Si creían que Marine era la única artista de la familia, están equivocados. Madison podía pintar bellísimos retratos, pero solo cuando tenía una buena inspiración.
Luego de lo que había hecho con Paul, su humor estaba por las nubes. Parecía otra persona, con más sonrisas y alegre. Algo que al lobo, le había parecido lo más precioso.
Mentiría si no dijera que Paul parecía un perro moviendo su cola cada vez que la veía feliz. Bueno, Paul era un perro a fin de cuentas.
Los días pasaban, y los Imprimados cada vez eran más cercanos. Toda la manada e Improntas, estaban felices de aquel acercamiento, en especial la madre lobuna. Marlene estaba de tan buen humor, que hasta había hecho un banquete donde todos habían hablado con la pelirroja mayor, aunque no tanto, pues Paul se mostraba algo receloso cuando los chicos se le acercaban de más.
Los Imprimados, "Amigos", solían salir a caminar por la playa cuando el lobo no tenía guardias. Era un momento especial y muy íntimo, tan así que Paul amenazó a todos que en esos horarios de caminata, no los quería ver allí.
Ariadna, hermana adoptiva y de corazón de Paul, estaba más que feliz por ver a su hermano con una sonrisa boba, incluso lo molestaba con bromas, pero él, extrañamente, no reaccionaba con sus arranques de ira.
"Madison es la única en este planeta que puede domar a la bestia, osea, Paul." , había dicho Ariadna en una conversación de Improntas. Cosa que hizo que Paul cayera en cuenta de los cambios que estaba teniendo por esa pelirroja.
-Mads, Quil y yo iremos al Café-librería de Marlene, ¿Vienes?.-Le preguntó Marine a su hermana, que se terminaba de colocar un delantal especial para pintar y no mancharse.
-No, tengo un compromiso.-Respondió Madison, haciéndose una coleta de caballo.
-¿Y Paul tiene que ver con ese "Compromiso"?.-Preguntó Marine, con diversión en su voz.
Madison dejó su cabello a medio atar, volteando a ver a su hermana con el ceño fruncido. Soltó un bufido como risita.
-¿Desde cuando tú eres la que me molesta con los chicos?.-Preguntó Madison, divertida.-¿No debería ser alrevez?.
-Los tiempos cambian, Hermanita.-Burló Marine, con una sonrisa.-Me alegra que estés feliz.
Madison miró a su hermana con ternura, acercándose a ella y abrazandola con fuerza. Marine no mentía, estaba contenta con el gran cambio de humor de su hermana.
