—Fóllame, Narcisse Jonhyuck Laboureche.
Me dejé caer sobre la cama, incapaz de mantenerle la mirada cuando aquella hermosa y perversa sonrisa apareció en su rostro, mucho menos cuando sentí sus labios besar mi zona de placer con tanta intensidad como lo hizo.
Su lengua realizó un estudiado recorrido que me hizo jadear al instante y juro que pude sentirle sonreír contra la más íntima parte de mi ser.
Gemí cuando sentí uno de sus dedos acariciar sin previo aviso mi húmeda entrada y, sin más, lo introdujo en mí, buscando mi segunda zona erógena con éxito, totalmente seguro de que era el mejor en cuestiones de dar placer. Y lo era.
Mi mano se enredó en su suave y húmedo cabello, que acariciaba el interior de mis muslos con cada movimiento que su rostro realizaba acorde a la danza de su lengua, lo que me estaba volviendo completamente loca.
Seguí gimiendo, sin importarme absolutamente nada más que lo que Jonhyuck me estaba haciendo sentir, llevándome hasta el mismísimo infierno del placer carnal.
Un segundo dedo se introdujo en mí, siguiendo las mismas directrices del otro, entrando y saliendo de mi húmeda y palpitante entrada mientras que su lengua seguía concentrada en mi clítoris.
Le agarré del negro cabello, intentando que aumentara el ritmo de sus lamidas, pero él era plenamente consciente de lo que estaba haciendo y no quiso permitirme tomar en control en ningún momento.
Sus dedos sí que empezaron a introducirse con mayor frecuencia, cada vez de una forma más ruda y menos delicada, provocando que la palma de su mano chocara contra mi trasero con violencia a la vez.
Gemí, sin reprimirme, y él jadeó, dándome a entender que también lo estaba disfrutando.
No sentí ni una pizca de pudor en ningún momento y estaba tan segura de que él tampoco lo había hecho, digámoslo por el alcohol o por haberse reprimido tanto tiempo.
Paró justo antes de que yo explotara de placer, como si lo supiera, como si fuera plenamente consciente de lo que yo estaba sintiendo en cada momento.
—No te vas a correr todavía —dijo, como si pudiera controlarme.
Tardé unos segundos en recomponerme, en recuperar una respiración normal y en darme cuenta de que él no había parado por nada.
Me incorporé, sentándome sobre la cama, y él se levantó, irguiéndose ante mí tan esplendorosa figura.
No llevaba camisa, así que tenía una clara visión de sus abdominales y de la V que se perdía en el elástico de sus bóxers, marcada y tentadora.
Levanté la mirada hacia su rostro, llena de deseo.
Él había agachado la cabeza para observarme desde su deliciosa altura, provocando que los mechones mojados de su cabello quedaran casi suspendidos en el aire, sombreando su rostro al evitar que la luz de la habitación iluminara su bello rostro. Sin embargo, eso no me afectó en absoluto a la hora de decidir qué debía hacer.
Con mi mano derecha, bajé sus pantalones con fuerza, dejando al descubierto sus ajustados y oscuros bóxers, en los que se marcaba su duro y tentador miembro.
Mi mano izquierda se colocó sobre la tela de su ropa interior, dibujando movimientos sobre ella, provocando que él gruñera una sola vez, acelerando mi corazón por completo.
Jamás había sido consciente de lo mucho que le deseaba, e incluso podía culparlo a que ahora lo estaba sintiendo en la palma de mi mano, aunque no era tan estúpida para creer que aquello venía de una sola caricia en el lugar adecuado.
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Querido Jefe Narciso +18
RomanceEscenas censuradas de QJN, la mejor novela de Wattpad según el mismísimo Wattpad real no fake, por eso eliminó mi libro cuando las publiqué. Leer bajo propia responsabilidad, yo no me hago cargo de los paros cardíacos que puede provocar esta cosa...