Suspire con cansancio al tener que limpiar por tercera vez aquella mesa tan sucia, después de lo ocurrido con Alexander no supe más de él. No se había vuelto a presentar ante mi y ya de eso habían pasado cuatro días, quedaban solo tres para que se acabase mi oferta. Al día siguiente de lo ocurrido mamá me había preguntado por él y el trabajo que había supuestamente conseguido pero dado que no pensaba verlo otra vez le mentí diciendo que había renunciado. Mamá se había enfadado tanto que había sido obligada a trabajar ya que no podía estar haciendo el vago siempre, así que ahora estaba trabajando en el único sitio donde había un puesto libre. En el bar donde aquella vez había ocurrido aquel incidente. El no haber terminado la carrera hacía que las puertas del mundo laboral estuvieran cerradas para mi y aunque no quiero reconocerlo mamá tenía razón, no podía estar todo el día haciendo el vago y debía empezar a trabajar. Por eso ahora me encontraba limpiando las mesas de aquel bar. Era mi segundo día y por suerte no había ocurrido ningún incidente, todo parecía normal y habían pocas personas. Tenía un compañero de trabajo un tanto pesado pero también era muy divertido.
-Cass te toca la barra-dijo él mientras iba a atender a una de las pocas mesas que había
-No hay nadie en la barra, estoy limpiando Max-dije
-Yo soy tu jefe-dijo mientras me sacaba la lengua, puse los ojos en blanco y deje las mesas que estaba limpiando.
Me situé detrás de la barra y un tumulto de personas empezó a entrar. Todos estaban completamente empapados.
-Menuda está cayendo-dijo alguna persona
-Hoy vamos a estar a tope-dijo Max
Y efectivamente, después de que empezara a llover mucha gente entró al bar para refugiarse y mientras esperaban a que dejara de llover consumían bebidas. Estaban completamente llenos y después de varias horas sirviendo y limpiando al final fue la hora de cerrar.
Algunas personas eran difíciles de echar pero al final pudimos con ello, terminamos de limpiar y recoger el bar y salimos. Mierda, seguía lloviendo muchísimo y lo peor es que no había traído paraguas.
-¿Quieres que te lleve?-preguntó Max ya en su coche
-No, gracias-
-¿Segura? No tengo problema de dejarte en tu casa-
-No, gracias-reitere
-Como quieras-dijo y se fue
La verdad es que no me apetece subirme a un coche con una persona que aunque era amable solo le conocía de dos días. Ya había caído en confiar en alguien demasiado pronto, no podía volver a caer en eso.
Salí de la zona cubierta del bar y empecé a correr, me estaba empapando.
Lo peor de todo es que el bar no quedaba cerca de casa, aún me quedaba un largo recorrido entonces deje de correr y empecé a caminar de forma tranquila, igualmente iba a mojarme, mejor era mojarme a mojarme y caerme por estar corriendo.
No había gente en la calle, estaba completamente sola pero de repente sentí una presencia a mi espalda. No le tome importancia porque podría ser una persona que simplemente iba pasando pero empecé a preocuparme cuando esa presencia no se iba después de diez minutos caminando.
Empecé a asustarme y decidí meterme por la primera calle que viera para así evitar que me siguiera pero en cuanto doble a la izquierda esa persona también lo hizo, ahí sí empecé a temer lo peor. Necesitaba llamar a alguien. Busqué mi móvil pero no lo encontré, mierda, donde lo había metido. No podía pararme a buscar ahora mismo mi móvil así que empecé a correr, escuche como corrían detrás de mí. Estaba completamente aterrada, no quería que me pasara nada pero tampoco tenía alguna forma de avisar a alguien. Corrí aún más rápido y me metí por un callejón para esconderme detrás de un cubo de basura. Estaba totalmente asustada y aproveché ese momento para buscar mi móvil, lo encontré al fondo de mi bolso pero no fue lo único que encontré, también encontré el papel con el número de Alexander.
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Cassandra
Teen FictionLas apariencias engañan y lo descubrirás a lo largo de esta historia donde verás donde no todo es lo que parece.