CAPÍTULO CUATRO

61 11 0
                                    

Hagamos un pequeño viaje al pasado. Será corto.

Okay bueno, no tan pasado.

La tarde del Tres de marzo, en el horario comprendido entre las cinco y las seis de la tarde, antes de recibir el texto de Vanessa, me encontraba yo sola en casa, mi madre y mi hermana habían salido a ya no recuerdo dónde y me habían dejado a cargo de la casa. Había buscado mil y un maneras de pasar el rato sola y entretenerme a mí misma hasta que llegara mi hermana (quién ya sabía acerca de Vanessa por cierto) pero no encontraba nada. Encendí el ordenador portátil y me dispuse a ver una serie. Sex Education. Iba ya en no recuerdo cuál minuto del capítulo siete de la primera temporada, lo estaba retomando hasta que de pronto mi mente empezó a divagar acerca de cierta morena de cabello oscuro. Vanessa Morgan. ¿Por qué no podía dejar de pensar en Vanessa? Pensé en escribirle un rato a Verónica para que me ayudara a distraer mi mente pero sabía bien que no terminaría prestándole atención a nada de lo que dijera por culpa de la susodicha que se adueñó de todo mi ser. Este volvía a ser uno de esos momentos en los que tenía algo atorado en el pecho pero no sabía cómo soltar el nudo. Hasta que recordé que solía escribir cosas de vez en cuando. Entonces quité la serie de la que había perdido el hilo hace rato y tomé mi cuaderno junto con un bolígrafo rosado, cerré los ojos para concentrarme mejor y luego dejé que fueran mis sentimientos los que guiarán a mí mano a través del papel.

Terminé escribiendo una especie de “poema” / “canción” pensando en ella.

GIRL CRUSH.

Escribo sobre ella porque es sobre lo único que me apetece escribir.
Intento mirar la televisión pero su recuerdo viene constantemente a mí.
Incluso cuando escucho música, solo se me viene el melodioso sonido de su voz.
No he tenido la oportunidad de detallarla mejor, pero aún así está presente.
Porque cada vez que siento que ya la superé, vuelve a aparecer tirando de mí hacia atrás.
Con un menaje es suficiente para que mi corazón explote.
Y las mariposas revolotean, sí, en mí estómago.
Solo con ella.
Y en mí mente la escucho cantar.
Sí, la estoy oyendo.
Como toca su oboe y me sonríe.
Pero entonces se vuelve hacía mí y me llama “amiga”.
Y entonces la fantasía se vuelve pesadilla.
La llamo y no responde.
Está aquí pero parece no verme.
No sé si seguir intentado.
Me estoy volviendo loca.
Ella está en mí mente a todas horas.
Aunque nunca coincidamos.
No he podido darle un abrazo.
Y es obvio que no lo sabe.
Pero mi corazón ha tomado prestado.
Me costará mucho que me lo devuelva.
Pues no es consciente de lo que se ha llevado.

Termino de escribir. Y suspiro, sin duda me siento más relajada ahora que he drenado un poco mis emociones y sentimientos por la chica del solfeo. Straight había llegado mientras yo estaba escribiendo y se paró unos segundos detrás de mí, mirándome escribir, luego se marchó y cuando acabé con él poema se lo llevé, ella fue la primers en decir que tenía pinta de canción, lo cuál me hacía sentir un poco alargada.

~^~

Viernes cinco de marzo a las ocho y cuarenta de la mañana.

Voy tarde.

Mi vecina se ha retrasado un poco y voy llegando tarde a clases, estoy muy preocupada pues no veré clases con Skeet sino con una profesora llamada Nathalie, y me aterra que no me de chance de entrar a la clase. Llego al instituto corriendo y me dirijo a mí salón, el cuál es el primero, así que me detengo en la puerta para que la profesora pelirroja me vea, cuando lo hace me concede el permiso de entrar a la clase, lo hago y me siento en uno de los asientos disponibles, quedando justo en frente de Camila y Casey, quiénes estaban en la otra fila, nos dividía el salón entero pero igual estábamos frente a frente. Yo estaba de espaldas a la ventana, y al ver hacia un costado y observar el salón entero me dí cuenta que Lili no se encontraba en el aula. Le hice una seña a la pelinegra y cuando capté su atención le pregunté articulando (sin hacer sonido alguno) en dónde estaba nuestra amiga rubia. Ella respondió igualmente, diciendo que no sabía dónde estaba. Al poco rato está entró también pidiendo permiso, la profesora parecía ser muy flexible con nosotros, lo cuál me alegro muchísimo.

LA CHICA DEL SOLFEO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora