Los Santos. Las 17:43.
- Pero, entonces, ¿a ti te gusta ese hombre?
El rubio se lo pensó durante un par de segundos. Se lo pensó más que nada para darle un poco de dramatismo a la situación, pues tenía la respuesta clara. Desde que lo conoció, se había sentido atraído hacia él. Primero por su olor, luego por su voz, y por último, por su manera de ser.
Después de casi un mes de haberse conocido, se sentía más seguro de sí mismo y de la relación que mantenían. Pero, ¿era una relación amistosa o había algo más profundo? Por su parte, si. Había algo más profundo que una simple amistad. Se sentía feliz cuando estaba con él, le gustaba escucharlo hablar, aspirar su aroma y guardarlo en lo profundo de su ser para poder llevar el recuerdo de ese agradable olor a cualquier lugar que fuese y recordarlo con añoranza.
- A ver... Gustar, gustar... -Se inclinó hacia adelante en el sofá y apoyó la barbilla sobre la palma de su mano- Si. A ti no puedo mentirte Horacio. Me gusta. Y mucho además.
- Y hablando en palabras un poco mayores... ¿estás enamorado?
Enamorado. Esa era una palabra fuerte. Una palabra de la cual, él aún desconocía su significado. Nunca había estado enamorado. Sí. Había mantenido una relación amorosa con un hombre años atrás, pero no se había enamorado de él. ¿Cómo se supone que es estar enamorado de alguien?
- No. No creo, vaya. Ni siquiera sé lo que se siente al estar enamorado. ¿Cómo puedo saber que lo estoy?
- Cuando estés, lo sabrás. Creeme. Es un sentimiento inigualable. Cuanto te enamoras, lo sabes. Es algo que no se puede explicar con palabras. Solo puedes sentirlo y disfrutarlo.
Pensando en él, se recostó sobre el blando respaldo del sofá y siguió divadango entre sus pensamientos. ¿Podría llegar a enamorarse de él? Y lo más importante, ¿llegaría él a enamorarse de un chico como él? ¿Podría llegar a aceptar su condición y dejarse llevar por lo que le dijera su corazón? Por lo poco que se había abierto hasta ahora, pudo comprobar que era un hombre melancólico. Un hombre, que por sus palabras y su tono de voz, lo había pasado realmente mal en su vida y eso lo hacía sentirse mal. Como si algo grande y pesado le oprimiera el pecho. Estaba dispuesto a ayudarlo en lo que le fuera posible. Escucharlo, abrazarlo, apoyarlo y aceptarlo tal como era. ¿Acaso eso era amor o altruismo? No estaba seguro de si lo que realmente sentía por él era amor, pero sabía que le gustaba mucho. Que le encantaba pasar tiempo con él, escucharlo hablar y reír juntos de cualquier estupidez. Fuera lo que fuese lo que sentía, estaba dispuesto a avanzar aún más en la relación y descubrir qué era lo que realmente sentía por él. Y sobre todo, tenía ganas de saber lo que se sentía al estar enamorado.
- ¿Y si llega a darse el caso de que me enamore de él, y sea el único gilipollas?
- Entonces, déjame decirte amigo mío, que vas a estar muy, pero que muy jodido.
Los Santos. Las 17:43. En otro lugar de la ciudad.
Se encontraban sentados en la terraza de una cafetería bajo el sol bebiendo a pequeños sorbos los cafés con hielo. Era un día caluroso. Uno de esos días en los que no importa cuán poca ropa te pongas, pues hagas lo que hagas, te sentirás arder en el fuego del mismísimo infierno.
Estaba pensativo. Tenía la mirada fija y perdida en las baldosas del suelo y el cigarrillo que sostenía en la mano izquierda se iba consumiendo poco a poco dejando una larga y débil ceniza. Llevaba varios días así. Pensativo. Se sentía confuso con sus pensamientos y sentimientos.
- ¿Se encuentra bien, Conway?
Parpadeó un par de veces y levantó la mirada. Miró a su compañero, le dió un golpe al filtro y dejó caer la larga ceniza en el vacío cenicero.
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El mundo a través de tus ojos - Intenabo
FanfictionConway conoce a Gustabo García en una librería y en ese instante se interesa por él, puesto que le llama la atención su desenvoltura en el mundo teniendo en cuenta que el chico es ciego. ¿Se enamorará el joven invidente de él? ¿Será capaz Conway de...