acercamiento

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El silencio y la seguridad valían cualquier precio y constituían una absoluta necesidad para mi. Era un bálsamo para mi alma desayunar sola a primera hora de la mañana y saber que la única violencia al otro lado de la ventana sería la protagonizada por una ardilla y un arrendajo azul, compitiendo por la comida del comedero.

Respiré hondo y tomé otro sorbo de café. En eso escuché esos pesados pasos acercarse por las escaleras.

—Sigue bebiendo eso y no seguirás durmiendo, estoy harta de escucharte por la madrugada —dijo lanzando una caja metálica a la pequeña mesa en dónde me encontraba tomándome mi desayuno.

Hice cara de disgusto.

—¿A que te refieres? ¿Qué escuchas? —pregunté curiosa.

—No te hagas la desentendida casey, los ruidos que haces cómo una loca en tu habitación con esos papeles, azotes, juro que si..

—No te preocupes, no volverás a escuchar nada.

Había perdido totalmente el interés por el batido de leche con café y me estaba mordiendo el labio inferior con los ojos clavados en la superficie de la mesa.

—Toma el autobús, no puedo llevarte a tu instituto.

La silla experimentó una brusca sacudida hacia atrás y golpeo la pared mientras se apartaba de mí y huía a la parte trasera de la casa. Así de sencillo era deshacer de John en esos incómodos momentos.

El autobús pasó por delante de la galería comercial de Eastland Malí, así es, justo en donde fui engañada por una supuesta fiesta. Giramos a la derecha. Pronto dejamos atrás el tráfico y cruzamos Brookfield Heights o simplemente Heights, tal como habitualmente llaman el sur de Philadelphia.

—Buenos días casey.

—Buenos días Joseph.

Nuestro saludo fue instantáneo. No nos detuvimos. Sentí que fuí tan cortante, pobre, sentía que estaba a punto de decir otra cosa pero mi actitud lo desánimo por completo. Era algo real, no me sentía bien. No ese día.

El sol se había ocultado por detrás de los tejados del grande edificio del instituto y unas alargadas sombras se estaban extendiendo por los jardines donde se encontraban algunos árboles. Notaba a todo mundo riendo y charlando de forma casual con sus amigos. Los novios tomados de las manos y abrazándose, una que otra cuchicheaban cosas sobre esa chica, algo como "es increíble, ella es una zorra" o "¿ya viste su pantalón?"

Lo gracioso es que en el instituto, si lo tuyo era verte depresivo y hostil (además de contraer herpes). Había un lugar para ti. Si lo tuyo es jugar videojuegos y competir por quien se lleva el mejor lugar en left 4 dead había un lugar esperándote. Y si lo tuyo era ser parte de los populares, lucer atractiva con ropa vintage para llamar la atención de ambos sexos, había un lugar para ti. Claire y Marcia estaban en ese grupo. Mientras yo.. bueno yo no pertenecía a ninguno. No había algún grupo, algún taller, algún deporte en dónde pudiera encajar.

Pero había solo una cosa que me ayudaba a pasar el tiempo. El zoológico. El trabajo duro era más soportable y lograba despejar mi mente.

—Casey.

—Hola.

Arrugue los labios esperando algún tipo de queja o regaño. Era la última persona con quien hubiera querido hablar en aquellos momentos. Por mucho que tratara de disimular mis estados de ánimo, él parecía adivinarlos y no me dejaba en paz. Desde que estuve en la escuela y llegué al trabajo me había mantenido en piloto automático y llegó a arruinarlo.

—Te noto deprimida —dijo cuando y apenas habíamos intercambiado un par de frases.

—Estoy cansada —mencione sin más—. Además, si hablamos de estados depresivos. La pregunta sería echa para ti.

Otra vez me empezaría a dar la lata con lo de mi trabajo. Y podía jurar que aunque no lo estuviera mirando él había hecho una sonrisa silenciosa.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Mientras no sea de lo que tenemos, o sobre Kevin.

