo mujer devota a ella. Sé que pensarán que asesine a alguien, o que robé, pero no, esos son pecados diminutos comparados con el que cometí, mejor dicho, el que "ellos" Me hicieron cometer. Les pido que si eres del siglo 18 o 19, no lo leas, tal vez no tengan la mente tan abierta aún, ya que mi historia es bastante fuerte, sin más, proseguimos.

Transcurría el año 1733 en la antigua España, los negros esclavos habían perdido su auge, aunque no dejaban de utilizarse, la iglesia estaba en uno de los puntos más altos sobre el señorío colonial, y ser perteneciente a ella te hacía superior al resto de las demás personas, siendo las monjas, novicias, monaguillos, sacerdotes, padres, etcétera, vistos por la sociedad como representantes de Dios o Jesucristo. Se preguntarán, ¿como puedo saber tanto sobre ese mundo? La respuesta es fácil, desde pequeña he sido parte de él, soy huérfana, y los orfanatos son los mismos conventos en el que las demás novicias estudian, las niñas como yo que no son adoptadas por nadie, son convertidas inmediatamente en novicias para posteriormente entregar los votos perpetuos y catolizarse como monja. Básicamente les he resumido mi vida, son novicia desde los quince años, no porque nadie me obligó, deseaba serlo, para mí ellas eran como Ángeles del señor, siempre tan puras y amables, las admiraba. El tiempo pasó y me convertí en la novicia superiora, la de más experiencia y madurez, apunto de alcanzar los votos perpetuos y ser una monja, mi sueño. Como novicia, tenía mandatos caritativos que la madre superiora ordenaba para todas, por ejemplo, regalar comida a familias pobres o carentes, ayudar a una mujer trastornada, cuidar de niños, ayudar a familias con problemas, en fin, pequeños trabajos que los cumplía con orgullo y total desinterés, me gustaba hacerlo.

Con todo esto, se me ha escapado decirles mi nombre, y también describirme físicamente. Me llamo Elinor María de Jesús y Sáenz, soy alta, la más alta y delgada de todas mis compañeras, piel blanca, cabello negro cual azabache, largo hasta mi cintura y siempre se torna en pequeñas ondas en las puntas, cejas finas pero detalladas, ojos grandes y expresivos color miel, nariz respingada y pequeña, y labios finos y rosas. Mi personalidad puede variar, aunque casi siempre soy seria y reservada con todos, sin embargo eso no quita que soy muy amable y amorosa, pero casi nunca río, la verdad, no tenía una vida muy divertida que digamos. Ahora que ya sabéis más de mi persona, debemos pasar a el día en que todo comenzó.

Cada que salía el Sol, todas nos levantamos para ir a la misa de la mañana, luego, toca el desayuno y apenas terminamos, nuestras superiores nos entregan nuestra labor del día, mas, el día para mi sería completamente distinto - Buenos días hermana, que la paz de Dios sea con vosotras - saludé con una ligera sonrisa a mi superior - Buenos días señorita Sáenz, tenemos un mandato único para usted, acompañeme - indicó esta con expresión seria, por lo que sin ningún pero la seguí. Por cada pasillo en el que entraba, se me hacía más cercano a la Oficina de la madre superiora, y me comenzaba a alegrar, ya que si el asunto venía directamente de ella, es porque será bastante serio y complicado, me gustan los retos, por eso mi ilusión era bastante grande. Mis sospechas eran ciertas, llegamos donde la madre superiora y me dejaron a solas con ella en su cubículo - Buenos días madre, que la paz de Dios sea con usted - saludé seriamente con mis manos detrás como señal de mi gran respeto a ella - Buenos días hija mía, Dios la bendiga, puede sentarse - agradecí y me senté en una de las sillas de madera antiquísima que había delante de su Buró y escuché con atención lo que debía de realizar - Hija mía, uno de los hombres más importantes de Castilla y León, ha venido hasta este convento buscando nuestra ayuda, verá, el cuenta con siete nobles hijos, todos mayores de veinte años, muy jóvenes e inexpertos, entre ellos no existe una relación muy buena y estable emocionalmente, y cuando oyó de los milagros que hacía una de nuestras novicias en estos tipos de casos, no dudó en pedir ayuda, esa novicia es usted hija, ¿desea aceptar este mandato? - era la primera vez que oía sobre una situación así, siete hermanos llevarse mal era preocupante, y en aquel momento mi inocencia era mayor que todo, además de las ganas que tenía de ayudar a todos costara lo que fuese, así que como estáis pensando, acepté sin dudar.

╰┄⌲❛ 𝐏𝐎𝐈𝐒𝐎𝐍 』©「VAV y Tú HOT」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora