Clarisa puede ayudar.

4 0 0
                                    

Me quedé perdido en mis pensamientos.

— Aaahg, RAYOS!!!, ¿¿¡¡por qué es tan difícil!!?? – grité amargamente mientras me vi interrumpido por unos pasos.

Escuche los pasos acelerados acercarse. Era Clarisa mirando hacia atrás, parecía estar huyendo de... ah... alguien.
Bien, si no le hablo ahora chocará contra una mesa.

— ¡¡Oye!! – Clarisa se paró ipso facto al escuchar mi grito – ¿planeas chocar con todo lo que se te atraviese el día de hoy? – dije preguntándome en mi mente a mi mismo, ¿por que dije eso?

— ¡¿Eh?!, aah, no, oye, bueno, creo que estamos en la misma clase, me estoy ocultando de Calel. – Hablo tímidamente.

— Que lista, ¿Que no fuiste tú quien dijo que si quería conocer a Calel?

— No fue así, es decir, vamos, debe estar buscándome, ahora te explico. ¿Si? –dijo mientras su cara se llenaba de preocupación

—... Mira, te ayudaré, pero no necesito tu explicación, no me interesa en más mínimo.

— ¡Ay, muchas graci- – la interrumpo – Vete detrás de la jardinera, ¡ya!

Titubeando fue hacia la jardinera, justo se agachó cuando llegó Calel.

— ¡¡Sebaaas!!, tan solito como siempre, ¿de casualidad no has visto pasar a mi chica por aquí? – dijo mientras se acercaba a mi

— No me llames Sebas, y dime, ¿Exactamente de cuál chica hablas?

— Agh, siempre tan aburrido, vamos, tu sabes, la niñita nueva que llegó el día de hoy

— Sabes que podría estar ignorando de quien hablas, y si alguien hubiera aparecido por aquí, hubiera vuelto por donde tu llegaste. Mejor dime,  ¿Porque no dejas de molestar a las chicas?, madura y concentrate en todo lo que haces mal.

— Bien, quedo entendido que nadie querría estar contigo, tomaré en cuenta tus palabras como prueba de que envidias gran parte de mi vida.

Calel se fue con una sonrisa molesta.

— ¿Ya se fue? – susurro Clarisa desde la jardinera.

No puedo creerlo, es tan tonta como la jardinera en que se escondió.

— Si hubiera vuelto en este instante, no serías la única que lo lamentaría, también yo, y no por ti, si no por que te oculte, y eso no es mi estilo.

...

Un silencio mato tres segundos para agotar mi impaciencia.

— ¡¡Bueno mujer, ya hablaste y ya está claro que se fue!!, ¡¿Por qué sigues ahí?¡

— Ah, uh, perdón, no se como agradecert – nuevamente se ve interrumpida por mi – no me agradezcas nada

— Am, ok. Bueno, te estaba explicando – me dijo mientras se sacudía el uniforme

— Ahorrate la explicación, deberías volver al salón.

— Perdón por mi atrevimiento pero... ¿t-tu no vas a ir a clase?

— Creí que era obvio

— ¿Por?

— Ash, ¡¡que niña tan chismosa!! Ve a clase o la perderás, no creo que quieras eso en tu primer día

—Vamos, toca deporte, me quedaré solo  en lo que te explico lo que sucedió

— Y aparte necia, ya te dije que no quiero saberlo.

Sebastian: Miserablemente PobreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora