Marinette no fue capaz de escuchar el grito de ayuda de Chloe, no escuchó el desastre que se estaba haciendo dentro de la habitación, no supo el momento en que la tan deseada confesión fue dicha. No supo el momento en que todos los involucrados se permitieron respirar al saber que su caso al fin estaba resuelto. Tampoco escuchó como su jefe enviaba a todos sus policías a buscar a la cantante.
Solo supo que algo estaba mal cuando vio entrar a un grupo de policías al motel.
Tardó solo trece segundos en sacar su yoyo y balancearse para entrar detrás de ellos al lugar y después a la habitación. Lo que vio dentro le hizo sentir que el mundo se estaba acabando. Estaba segura de que podría convocar el Lucky Charm más poderoso hasta ese momento solo para poder destripar al proxeneta que estaba frente a ella. Junto a ella entraron varios otros policías que se acercaron al hombre antes de que Marinette pudiese ponerle las manos encima.
A un costado de la puerta estaban tirados los restos de la bolsa que Chloe había traído ese día, el celular y la cartera se habían desparramado por todo el piso junto al resto del contenido. La mesa con la bebida que Mr. Sensuel había estado consumiendo toda la tarde estaba volteada y los restos del vidrio roto de la misma se enterraban en las rodillas del proxeneta que estaba siendo esposado por otro compañero de Marinette. Era en la cama y sus alrededores donde se encontraba la mayoría del desastre.
Las sabanas se encontraban manchadas de rojo, probablemente sangre que escurría por una de las heridas abiertas en la cabeza de la rubia. Su cuerpo se veía totalmente laxo en el borde de la cama con las piernas colgando, se notaba como las prendas de su blusa y pantalón estaban desagarradas. La heroína fue capaz de observar las marcas rojas de golpes que próximamente se convertirían en moratones con un poco de tiempo que se extendían por lo largo de sus brazos e incluso en el torso. El sostén de la cantante también había sido atacado por lo que pudo ver, dejando al descubierto sus pechos y un par de marcas de lo que parecían dientes.
Uno de los policías que habían entrado antes que Marinette se encontraba revisando sus signos vitales y con un asentimiento de cabeza le hizo saber al jefe de policías que se encontraba ahí que estaba bien. El proxeneta fue levantado con un poco más de fuerza de la necesaria, observando al hombre frente a él con la arrogancia notoria en su mirada. Por suerte, el departamento de Crímenes Mayores tenía un caso bastante sólido en su contra.
La heroína escuchó a su jefe leer los cargos en contra del proxeneta y solo entonces pudo salir de su pequeño estupor. Su presencia en esa habitación podía complicar las cosas, algo que quedó claro cuando su jefe y otro par de oficiales más la observaron con reproche. Tuvo que luchar contra su impulso por acercarse a Chloe. Retrocedió hasta estar fuera de la habitación y solo se permitió respirar cuando vio a un paramédico entrar a la habitación.
Mr. Sensuel salió unos segundos después escoltado por un par de policías. Su jefe se acercó a ella en cuanto la vio y sintió como de repente estaba en muchos problemas.
—Tienes suerte de no haber entrado primero, sabes bien lo que los tribunales piensan sobre la participación de Ladybug, en especial en casos como estos —dijo conteniendo el enojo en su voz.
—Lo sé, señor — contestó manteniéndose serena—. Solo me gustaría saber si la señorita Bourgeois se encuentra bien.
—Los paramédicos la están revisando — respondió y quedó claro que no iba a aceptar más preguntas — parece que te has vuelto cercana a la testigo.
—Así es, señor — la voz de Marinette se escuchó más baja de lo normal, probablemente por el hecho de que presentía le vendría un castigo.
Su jefe la observó con detenimiento durante varios minutos antes de suspirar.
ESTÁS LEYENDO
Entonces, ¡Dilo! [Miraculous | Chloenette]
FanfictionLa gran heroína de París creía que su vida siempre sería así de simple y aburrida, hasta que se encontró con una cabellera rubia y unas caderas de infarto que llegaron a revolucionar su mundo. Aun así, Marinette Dupain-Agreste no esperaba que su vid...