CAPÍTULO CINCO

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Mientras estaba con mi colapso mental gracias a Vanessa decidí buscar la forma de drenar mis emociones.

Todo en realidad empezó en casa de Verónica, ya que ella me empezó a decir que debería irme olvidando de Vanessa pues eso no tenía ningún futuro y yo lo aceptaba, pero eso no significa que no doliera igualmente. Sabía que habían realmente muy pocas probabilidades de que a Vanessa le gustasen las mujeres, y más específicamente yo, y por otra parte estaba el hecho de que yo no quería tener novia pues mí madre jamás lo aceptaría ya que es una mujer muy religiosa y pues ya saben, Dios creó a la mujer para que estuviese con un hombre, no con otra mujer, así lo dice la biblia. Así que Verónica creía que lo más sano para mí era ir poniendo los pies sobre la tierra. Cosa que yo no quería hacer.

Por alguna extraña razón se sentía bien amar a alguien, no sé sentía tan bien amarla de lejos pero igual me gustaba sentirme así, emocionada cada vez que recibía un mensaje de ella, o la forma en la que se aceleraba el corazón, las típicas mariposas en el estómago de las que tanto habla la gente, las mejillas coloradas y calientes, cada gesto, cada reacción que tenía mí cuerpo era algo que yo disfrutaba infinitamente, era algo que quedaría siempre grabado en mí.

Bien, volviendo al tema, me sentía extremadamente asfixiada al no encontrar una manera de soltar todo lo que me molestaba, porque hablarlo con Verónica sería oír el mismo consejo de siempre, que me aleje de ella y destruya de forma sana todos mis sentimientos hacía la morena, y sé que ella solo no quiere que yo salga lastimada de todo esto, pero es como les digo, no estoy buscando una relación, solo mantenerme viva, porque de alguna forma mi alma había muerto desde mí último fracaso amoroso, y sentir estas cosas por ella me ha devuelto algo en que creer, me ha convertido en esa ave fénix que tanto admiro, esa que renace de las cenizas para volver a creer que el amor si existe, aunque sea imposible.

Tomó mi celular y empiezo a escribir. Mis manos se sueltan y pierdo la noción de lo que estoy escribiendo, dejando que mi corazón guíe mis sentimientos a través de mis dedos, hasta llegar a la página en blanco frente a mí. Las palabras fluyen con naturaleza como el río de agua dulce que sólo se preocupa por seguir su curso interminable. Al terminar no puedo evitar llorar en silencio. Y eso está bien, porque nadie nunca ha dicho que el amor no lastima realmente. El amor duele, sea correspondido o no, y el dolor es solo otra muestra de que sigo estando viva, y sigo sintiendo, ya sea amor o dolor, es un sentimiento, y me gusta sentir.

Releo el intento vergonzoso de poema que acabo de escribir y me gusta más que el primero, aunque tiene muchas inconsistencias pero me gusta porque más que solo palabras que deberían rimar, son sentimientos que quedarán plasmados para siempre.

CINCO DE MARZO.

He caído rendida al amor antes.
Pero nunca había dolido tanto.
Quiero decir que ya he experimentado esta primera etapa.
¿Entonces por qué siento cómo si me estuviera ahogando?

No dejo de darle vueltas al asunto.
Mi mente simplemente no puede dejarlo.
Por más que luche en contra.
Siempre me termina arrastrando.

Ni siquiera he tenido la oportunidad de tocarle.
O tal vez un beso robarle.
Aunque no sé si me atreva a hacerlo.
Pues ni siquiera he podido saludarle.

Escribo sobre ella sin parar.
Siempre que mi mente se pone a divagar.
De igual manera ella siempre es el centro.
De todos los sentimientos que llevo dentro.

He pensado varias veces en confesarme.
Mi amor eterno declararle.
Pero solo desataría un infierno.
Más allá, de que no devuelva el sentimiento.

Y no quiero arriesgarme a perderla.
Pues no ha pasado mucho de conocerla.
Mucho menos quiero asustarla.
O por siempre de mí alejarla.

Yo sé muy bien que esto no me lleva a ningún lado.
Pero aquí mi angustia he drenado.
No falta mucho para que llore por ella.
Mi corazón cada vez más se aferra a su nula presencia.

Y me duele que cada vez hablamos menos.
Sin contar el hecho de no poder vernos.
Parece que el destino juega en contra.
De mi dulce amor sincero.

No pretendo extenderme más.
He aquí mi triste final.
Una historia de un amor platónico.
Que quedará plasmado en este lugar. 

No podía evitar la tristeza que me invadía, se apoderó de mí como la tierra que absorbe el agua, yo era la tierra. Tuve uno de esos conocidos ataques, no sé si era pánico o solo era exageración pero sentí un terrible miedo, las manos y la quijada me temblaban, y mis ojos estaban reventados en lágrimas. Ya era muy tarde para escribirle a Verónica, o a Caitlin, o a Lili y Cami. Pero necesitaba a alguien a mí lado que me tranquilizara y me dijera que todo iba a estar bien. Y por desgracia busqué a Straight para que me ayudara, pero la pequeña pelirroja era incapaz de comprender mi dolor y no la culpo, ella solo me dijo lo mismo que Verónica me había dicho horas antes, lo mismo que luego Camila y Lili dijeron. Que debía relajarme un poco, que a lo mejor estaba exagerando con todo el asunto. Nadie me entendía, y eso era incluso más doloroso que mis sentimientos no correspondidos.

~^~

Pasé toda la mañana buscando un mejor nombre que ponerle a mí última obra poética. Era ya domingo y Verónica estaba conmigo compartiendo penas. Straight se preparaba para ir a la playa con sus amigos y Verónica lloraba por un asunto con un chico llamado Christian, tenían una relación complicada que no los acabaría llevando a ningún lado, pero por lo menos él sí le correspondía a ella, cosa que no me pasaba a mí y por eso mí depresión. Desde ayer creía que debía buscarle un mejor título a este reciente poema pero no lograba conseguir nada así que decidí dejarlo en “cinco de marzo” porque obviamente lo escribí el cinco de marzo.

Straight me pidió el celular para enviar una tarea de su High School y cuando me lo devolvió mi corazón se detuvo por completo.

Había un menaje de ella.

De mí chica del solfeo.

LA CHICA DEL SOLFEO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora