Capítulo III.- "Ocaso"

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Los recuerdos a los que Xue Yang se había aferrado, solo volvían a su mente para causarle dolor. La fecha que tanto temía que llegase, aquella donde Son Lang aparecía de nuevo en sus vidas, estaba próxima. Xue Yang no se encontraba trise, al menos no podía nombrar de esa forma la emoción que lo invadía. Se sentía perdido en la soledad, en la oscuridad latente ante la llegada de ese hombre que le arrebataría aquello que más quería. Cuando Xiao XingChen le extendía su mano, podía salir de esa profunda oscuridad, era como si el mundo le alzara la mirada, como si la vida esperara por él. Sin embargo, ya no contaba con ello, pues trataba de alejarse, aun así, conservaba un atisbo de esperanza. Xue Yang recordó cada uno de los hechos sucedidos en ese día, así que intentó modificarlos y con ello cambiar el futuro. Entonces llevó a A-Qing a la parte más alejada de la casa principal para hablar con ella.

—Sé que no eres ciega —Xue Yang soltó de pronto y A-Qing sintió una brisa helada que recorría su cuerpo.

—¿De qué estás hablando? Claro que...

—No hace falta que mientas, lo sé, pero no te preocupes, no le diré nada a Daozhang.

—Entonces, ¿qué quieres? —protestó la joven con desconfianza.

—Solo una cosa —Al escuchar las palabras de Xue Yang, A-Qing se estremeció—. No vayas hoy al pueblo.

La joven estaba confundida, la petición de Xue Yang era demasiado simple, tanto, que en realidad era más compleja de lo que ella imaginaba. A-Qing lo cuestionó, pero Xue Yang se limitó a repetirle que no fuera al pueblo, que se quedara en la casa de ataúdes. A-Qing no tuvo más remedio que aceptar, después de todo, la petición no era difícil y podría mantener a salvo su secreto.

Durante ese día, ninguno de los tres salió de la casa de ataúdes, tampoco a la cacería nocturna, Xue Yang fue hábil al convencer a Xiao XingChen para que no fuese. Consideraba que sería difícil evitar que Xiao XingChen saliera a cumplir con su deber de taoísta, pero solo bastaron unas cuantas palabras para convencerlo, ya que haría lo que fuera por recuperar su antigua relación. Sin embargo, Xue Yang desconocía el gran peso que tenía en el corazón de Xiao XingChen.

Las velas se apagaron, Xue Yang le cedió de nuevo su cama a Xiao XingChen para él dormir en el piso, pero cuando se dio la vuelta, Xiao XingChen lo abrazó desde la espalda. Aunque no podía ver, la relación que había forjado con Xue Yang le permitía percibirlo a través de su esencia y con ello lograr alcanzarlo con las manos.

—¿Daozhang? —preguntó el joven desconcertado.

—No es necesario que te vayas —Le susurró al oído al estrecharlo.

Esa suave voz le hizo sentir débil y su toque envió una descarga eléctrica su cuerpo, la cual le hizo temblar con sutileza. Estaba por sucumbir ante sus deseos, pero las imágenes del pasado golpearon con fuerza en su cabeza.

—Hace calor, prefiero dormir solo —Xue Yang retiró con cuidado los brazos que lo envolvían.

Se creó un extraño silencio entre ambos, el cual lo absorbía y mantenía alejado de Xiao XingChen, con la mano extendida en dirección a donde ese joven se había ido. La melancolía invadió la casa esa noche, asentado una sombra en sus semblantes, la cual era más oscura que la noche misma. Xue Yang miraba el techo, no podía conciliar el sueño, reflexionaba sobre si no hubiera conocido a Xiao XingChen, si no hubiese sido tocado por su amabilidad, así no sentiría el dolor de su perdida, no tendría nada que lamentar, prefería haber muerto aquel día que lo encontraron tirado en el camino.

—«Recuerda que no significas nada para él... de lo contrario no podré permanecer a su lado» —Pensaba Xue Yang cerrando los ojos con fuerza.

Redención para el VillanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora