Casey obtiene su primer empleo

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—Me alegra que hayas venido.

—Si, yo también me alegro —dije forzada a una sonrisa.

—Entonces vendrás el sábado, verdad?

Asentí con la mirada, mirando hacia el reloj colgado de la pared. Eran las doce del mediodía. Me sentía asqueada

—Debo irme —indique con la mirada aún en el reloj—. Le agradezco en verdad su tiempo.

En ese momento, por primera vez sentí que alguien me había puesto atención.

—Oh bien. ¿Te programo otra cita? —pregunto amablemente levantándose del sillón y se dirigía a su ordenador

—Si. Quiero decir, solo los días en los que usted se acomode mejor. No quiero alterar los días que ya tiene programados con sus pacientes.

—No te preocupes por eso —añadio apretando una tecla para que el computador se encendiera—. Veamos. ¿Te parece venir los martes?

—Claro.

Esbozo una sonrisa y tecleó lo que parecía ser mi nombre, en instantes se dirigió a mi.

—Perfecto. Te vere el sábado en la sesión grupal. Sirve que te doy una tarjeta electrónica para que puedas pasar y no tengas que tocar el timbre.

—Eso sería genial, gracias —dije aliviada

Salí del edificio y empecé a caminar sin rumbo. Se suponía que saldría de la preparatoria a la una y aún faltaba medía hora más. Como mencioné antes, me sentía asqueada. Sentía como la cabeza me punzaba, no solo por lo tanto que bebí. Fuí abandonada por Joseph, quién había prometido llevarme a casa. A veces no puedes confiar tanto en la gente porque al final solo te decepcionan. El clima me estaba haciendo trizas, pero no podía quitarme la sudadera de encima. Era como si sintiera la sensación de desnudarme frente al público, ¿Te he pasado algo así? Luego de una larga y asoleada caminata llegué a casa y me metí directamente a la ducha. Necesitaba ese momento. Después me cubrí con un camisa grande y metí debajo de las sábanas de mi cama, me quedé dormida con el ruido tranquilo de la habitación. En momentos me despertaba y escuchaba a mi tío quejarse de la cocina pero podría hacerlo con más tranquilidad los sábado. Las luz poco a poco aclaraba la habitación, me levanté temprano.

Tendría el fin de semana solo para mí.

—No tan rápido.

—Y ahora que? No quiero llegar tarde a clases —respondi de mala manera deteniendome en la puerta

—Vendran unos amigos hoy en la tarde.

—Era demasiado bueno para ser verdad —dije volteando la mirada—. Tu estando sobrio por solo una semana

—Lo que yo haga a tí no te importa. En fin, necesito que te quedes a limpiar esta casa.

—¿Brómeas? —declare con seriedad

—No. Puedo escribir un estúpido justificante, además sería mejor que te salieras de esa escuela. Solo me causas problemas y no solo de dinero.

Dijo malhumorado dando pasos largos al sillón.

—¿Tu no irás a trabajar?

—Los viernes son mi descanso niñita  —dijo bostezando con exageración—. Dormiré un rato, mientras date prisa en limpiar el desastre en la cocina y la sala.

Ahora realmente si estaba nerviosa. Temía que dentro de un rato mi tío recibiera una llamada telefónica del instituto preguntando porque había faltado dos días. ¿Qué explicación le daría? Mientras esperaba pacientemente a que se durmiera por completo fui a mi habitación a dejar la mochila y enviar un mensaje a Joseph. Necesitaba que le dijera a la directora un pretexto de mi falta del jueves y de hoy. Me debía un favor. Dejé el celular en la cama y baje para empezar con la limpieza. Cuando llegó la tarde, los amigos de John empezaban a llegar. Sabía que esto no terminaría bien, llevaban cargas de cervezas.

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