Baila para mí.

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El restaurante del hotel era hermoso, Jiyang estaba deslumbrado por la belleza del lugar, había acertado completamente en elegir aquel hotel, solo deseaba que en esos momentos, la persona con la que tanto deseaba pasar una velada romántica, no lo estuviera viendo desde lejos con total antipatía.

Después de lo que había pasado entre los dos, parecía que lo que le había dicho el pelinegro era cierto, que no sentiría nada al respecto, aunque él soñara todas las noches con ello, aquel hombre jamás lo amaría.

Jamás le había pasado algo así, jamás había sentido una atracción tan grande por otro hombre, había tenido aventuras con otros chicos, incluso esta con Bowen ahora, pero ninguno le hacía erizar la piel con solo su mirada, o una palabra como lo hacía aquel pelinegro, sentía miles de mariposas revolotear en su estómago, y ese sentimiento no quería que terminara. No cuando él podía hacer algo por cambiar esa mirada.

Jiyang miro a los dos hombres a lo lejos, les sonrió he indico con la mano que se acercaran. El mesero también iba en camino hacia su mesa, los tres hombres llegaron casi al tiempo.

—¿Qué quieren para cenar? —pregunto el castaño a sus dos escoltas.

—¡¿Qué cosa?! —pregunto el rubio sorprendido.

—Que... ¿Qué quieren para cenar? —volvió y pregunto.

—Lo escuche joven, es solo que...

—Está bien, sentémonos, igual no cambiara de opinión... ¿O me equivoco? —dijo el pelinegro mientras se sentaba.

—Vamos a estar en problemas Yang —dijo preocupado el rubio.

Mientras tanto, Jiyang miraba a Yai, luego a Haoxuan, se sorprendió de sobre manera que el pelinegro le permitiera a Yai llamarlo tan informalmente.

—Ustedes dos... parecen muy cercanos —dijo el castaño.

—Tienes razón, compartimos casi todos los turnos, así que nos hemos hecho cercanos —el castaño bajo un poco la mirada—, pero no es lo que piensas —Jiyang sonrió como si hubiera recibido la mejor de las noticias—, no tendría ninguna relación con algún hombre, lo que paso entre los dos solo fue un error.

—¡cof! —tosió el rubio— no deberías decir esas cosas.

—¿Por qué no? Tú ya lo sabes, y obviamente él sabe que ese pequeño suceso no se volverá a repetir —decía de forma fría y cortante.

A Jiyang le dolían cada una de sus palabras como no había una idea. A sus 22 años, ya había sufrido bastante el rechazo. Las palabras del pelinegro, aunque le dolían, le hacían tener el valor de cambiar eso que aseguraba.

—Entonces, ¿Qué van a cenar? —sonrió para evitar llorar.

Haoxuan lo miro analizándolo, siempre tenía su mirada en él, no solo por ser su escolta, también porque es su objetivo, se daba cuenta de cualquier pequeño detalle que el castaño hiciera, como cuando se puso tímido por haberlo visto despeinado y recién despierto, como cuando trato de hablarle enfrente a Bowen, como sus ojos se pusieron vidriosos en ese momento, al punto del llanto.

—Tendrás que asumir la responsabilidad por esto —dijo el pelinegro—, ya siéntate Yai, la verdad si tengo apetito, aprovechemos la generosidad de nuestro jefe.

—¿Acaso no soy el castaño? —pregunto.

—¡Ah! es cierto, la generosidad del castaño —Jiyang sonrió nuevamente, y Yai finalmente se sentó a la mesa.

—Bonne nuit (Buenas noches) —dijo finalmente el mesero, después de la pequeña platica de los extranjeros.

—¿Habla usted inglés? —pregunto el castaño, su francés no era tan bueno.

Kill Me SlowlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora