problemas

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—¿Y el desayuno? —le pregunté

Un puño se estrelló súbitamente sobre la mesa en un sorprendente estallido de cólera.

—¿Crees que yo voy a preparar el desayuno como si fuera mi obligación? —respondió una pregunta tranquila con una pregunta totalmente irritante —. Preparalo tú. Estás por ser mayor de edad y aún esperas que te sirva la maldita comida.

—Oye, relájate —indique tomando mi mochila del sofá y salir de prisa.

Y, hasta el momento, habíamos comido juntos muy pocas veces. No era algo que me molestaba, al contrario me alegraba. Entre más alejaba estaba de él, mejor era.
No encontré tráfico hasta que llegué a Parkway. Minutos más tarde crucé velozmente el río James que daba a unas pocas cuadras de mi escuela. Los faros traseros de los automóviles que me precedían a una considerable distancia parecían rubíes y, a través del espejo retrovisor, veía la fantasmagórica silueta de los
edificios del centro de la ciudad, recortándose contra el cielo. Todo un espectáculo de camino al instituto. Cuando entré al salón, vi como los que estaban ahí guardaron silencio. Ese incómodo silencio que se presenta cuando interrumpes una plática. Lo ignoré y fui directamente a sentarme en mi pupitre.

—Hoy es la excursión al zoológico.

Volteé a aquella voz que me hablaba desde atrás.

—Si lo sé.

—¿Serás tú quién nos de el recorrido? —pregunto con su clásico tono sarcástico.

—No. Mi horario de trabajo es de tres a ocho, así que lamento decepcionarte —dije sin quitar la vista del pizarrón.

—¡Oye Claire! Ven aquí —dijo su otra amiga desde el pasillo de afuera.

Marcia me salvó. Luego de unos segundos la campana sonó para dar inicio a la primera clase de artes. Mientras más pasaba el tiempo, más nerviosa me ponía. Todo estaba listo para salir de la escuela e ir de excursión.

Al llegar al zoológico fuimos alineados en una fila recta. Luego la maestra Vander comento que nos unieramos en equipos y escogieramos un animal en específico para hacer el trabajo de la semana. Cómo siempre, le pedí a Vander que me dejara hacer yo sola mi propio equipo.

Estoy perfectamente a salvo.
No me pasará nada, pensé.

Desde lejos observé al buen Barry, ¿Qué cómo sabía que era él? Fácil llevaba una larga bufanda roja alrededor del cuello y se había encasquetado hasta las orejas una especie de casco de vuelo de cuero, probablemente comprado a través del catálogo de una república bananera, el más ridículo sombrero de invierno que yo jamás hubiera visto en mi vida. Moví la mano para que me viera y funcionó, con su sonrisa perspicaz llegó a saludarme, fue inevitable barrerle el atuendo con la mirada.

—Lo se, está bufanda no me va pero es necesario.

—¿Qué?

—Es inclusión, es patético pero intento acoplarme.

—Bueno, si intentas acoplarte, el consejo que te puedo dar es que la inclusión forzada no te ayudara.

—¿Ella es tú amiga? —preguntó a la vez que su mirada estaba en Claire quién no paraba de mirar.

—Dios, no —respondí con rapidez.

—Y tal parece que no quieres serlo —dijo con una risita.

—No soy como ella, simplemente me gusta estar sola. No necesito amigas.

Barry guardo silencio

—Probablemente sea de las chicas que se sienten con aires de superioridad al visitar tiendas elegantes como Zara, Gucci o menos prestigiosa pero igual de popular, la tienda Cotillard en la calle Main. Aunque e de admitir que se ve bien.

Solté una risa involuntaria.

—Y ni que decir del café que sostiene en su mano —dijo con un tonito burlón —. Mirenme, soy una chica linda con humildad pero me gasto el dinero en consumir lates de Starbucks. Eso es muy capitalista.

—Tus manos tienen ampollas —cambie de tema mientras señalaba sus manos.

—Ah, sí. Son las maravillas de trabajar en mantenimiento.

Pero la verdad es que yo sabía que uno de sus alters era adicto a la limpieza. La acetona, el xileno y los incesantes lavados de manos a que lo obligaba su profesión causaban estragos en su piel hasta el punto de que yo siempre adivinaba cuándo había olvidado ponerse los guantes antes de utilizar la crema para manos.

—Bueno, debo volver al trabajo. Te veré en un rato más.

—Claro —dije

Estaba a un lado del lugar de las jirafas posada en una valla de metal cuando vi a Claire quién poco a poco se alejaba con cautela del grupo. Tal y como yo lo hice.

—¿Él quien es? ¿Trabaja aquí?

—Es solo un compañero, y sí, trabaja aquí —respondí indiferente

—Necesitamos salir un poco de aquí, ¿crees que él pueda ayudarnos? Escuché que es el jefe de mantenimiento.

—¿Ayudarlas en que? ¿Salir?

—No hablamos de salir del zoológico, simplemente no queremos observar zuricatas mientras escuchamos la aburrida demostración de la maestra Vander.

—¿Y que pretendes que yo haga? No estoy en horario de trabajo y no puedo salirme del grupo. Ustedes deberían pensarlo, perderían puntos en esta materia.

—¿Y? Quiero decir, esta clase no es relevante —dijo con burla.

—Olvidalo, no voy ayudarlas con eso —señale con firmeza.

Me uni nuevamente al grupo dejando atrás a Claire. También Marcia había salido del grupo junto a otra chica. Pasaron los minutos y habían desaparecido hasta que las volví a ver.

—Diablos...

Barry observó a la chica morena que que se le había puesto a un par de centímetros frente a él. Sin cruzar más palabras, cómo si fuera un chiste
Ví su mano tocar la suya y en un parpadeo, Apoyó levemente los dedos en su pecho y noté que sus nervios se disiparon. Observé desde lejos todo ese espectáculo que me calentó la sangre. Caminé casi corriendo hasta llegar ahí

—¿Qué es lo que te pasa? —le reclamé acercándome mientras le daba un leve empujón.

Sin una respuesta, Marcia se fue corriendo muerta de risa con las demás chicas que le aplaudían la valentía y las quejas sobre que ahora tenían que pagar la apuesta. Mire a barry cuyo rostro estaba pálido y en shock. Lo toqué. No pensé. Le toqué el hombro, el brazo. No recuerdo. Estaba caliente. Me sentía enojada.

—Oye, ¿Estás bien?

Silencio.

—Algunas personas sienten las cosas con más intensidad que otras y algunas sienten cosas que los demás no sentimos —decía con la voz a punto de quebrarse —. En mi caso, solo soy un fragmento de un cerebro dividido y lo que yo sienta no puede considerarse como algo natural. No te preocupes, estoy bien.. solo necesito espacio

—Barry, espera.

Se alejó rápidamente sin siquiera voltear atrás.

R O T O S    ™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora