Mini Alphas

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Atsushi y Akutagawa se encontraban dentro de una casa tradicional japonesa junto con su hijo. Chūya y Dazai estaba allá afuera, llamándoles, buscándolos y esperando encontrarlos.

Ahora ¿Qué se supone que harían con el niño en ese lugar? No había nadie que pudiera hacerse cargo de él mientras intentaban solucionar la situación que vivían.

Ebisu estaba asustado por el desconocido lugar que miraba alrededor suyo. Comenzaba a quejarse y a querer llorar, aun cuando sus padres estaban con él. Se aferró a Atsushi, sujetando con sus pequeños y pálidos puños en la camiseta del albino.

— Ryū, ¿Qué haremos?

Cuestionó Atsushi con preocupación, dando delicadas palmadas en la espalda del niño.

— Chūya-san y Dazai-san nos esperan afuera... No podemos mostrarles a Ebisu.

Akutagawa caminaba de un lado a otro, pensando en una respuesta a la pregunta de su novio. Si bien, no había más conocidos que Chūya y Dazai en la Yokohama distinta, bastaba con ese par para causar problemas.

— Atsushi. Vas a quedarte aquí con gatito. Otro día me quedaré yo. Nos estaremos turnando, pero pase lo que pase, no dejes que descubran nuestro nuevo hogar temporal. Si puedes, no salgas de casa hasta el anochecer, cuando yo regrese.

Ideó. Ebisu lo miraba con sus ojitos llorosos, estirando una de sus manos hacia él al ver que el azabache mayor se dirigía a la puerta. Con su otra mano, seguía sujetando la camiseta de Atsushi.

— ¡Papá!

Sollozó. Su gesto entristecía y sus lágrimas empezaban a derramarse.

El mafioso sintió una punzada en su pecho y un sentimiento de tristeza por el abandono hacia Ebisu y Atsushi. Suspiró y se acercó a ambos, abrazándolos y acariciado sus respectivas cabelleras gris y negra.

— Volveré gatito Ebisu, Atsushi Jinko. Ustedes pueden hacerlo.

Animaba, incluso cuando su tono de voz era serio.

— Ryū... ¿Por qué debo quedarme yo hoy con el niño?

Preguntó curioso. Tanto él como Ryūnosuke temían quedarse solos con Ebisu. El niño era tranquilo pero, aún así, les daba miedo fallar como padres por lo jóvenes que eran. ¿Qué pasaría si en la ausencia de uno de ellos, al niño le sucede algo malo? Era su peor pensamiento.

— Porque eres su madre.

Contestó serio, yendo de nuevo hacia la puerta.

— ¡¿Ehh?! ¡Pero también es tu responsabilidad! ¡Eres su padre!

Se quejó, levantándose de la cama con Ebisu en brazos y entregándoselo al azabache, quien se negaba a sostenerlo.

— Tú eres un Omega, Jinko. Los Omegas nacieron para hacer felices a los Alphas, dar a luz a nuestros hijos, criarlos y protegerlos hasta que son grandes. Los Omegas son buenos madres. ¿Necesitas otra razón? Los Alphas somos un asco en cosas relacionadas a la crianza, Jinko y tú lo sabes. Nosotros sólo vivimos para proteger a nuestros Omegas, pero a los niños son ellos quienes los protegen...

No pudo terminar de hablar cuando recibió una cachetada de parte de su pareja, quien lo miraba con enfado y lágrimas en sus ojos.

— Todo eso puede cambiar si tú lo quieres pero parece que ni siquiera quieres intentarlo. Todo me dejas a mí. No me vuelvas a tratar como una mujer porque ¡no lo soy, Akutagawa!

Se acomodaba mejor a Ebisu, quien podía presentir el disgusto de sus padres y estaba triste, mirando hacia Akutagawa y cómo se alejaba de él en brazos de su madre.

— ¡Espera, Jinko! ¡No quise decir eso! ¡Sólo quería...!

Lo perseguía por un largo pasillo. Atsushi no pensaba en detenerse ni mirar atrás. Sujetaba con una de sus manos la cabeza del niño y con la otra, lo cargaba mejor.

— Quizás pienses que iré por algún Alpha para tener compañero pero no me importa. Soy un estúpido Omega marcado y nadie me haría caso.

Aún molesto, hasta que oyó unos llantos infantiles detrás de él y no se trataba de Ebisu, ya que lo sostenía en sus brazos. Volteó, encontrándose con un pequeño azabache de traje enorme.

— ¿Ryū? ¡Ryū! ¡¿Otra vez?!

Dejó su capricho y bajó a Ebisu al suelo para ir con el otro niño muy parecido a su hijo. Sabía que era Ryūnosuke, lo había visto días atrás en la misma Yokohama. Eso significaba que Dazai también...

— ¡¡¡¿OTRA VEZ TÚ SIENDO UN MOCOSO, DAZAI?!!!

Se oyó a Chūya gritar desde afuera. El albino entendía parte de ese lugar y el suceso que los relacionaba a los cuatro. ¿Por qué sólo Dazai y Ryūnosuke rejuvenecían y no él y el ejecutivo pelirrojo? Tenía muchas preguntas sin respuesta.

Tan rápido como pudo, y sin importarle que lo descubrieran, Atsushi salió de la casa tradicional, con un mini Ryūnosuke y el pequeño Ebisu. Parecían un par de gemelos salvo por su color diferente de ojos.

Todo había terminado. No podía prohibirle a un niño de dos años llamarlo "mamá" frente al Soukoku. Tomaría las consecuencias de sus actos por más estrictas que fueran.

— Atsushi-kun, mocoso, ¿Akutagawa también encogió?

Miraba al mini Azabache, hasta que sus ojos contemplaron a otro niño que lo observaba escondido en las piernas de Atsushi.

— ¿Quién es ese bebé?

— E-Este niño es Ebisu... S-Saluda Ebisu...

Respondió nervioso, sintiendo esa mirada incómoda de Chūya.

— Pero... Se parece a Akutagawa...

Murmuró, Atsushi pudo escuchar aquello.

— B-Bueno, es que antes de estar en la Agencia Armada y Akutagawa en la Port Mafia, nosotros dos... Nos enamoramos y tuvimos a Ebisu...

— ¡¡¿QUÉ?!!

Sorprendido.










Por más rabietas del Sushi xd

Perdidos En Un Yokohama DistintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora