Tu marcha

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Y aunque siempre me había compadecido de las personas a las cuales se les había fallecido un familiar, hasta que no te toca no sabes lo que se siente de verdad y lo que verdaderamente duele.

Cuando fui al tanatorio vi a tu abuela sentada en una silla y nunca había visto así a  tu abuela, estaba destrozada sus ojos reflejaban dolor.
Me acerqué a tu abuelo que estaba más cerca de tu ataúd, me agarró las manos, me besó una de ellas y me dijo " ¡ay!, Se me ha ido ", mire tu ataúd, mis ojos se llenaron de lágrimas y en mi garganta se produjo un nudo y no supe qué contestarle, me quedé en silencio y me senté a su lado. Miraba de vez en cuando tu ataúd y no me lo creía, me parecía una situación irreal.

Llegó la hora de la misa, la hora para despedirte para siempre. Acompañé a tus pobres abuelos. No paraban de llorar, estaban destrozados y nunca los había visto tan mal, en sus ojos se veía dolor, tristeza, pena…

Aquí acabo mi vida y empezó una historia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora