Borrón y cuenta nueva

Capitulo 3

Sucesos Extraños (2 de noviembre)

Recuerdo que todo empezó un miércoles, faltaban aproximadamente dos semanas para que cumpliera años. No es que me diera demasiada ilusión, de hecho ni siquiera lo recordaba hasta que mi mejor amigo Víctor me lo comentó aquella mañana. Todos los días me encontraba con él a un par de calles de mi casa antes de ir al instituto, porque aunque no íbamos al mismo centro, a ambos nos gustaba vernos y comentar cómo nos había ido el día anterior. Ese era para mí el mejor momento del día, porque con él podía ser yo mismo, no necesitaba esconderme de ninguna manera como hacía con los demás, porque sabía que no me juzgaría. Normalmente me esperaba en la entrada del bosque Rigston. Un lugar hermoso al que todos temían debido a sus leyendas urbanas. Pero nunca lo atravesábamos, simplemente lo rodeábamos por un camino de tierra que nos dejaba cerca del instituto. Era la forma más rápida de llegar. Una especie de atajo que solo sabíamos él y yo.

Aquel día llegué un poco tarde al lugar del encuentro. Mi despertador, ese traidor de rutina, había fallado. Una vez más, me encontraba luchando contra un sistema que parecía empeñado en hacerme tropezar. Esa mañana no era la excepción: mi cuerpo parecía estar en una especie de huelga silenciosa, extendiendo el retraso más allá de lo aceptable. Aunque los minutos perdidos eran solo una fracción, para mí se sentían como horas.

Víctor estaba allí, sentado sobre una roca y mirando hacia el suelo, su postura relajada y confiada como siempre. Su presencia era un bálsamo en medio del caos de mi vida, un recordatorio de que había alguien en quien podía confiar. Al llegar, intenté ocultar mi incomodidad con una sonrisa, aunque sabía que no podía disimular completamente mi agitación interna. Víctor, con su mirada aguda, captó el pequeño desliz.

Pensaba que te habrías marchado. - Le dije, tratando de mantener la calma, mientras bajaba el ritmo de mis pasos, consciente de la creciente presión en mi pecho.
Víctor se giró bruscamente, y aunque su rostro se iluminó al verme, había una sombra de preocupación en sus ojos. Sabía que no podía ocultarle nada, pero prefería no hacer de esto un tema de conversación.

Y yo que no aparecerías. - Me contestó, aliviado, aunque no pude evitar notar el leve matiz de preocupación en su tono.
Nos pusimos a caminar, y la conversación comenzó a fluir con la familiaridad de siempre. Sin embargo, bajo esa superficie de normalidad, sentía cómo el peso de mis problemas se asentaba más profundamente. Sus palabras sobre mi madre y Jeremy Munroy eran como una densa niebla que no podía despejar. Aunque Víctor tenía razón en que debía enfrentar mis miedos, me sentía atrapado en un ciclo de inseguridades y angustias que no sabía cómo romper.

¿Cómo te fue el examen de ayer? - me preguntó Víctor con interés genuino, y en ese momento, la preocupación en sus ojos se volvió un pequeño consuelo.

Bueno, no me fue mal. - Respondí, tratando de sonar despreocupado, aunque la verdad era que mi mente estaba abrumada por el fracaso y la frustración acumulada.

Víctor siempre había sido sincero conmigo, y aunque a veces su franqueza era dolorosa, prefería eso a las palabras vacías. En cierta forma, sus palabras me daban consuelo, como si, al ser transparente conmigo, pudiera compartir un poco del peso que llevaba.

Sabes que no puedo hacer nada. - le dije, apartando la mirada mientras una sensación de derrota se apoderaba de mí. No era solo la presión de los exámenes lo que me afectaba; era el sentimiento constante de insuficiencia, como si todo lo que intentaba nunca fuera suficiente.
Víctor, notando mi cambio de ánimo, hizo una pequeña mueca con la boca y decidió cambiar de tema. La habilidad que tenía para leer mis estados de ánimo siempre me sorprendía, y aunque sus intentos por distraerme eran bien intencionados, no podían borrar el malestar que sentía.