Capítulo 3. Algo...

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Habían pasado ya varias horas de lo sucedido. Betty había ido a almorzar con las del cuartel pero no había contado ni una sola palabra de lo sucedido.
Marcela se encontraba en la oficina aún encerrada. No quería salir, sentía pena, rabia, impotencia. Se sentía fatal.
El ascensor se abrió y salieron todas las del cuartel cotorreando.

-Betty, oiga Beatriz! Betty se volteó y vió que la peliteñida se le acercaba con cara de pocos amigos.- Dígame, Patricia- dijo Betty con una paciencia fingida.- Qué fue lo que le hizo a Marcela? Ah? Dígame! Ni siquiera se ha dignado en almorzar. -Yo no le hice nada, Patricia- contestó Betty de forma automática, pero saber eso, la hizo sentir peor y sabía que debía hacer algo. Se metió a su oficina dejando a todas atrás. Pidió té en la cafetería y de fue decidida a tocar la puerta de Marcela.

-Doña Marcela, soy yo. Le traigo un té- se sintió estúpida diciendo eso. ~Qué me está pasando, esa mujer me odia~
-¿Qué quiere, Beatriz? No quiero hablar con nadie y menos con usted.
-Por favor, doña Marcela, déjeme explicarle. Dijo con voz casi suplicándole
Pasaron unos segundos cuando se escuchó el seguro de la puerta quitarse.
Betty sonrió para sus adentros, entró con cuidado y otra vez cerró la puerta con seguro. Miró a Marcela con ojos compasivos, puso el té en el escritorio de doña Marcela, otra vez regreso cerca de la puerta y  se quedó de pie. -Viene a reg
- Viene a regodearse de mi tristeza? Preguntó abatida pero tratando de mantener esa imagen que siempre la caracterizaba, aún así, era la mitad.
-No doña Marcela, cómo cree. Solo vine-. Paró por un momento como preguntándose también porqué había venido- Solo vine porque... porque usted me preocupa- se encontró diciendo esto hasta con pena, como si fuera una estúpida. -Ahora sí le preocupo, pues no tiene porqué preocuparse, sabe. Déjeme.- dijo con amargura. Betty dio varios pasos tratando de acercarse, vio en Marcela a una mujer vulnerable y rota, casi como ella cuando había descubierto la maldita carta. -Doña Marcela- le tomó la mano y dijo con dulzura- Yo sé que usted me odia, pero déjeme ayudarla en este momento- ¿Y cómo me piensa ayudar, ah Betty? Cambió de repente el semblante y su voz era otra, Marcela quería cambiar su táctica en el juego, tenía las intenciones de poner incómoda a la asistente de presidencia, no sabía cómo exactamente, pero de repente, se encontraba hablándole con un tono coqueto. De inmediato Betty sintió el tufo a alcohol. ~Ha estado tomando~  Observó con detenimiento los ojos de doña Marcela, estaban rojos pero ahora brillaban de una forma extraña, su voz y su expresión habían cambiado. Esto le pareció extraño y la tomó por sorpresa- Quiero estar aquí para usted- repuso de forma inocente. - ¿Y de qué manera quiere estar para mí? - dijo una maliciosa y juguetona Marcela quien se puso de pie y rodeo con su brazo la silla de Betty quedando a centímetros de ella- Hay muchas formas- le susurró al oído. Tenía unos tragos encima, no estaba ebria totalmente, estaba consciente de lo que estaba haciendo. Betty se encontraba nerviosa, extrañada, confundida y hasta cierto punto seducida de la actitud de la gerente, alcanzó a musitar unas cuantas palabras- No sé a lo que se ref.., ah- gimió Betty al sentir un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja- Doña Marcela, ¿qué está.. haciendo?- dijo quedamente al sentir la respiración de Marcela en su cuello- No sabía que oliera tan rico, Beatriz- susurró la gerente y sin pensarlo, se sintió extasiada por la piel tan suave del cuello de Betty. Le dió un mordisco. La asistente de presidencia se encontraba ruborizada de los pies a la cabeza, y con una humedad que crecía más al sentir la respiración, los dientes y la voz ronca de doña Marcela Valencia en su cuello. -Doña Marcela, por favor pare- dijo con un hilo de voz casi suplicante, pero sin ningún tipo de convicción.- ¿Segura Beatriz?- acercó sus labios al mentón de Betty y lo mordió. En este punto la de capul estaba completamente vencida, quería sentir la lengua y el tacto de doña Marcela por todas partes. Y sintió tanto deseo de sentir esos labios color carmesí que no resistió a la idea y los besó. Primero fue un beso dulce, cuidadoso, suave. Luego Marcela que ya no estaba siguiendo ningún plan, si no que se estaba dejando llevar, profundizó el beso, metió su lengua en cada rincón de la boca de Betty mientras esta Jadeaba de placer. Beatríz no soportaba más no ser ella ella quien tocara esas curvas de Marcela. De esta manera, sin separarse de ella, la tomó de la cintura y la sentó en escritorio. Siguieron besándose hasta tomar aire. Marcela metió las manos en la blusa de Betty y recorrió con sus manos cada rincón, pero se topó con un sujetador molesto. Así que decidió quitarle la blusa a la asistente. Ésta permitió dicha acción, y siguieron besàndose con un hambre voraz. De repente, Betty se detuvo por un momento y se dió cuenta de lo que estaba sucediendo

¿Betty y Marcela? (Marcetty) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora