Anochecía mientras Paloma, llegaba a su casa corriendo para no ser regañada por su padre, a medida que subía los escalones para ingresar al apartamento, los fuertes gritos del señor Borrero, se escuchaban.
—¿Qué pasas haciendo todo el día? —gritaba a su esposa—, vengo cansado del trabajo y me encuentro con este desastre.
—Guido, estoy con dolor de garganta y fiebre, me duele el cuerpo. —Se disculpó la señora, pero su marido no entendía razones.
—Yo así esté enfermo, salgo a trabajar para darles todo a ustedes y no me quejo —bramó; en eso Paloma, apareció.
—¿Por qué llegas a esta hora? —increpó a su hija con el ceño fruncido, y la frente arrugada.
Paloma, le temía a su padre, por lo que no pudo evitar temblar, e inventar una mentira.
—Me quede en la biblioteca de la facultad estudiando, tengo examen mañana —balbuceó la joven.
—¡Eso espero! —exclamó—. Porque el día que me salgas con el domingo siete, te olvidas que yo existo; adiós estudios, casa, y demás —advirtió, elevando el tono de voz.
Lourdes, la madre de Paloma, con escalofrío, y el semblante descompuesto, se puso de pie para servir la cena.
—Yo me encargo de eso mamá —señaló Paloma, mientras tocaba la frente de su madre para constatar que tenía fiebre —. Acuéstate —solicitó—, ya te llevo tu comida y unas pastillas de ibuprofeno para que se te pase el malestar, mañana iremos al centro de salud que te revisen. —Besó en la mejilla a Lourdes.
—¡Fiebre! —bufó. —¡Pretextos para no hacer nada! —reclamó Guido.
Paloma, no se atrevía a contradecir a su padre, el señor era muy violento.
La joven calentó la cena le sirvió a su padre, ella se sentó a comer con él en profundo silencio; en su mente, aunque respetaba a su progenitor deseaba con toda su alma no tener por esposo a un hombre así, claro que Guido Borrero, era un hombre trabajador y responsable, pero gracias a su machismo su esposa no pudo crecer como profesional. Paloma, no comprendía como todos los estudios de su madre se quedaron estancados, para dedicarse a un esposo que no la respetaba y cada que podía la humillaba y golpeaba.
Mientras Paloma, se llevaba a la boca la cuchara con la crema de espárragos, no pudo evitar sonreír al recordar a Iván, ese recuerdo, le alegraba su vida, él era distinto a su padre, definitivamente era el hombre de sus sueños.
Después de lavar la vajilla, se dirigió a su habitación, tomó asiento en su cama, sacando de su mochila el móvil que se compró con el dinero que se ganaba en su trabajo, y que su familia desconocía. Sincronizó todas las funciones, y se recostó pensando en la tarde maravillosa que pasó junto a Iván.
*****
En la mansión Arellano, mientras una de las empleadas le servía la cena a Iván, su hermano menor llegó con una gran sonrisa.
—Debes felicitarme hermanito...me caso —comentó con gran felicidad el menor de los Arellano, abrazando Iván.
El hermano mayor, dejó de servirse su pedazo de filet mignon, para observar con preocupación a su hermano, tenía miedo que su novia, solo fuera una oportunista.
—¿Cuándo me presentas a esa misteriosa mujer? —preguntó Iván.
—A nuestro regreso de Alemania, la vas a conocer —afirmó con brillo en su mirada. —¡Es la mujer más maravillosa del mundo! —suspiró, en la expresión de su rostro, se notaba que estaba muy enamorado.

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EL COLOR DE LA VENGANZA. (Completa en Dreame, Buenovela, Manobook)
ChickLitPaloma a pesar de vivir en un hogar en el que impera el maltrato, es alegre, soñadora, y está llena de ilusiones y sueños por cumplir. Iván, regresa a Ecuador, ansioso de conocer a la mujer de la cual su hermano menor está enamorado, sin imaginar q...