—Descuida, me prometí a misma no volver a ser tan indiscreta.. ¿A quién te pareces? A tu mamá, a tu papá?

—Yo tengo la tez de mi madre. Mi padre en cambio, era una combinación de escocés y americano, era moreno pero heredé el cabello negro entrecano y enmarcado. Por supuesto, de ese cabello ya no hay nada —dijo con una ligera burla en su tono señalando su cabeza.

No dudaba en sus palabras, solo pregunté por preguntar, no por otra cosas. Sus ojos azules que eran opacados detrás de unas gafas de delgados cristales ya que decía su vista no era muy buena desde lejos. Su estatura.. bueno, no era realmente importante o si? Su cuerpo en si ya era una distracción muy grande para mí, se esforzaba para parecer de esos modelos de revista.

—¿Y que hay de ti?

—¿Ah? —pregunte regresando a la realidad.

—¿Tú a quien te pareces?

—¿Tú que crees? —le pregunté sin siquiera importarme su repuesta. No era como yo supiera a quién de mis padres me parecía. Era bastante difícil saberlo ya que ambos no existían en la actualidad

—Un mofletudo rostro redondo en el que destacan tus grandes ojos y cabello castaños, Diría que te pareces a tu madre —dijo con seguridad.

Mientras contemplaba su rostro, me sentí aislada de él, como si no perteneciera al mismo mundo en el que vivían las demás personas.

—Si, eso supongo —desvíe la mirada tratando de ocultar cuando trague saliva —. ¿Crees que pueda salir un poco más temprano?

—¿Segura.. —hizo una breve pausa parecía chocar con sus palabras —. ¿Que estás bien?

—Eres el primero que lo pregunta, mis problemas existenciales no debería importarle una mierda a alguien. Y respondiendo a tu pregunta, la verdad no. Tengo dolor de estómago y no se va incluso tomando pastillas —mentí

—Bien —su tono pareció ser de alguien que no creía —. Regresando al tema de..

Lo interrumpí con la mano derecha.

—Debo ir a casa Dennis, de verdad no me siento muy bien. Mañana te repondre algunas horas y quizás sigamos con la charla.. —dije mientras me alejaba cautelosa.

Lo sentí seguirme hasta la puerta. Al abrirla y dar algunos pasos a los escalones me detuvo con su voz.

—Estoy.. estamos seguros que tienes algún tipo de problema. No quiero parecer alguien que está metiendo sus narices en algo que no le incumbe pero después de todo, estamos en el mismo grupo de la doctora Fletcher. Y creo que debemos apoyar a los nuevos integrantes.

—Sí —suspire —, en eso tienes razón —me gire de nuevo para mirarlo

—¿Te gustaría almorzar algo mañana?

—¿Qué? ¿Almorzar?

Dennis permaneció en silencio, pero sus facciones se endurecieron. Creí que no le importaría si yo le decía que no. Me tomó tan desprevenida su invitación

—Bien, sí. Si está bien —respondí habilmente sin que mis nervios se notaran.

—Uhm.. —musitó Dennis como hablando para sus adentros —. Mañana es sábado, supongo que no haré que te levantes temprano. Así que puedo verte en la cafetería que sueles ir.

—Suelo ir cuando tengo dinero —susurre con timidez mirando hacía el suelo —. Oye, creo que puedo pasarte mi número de celular y puedas enviarme un mensaje cuando te encuentres allá.

—Como tu prefieras —dijo con frialdad.

Rebusque en mi bolso y saque una hoja de papel doblada, luego de sacar el bolígrafo escribí el número. Me temblaba la mano cuando se la entregué a deniss. Éste le echó un vistazo y se la guardó en el bolsillo.

—Bien, te veo mañana. Ve con cuidado a casa y espero tu ánimo mejore pronto —prosiguió mientras caminaba de espaldas y se despedía con una mano.


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⏰ Última actualización: Oct 16, 2021 ⏰

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