Capítulo 3

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Los Santos. Las 12:37 pm.

Se sentía avergonzado por su anterior comentario. Quería que se lo tragara la tierra. Había sido demasiado estúpido al no fijarse y había metido la pata con el comentario de las gafas de sol.

- Joder. Yo... Lo siento. No me estaba riendo de ti. No me he dado cuenta de que llevabas el bastón y todo eso.

- No se preocupe señor que huele bien. No me ha molestado el comentario. De hecho, me ha hecho gracia.

- ¿Te ha hecho gracia?

- Claro. Usted me ha dicho si era capaz de ver algo con las gafas de sol aquí dentro, y me ha hecho gracia porque realmente no puedo ver nada. ¿Entiende?

- Si.

- Humor de ciegos, el mejor humor del mundo.

Le resultaba extraño ver que el chico era tan feliz y agradable. Pero le resultaba aún más extraño ver que podía llegar a desenvolverse tan bien en público y no dejarse condicionar por su ceguera. Le llamó la atención su manera de ser y hablar y la capacidad que tenía para darse cuenta de las cosas aun sin verlas. Era un chico especial y algo dentro de él quería conocerlo, pero le daba miedo preguntar algo indebido o meter la pata de nuevo.

- ¿Usted como se llama?

- Perdón, ¿qué has dicho? Es que no estaba escuchando.

- No se preocupe. Le he preguntado como se llama.

- Ah, claro. Jack Conway.

- Tiene un nombre muy bonito.

- Gracias.

- ¿Cómo se llama su perro?

- ¿Mi perro?

- Si. No solo huele a colonia señor Conway, también huele a perro. Recuerdelo, los ciegos, somos como los perros. Como no podemos ver, nos centramos más en los demás sentidos, como por ejemplo, el olfato.

- Claro, si. Mi perro se llama Ivadog, está fuera.

- ¿Puedo conocerlo? Adoro los perros.

- Bueno... Si quieres te lo enseño. Digo... Perdón.

El chico volvió a reírse y sujetó el bastón con fuerza.

- No pida perdón hombre. No pasa nada, no me molestan esos comentarios la verdad. Y sí, me encantaría ver al perro. ¿Me acompaña a pagar los libros y después me presenta a su mascota?

El mayor asintió con la cabeza volviendo a sentirse estúpido al segundo. Desde que empezó a hablar con él, no había hecho más que meter la pata, hacer comentarios estúpidos y preguntarle cosas sin sentido.

- ¿Necesitas ayuda?

- No gracias. No se preocupe. Mi mejor amigo el bastón me ayuda mucho.

Caminó detrás del chico atento a todos sus movimientos. No ponía en duda sus capacidades, pero le daba miedo que pudiera tropezar y caerse al suelo. Quería mantenerse cerca de él para ayudarlo y hacerle sentirse seguro.

- ¿Ya tienes los libros que querías, Gus?

El rubio dejó los libros sobre el mostrador.

- Si Daniel. Esta es la única librería que tiene libros en braille.

- Hay que pensar en todo, además, eres un cliente habitual. Siempre estás aquí toqueteando todos los libros hasta dar con el indicado.

- Tengo ojos en las manos, ya sabes.

El mundo a través de tus ojos - IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora