Capítulo 1

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Los Santos. Las 04:13 am.

Estaba oscuro. Muy oscuro y silencioso. No podía ver lo que había más allá de los quince metros. Respiraba agitadamente y sudaba. Estaba asustado. Sabía que en cualquier momento volverían a aparecer. Siempre lo hacían.

Comenzó a caminar lentamente en cualquier dirección tratando de no hacer ruido. Caminaba y miraba en todas direcciones esperando ver aparecer algo de entre las sombras. Y entonces, un susurro. Y después, otro más. Sin pensárselo dos veces, empezó a caminar más deprisa con el corazón latiéndole con fuerza. Ya habían llegado. Fueran quienes fuesen se habían dado cuenta de que estaba ahí una vez más.

- ¿A dónde vas? Solo queremos saludarte.

Se paró en seco en mitad de la nada. Era una voz dulce y agradable. La voz de su madre. Hacía mucho tiempo que no la escuchaba.

- ¿Mamá?

- Si, cariño. Soy yo. Tu padre también está aquí. Solo queremos saludarte.

- ¿Dónde estamos?

- Eso no importa cielo. Hace mucho tiempo que no nos vemos. ¿Acaso no quieres hacerlo? Tu padre y yo te echamos mucho de menos.

Escuchó unos pasos. Con miedo, se giró, pero no vio nada.

- ¿Dónde estás mamá? Tengo miedo, no quiero estar aquí.

- ¿Qué ves a tu alrededor?

- Nada. Es como una dimensión oscura y sin fin. No me dejes solo, no quiero que vuelvan y me hagan daño, por favor.

- No te preocupes, mamá va a cuidar de ti.

- Pero no te veo. ¿Dónde estás? Ven rápido por favor.

- Voy cielo, voy.

Los pasos se intensificaron. Los escuchaba por todas partes y se sentía cada vez más nervioso. Quería ver a su madre, pero tenía miedo de que ellos aparecieran antes que ella. Se sobresaltó cuando noto un peso sobre su hombro izquierdo. Se giró, y lo vio. Una mancha oscura con forma humana. No tenía ni ojos ni boca, pero hablaba y lo observaba. Echó a correr lo más rápido que pudo mientras aquel ser lo perseguía.

- ¡No puedes irte así! ¡Vuelve!

- ¡No eres mi madre! ¡Eres uno de ellos! ¡Eres un monstruo!

- ¡No puedes escapar de nosotros! ¡Tarde o temprano te atraparemos y serás nuestro para siempre!

Corría sin parar con el corazón a punto de salírsele del pecho. Sabía que iban a atraparlo. Siempre lo hacían. Era imposible escapar de ellos. Estaban por todas partes y lo sabía a pesar de no verlos. Y entonces, la luz. El pequeño punto de luz que brillaba a lo lejos. Obligando a sus piernas a obedecer, corrió más deprisa, pero era imposible dejarlos atrás. Los escuchaba cerca.

- Nunca saldrás de aquí.

- Eres nuestro.

- Te atraparemos.

- No puedes huir de lo que no ves. Nunca sabrás quienes somos. Nunca.

- Solo hay oscuridad. No puedes hacer nada.

Se despertó agitado. Había vuelto a tener la misma pesadilla de siempre. La horrible pesadilla que se repetía noche tras noche. A tientas, buscó a su compañero con la mano.

- Estoy aquí tío. No pasa nada. Solo era una pesadilla, tranquilo.

- Vale, vale. Lo siento.

- No pasa nada. He intentado despertarte, pero no lo hacías -Cogió su mano y la acarició-. Ahora todo está bien. No te preocupes.

- Gracias. ¿Cómo está el día?

- Túmbate e intenta dormir. Te lo contaré.

Ambos volvieron a tumbarse y se cubrieron con las sábanas.

- Todavía es de noche. Hay luna llena creo. La ciudad está vacía y hace un poco de viento.

- ¿Hace mucho viento?

- No. Solo un poco. Los árboles se mecen lentamente y algunas hojas se las lleva el viento.

- ¿Qué más?

- Se pueden ver algunas estrellas.

- ¿Son bonitas?

- No se ven muchas desde aquí por culpa de la contaminación lumínica, pero sí, son muy bonitas. Hay un montón y brillan. Ojalá pudieras verlo, te encantaría.

- Si, estaría bien. Verte a ti. Ver el sol, y las nubes. A los niños jugando en el parque y a los ancianos paseando por la calle.

- Es tarde, deberíamos dormir.

- Si. Perdón. Buenas noches tío.

- Buenas noches hermano.

El mundo a través de tus ojos - IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora