Una abejita, seguro me quiere picar. Huiré de aquí cantando y bailando. Tarararararará.
—Cállate —ordené, totalmente seria.
—Cállame —exigió, arrancando los últimos enganches de mi corsé, provocando que cayera al suelo al instante, exponiéndome frente a él como hacía semanas que lo deseaba.
Me di la vuelta al instante y, en lugar de cubrir mis voluminosos pechos, le empujé, provocando que diera un paso atrás.
—Te he dicho que lo trataras con respeto.
—Y también me has dicho que me calle y no lo he hecho.
—¿A quién te crees que estás vacilando?
Me detuve frente a él y fue así cómo pude comprobar cómo su respiración se había descontrolado, delatando sus intenciones.
—Atún.
Levanté mis manos para colocarlas en su nuca y atraerle hacia mí desde su metro ochenta y cinco de altura.
Nuestros labios encajaron como si estuvieran hechos los unos para los otros y nuestras lenguas se enredaron prácticamente al instante, sintiendo la necesidad carnal del otro.
Jonhyuck dio varios pasos atrás hasta caer de espaldas sobre su cama y yo, sin dejar de besarle ni un solo segundo, caí sobre él, sentada en su regazo, con una pierna a cada lado de su cuerpo.
Levantó la cabeza para poder incorporarse y besarme con más dedicación, mordiendo mi labio entre jadeos.
Yo empujé sus hombros para tumbarlo en su cama, apartando mi rostro del suyo para poder observarle desde arriba, sintiéndolo al completo debajo de mí.
Él intentó incorporarse de nuevo, pero rodeé su cuello con mi mano derecha y le empujé contra el colchón para tenerle completamente dominado.
Jonhyuck sonrió de una forma totalmente perversa, disfrutando de mi moción de censura contra su dictadura carnal, regentando todo el poder que él me ofrecía.
—Te dije que era tuya, Narcisse Jonhyuck Laboureche; pero ten claro que yo nunca perteneceré a nadie.
Se mordió el labio, analizando con una mirada de profundo deseo todo mi cuerpo, sin ningún tipo de pudor. Esa era la actitud que necesitaba y anhelaba, la que Narciso siempre me profesaba.
—Yo sí quiero pertenecerte a ti, Agathe Tailler.
Me agaché para besarle de nuevo, sin despegar mi mano de su cuello, sintiendo el poder que ejercía sobre su cuerpo.
Estaba sentada sobre sus caderas, sintiendo su palpitante erección a través de mis húmedas bragas de encaje, demandando toda mi atención.
—Cállate —insistí, alejándome de sus labios y apoyando mi frente sobre la suya, dejando que su cálido aliento se mezclara con el mío.
—¿No te gusta que me someta a ti, A? —susurró, colocando sus manos sobre mis caderas, rozando con la yema de sus dedos el elástico de mis innecesarias bragas.
—Guste ya cumple esa función de sumisión.
Separé mi frente de la suya y también solté su cuello para darle el control que, como buen Laboureche, tanto ansiaba.
Me erguí, sentándome sobre su erección, todavía oculta tras sus bóxers oscuros.
Le observé desde arriba, expectante, segura de que, en algún momento, iba a hacerme olvidar cuál era mi nombre.
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Querido Jefe Narciso +18
RomanceEscenas censuradas de QJN, la mejor novela de Wattpad según el mismísimo Wattpad real no fake, por eso eliminó mi libro cuando las publiqué. Leer bajo propia responsabilidad, yo no me hago cargo de los paros cardíacos que puede provocar esta cosa...