¿Dónde está Lauren?

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La castaña abrió los ojos muy lentamente, pero los cerró de inmediato al percibir una luz cegadora sobre ellos.

-¿Camila? – preguntó casi en susurro una voz a su lado.

Se volvió a esforzar por abrir los ojos y luchó por mantenerlos abiertos mientras se acostumbraba a la luz.

-¡Flaca!- exclamó con sorpresa una voz más grave, ella conocía esa voz perfectamente. Era la del hombre que le había dado la vida, pero su voz no sonaba tan calmada como siempre, se escuchaba alegre, sí, en definitiva, pero la felicidad estaba acompañada de un llanto ligero – estás despierta, flaca- dijo acercándose.

Camila estaba desconcertada. Giro su cabeza a la derecha y observo a su madre llorando desconsoladamente mientras lentamente tomaba su mano. Regresó su vista al lado izquierdo y vio a su padre en el mismo estado mientras sujetaba su otra mano. Sus ojos rápidamente viajaron a la máquina que se encontraba aun lado de su camilla, "debe ser un milagro", pensó al escuchar aquel pitido, aquel que indicaba que aún existía.

Sus ojos rápidamente viajaron al frente. Esperaba encontrar los ojos de la persona que le daba la fuerza cada día para luchar; los ojos verdes que le habían robado el aliento desde el primer instante en que los vio. Pero no, la persona que podía causarle un ataque al corazón con sólo un beso, no estaba ahí... Frente a ella sólo estaba la pared blanca típica de los hospitales.

"- Quiero que seas lo primero que vea al despertar- dijo la castaña que reposaba entre los brazos de su novia en aquel cuarto frío de hospital. Estaban acostadas en la camilla y aunque quien las viera pudiera decir que era una posición bastante incomoda por el poco espacio, para ellas se sentía como el mejor lugar del planeta.

-Lo seré amor- contestó la pelinegra apretando su agarre en el cuerpo delgado de la castaña - estaré siempre contigo, lo prometo- dijo llevando una de las manos de la más joven a sus labios para besar sus nudillos – jamás rompo mis promesas, ¿recuerdas?- dijo mirándola fijamente a los ojos."

Camila recordó aquel momento que había compartido con su novia. Ella sabía que su chica jamás rompía sus promesas, entonces... ¿Dónde estaba ella?

Camila quiso preguntar de inmediato a sus padres, pero sólo hasta que  trató de hablar fue que se percató que tenía algo en la boca. Comenzó a sentirse desesperada y los pitidos en la maquina lo reflejaban, cada vez eran más rápidos. Trato de llevar sus manos al objeto que tenía en la boca, pero rápidamente su padre lo impidió sujetándole las manos.

-Flaca- dijo alarmado su padre- Cálmate- le suplicó- sólo es el respirador – le explicó rápido- ¡Sinu, llama de inmediato un doctor!- gritó el hombre al ver la desesperación reflejada en los ojos de su pequeña. Sinu salió de inmediato de la habitación, mientras Alejandro trataba de tranquilizar a su hija.

Tan solo unos segundos después, Sinu entró al cuarto acompañada de un doctor y dos enfermeras, que rápidamente corrieron a auxiliar a Alejandro en la tarea de controlar a su hija.

-Camila, por favor cálmate- dijo el hombre de unos 50 años y pelo cano – necesito que te relajes, tu pulso está muy elevado y tu corazón aún no es lo suficientemente fuerte- explicó acercándose a Camila- si quieres que te desentube, necesito que te calmes, de lo contrario tendremos que sedarte- dijo señalando con la cabeza a una de las enfermeras que ya tenía preparada una inyección. Camila lo miró aterrada... ya no soportaba más agujas.

El hombre pareció leer la mente de la joven – respira, sólo respira, ¿de acuerdo? - le pidió en el tono más amable. Camila asintió, cerró los ojos con fuerza y comenzó a hacer los ejercicios que tantas veces había hecho junto a su novia, pues casi siempre era la ojiverde la que se encontraba con ella cuando los ataques sucedían. La máquina empezó a marcar un ritmo más calmado.

Dueles (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora