5. Nuestro amor

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—También te amo, Ritsu —dijo Takano descubriendo que la felicidad se reducía al cuerpo que rodeaba con sus brazos—, siempre te he amado solo a ti.

—Igual que yo —susurró Onodera aferrando sus manos a la camisa de Takano. 

Y, aunque Takano había pensado que no podía ser más feliz que cuando escuchó al fin el "Te amo" de hacía unos segundos, ahora sentía que, esta vez, en serio iba a explotar de tanta felicidad.

—No te dejaré ir jamás de mi lado —prometió Takano pegando su frente a la de Onodera, mirándolo a los ojos—. De ahora en adelante siempre estaremos juntos.

Onodera sonrió.

—Pues ya que —dijo Ritsu y, con la desbordante felicidad que cargaba, se empujó a rozar los labios del hombre que amaba con sus propios labios.

Un beso casto hizo sonreír a ambos, era como si de pronto incluso sus sonrisas quisieran besarse, como si la felicidad de ambos quisiera unirse para crear una felicidad aún mayor.

—Al fin eres mío —susurró Takano hundiendo su rostro en el cuello de Onodera, de nuevo. 

Ritsu puso su mano en la cabeza del que lo abrazaba y acarició esos negros cabellos que le encantaban. Y es que sí, a Onodera le encantaba todo de Takano, todo menos esa personalidad retorcida con que lo hacía sufrir en el trabajo.

—Siempre fui tuyo —informó Ritsu sonriendo. 

Esa faceta amorosa de Takano le resultaba un tanto de divertida y mucho de tierna.

—Pues debiste decirlo mucho antes —se quejó Takano mientras su rostro hacía un ¿puchero?

Los ojos de Ritsu se hicieron enormes, no se creía lo que estaba viendo. Takano lindo, eso era algo que definitivamente estaba imaginando, ¿o no?

»Vamos a la cama —pidió el azabache provocando que el carmín llenara toda la cara del castaño.

Aun así aceptó. Algo que había estado deseando desde que Saga Masamune apareció en su vida era que lo amara en cuerpo y alma, pero en alma lo habían hecho desde siempre, les faltaba con el cuerpo, y tomarían el resto de sus vidas para compensar el tiempo que no lo hicieron.

Caminaron al interior del departamento tomados de la mano. Takano iba un paso delante de Ritsu, que nervioso se dejaba arrastrar por el mayor. Era un poco tonto, pero no podía acostumbrarse a ese tipo de vergonzosos encuentros, y comenzaba a creer que no lo haría jamás.

Era como si temiera que, al verlo completamente desnudo, al sentir incluso su alma, Takano descubriría algo que no le gustaría y lo dejaría.

Pero eso no pasaría. Además, él no dejaría nunca a Takano Masamune. Ritsu lo amaba tanto que soportaba su retorcida personalidad de jefe.

«¿Por qué es solo mi corazón el que se siente a punto de estallar?» se preguntó el de ojos olivo cuando volvió a tener frente a sí el rostro sonriente de Takano. Él se veía tan tranquilo.

—Estoy nervioso —confesó el de ojos marrón. Los ojos de Onodera reflejaron la incredulidad que le embargaba—. Siente mi corazón —pidió Takano poniendo la mano de Onodera en su pecho, justo por sobre donde estaba su acelerado y muy feliz corazón—, parece querer abandonarme para pegarse a ti, golpea tan fuerte que duele... Por eso no lo dejes, no te vayas nunca, él no podrá sobrevivir si no te tiene cerca.

—No voy a irme —aseguró Ritsu sonriendo. 

Y, sonriendo, besó de nuevo a Takano que feliz recibía a ese que algunas veces pensó no podría tener nunca más. Pero que hoy era todo suyo, desde hoy y para siempre.

UN MALENTENDIDO, UNA APUESTA Y ¡AL FIN! TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora