𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐔𝐍𝐎: El Inicio.

18K 799 185
                                    

2012

En medio de la nada y en un lugar completamente desconocido, los rayos del sol golpean fuertemente su rostro obligándola a despertar. Desorientada, intenta descifrar dónde es que se encuentra, pero no hay nada. Solo un montón de montañas de arena, lo que le indicaba que estaba en el desierto. No lograba recordar nada, no sabía cómo llegó ahí ni lo que sucedió antes de llegar a la situación actual. No recordaba su nombre, ni su edad, ni quién era. En su memoria no había nada más que los últimos cinco minutos que ya habían transcurrido.

Recargo sus manos y usó la poca fuerza que tenía para ponerse de pie, su intento se vio frustrado gracias a la arena que hundió sus palmas obligándola a hacer más fuerza, misma que causó un estrepitoso dolor en su abdomen, confundida, cubrió este como si se estuviese abrazando a ella misma, tratando de calmar el ardor insoportable que sentía. Al quitarse los brazos de encima, pudo notar la gran mancha de sangre que tenía sobre las mangas de su ropa.
¿Qué mierda le había pasado?

Con dolor, finalmente logró sentarse y dirigió su mirada hacia la zona afectada y tal como lo imaginaba, tenía una herida bastante grave en este. Su piel se mostraba quemada, como si alguna especie de rayo le hubiese rozado lo suficientemente cerca para causarle ese daño, la herida no paraba de sangrar y se preguntaba cómo era que seguía viva. Aturdida, intento unir su piel inútilmente causándose más dolor y más sangrado. No había mucho que hacer, necesitaba ayuda médica urgente pero ¿cómo? Si estaba en medio de la nada.

Gritó pidiendo ayuda pero era en vano. Dudaba que hubiese alguien cerca que la pudiera escuchar.

El ruido del motor de varios autos sonaron a lo lejos capturando su atención. No perdió la fe y continuó gritando esperando que la escucharan, sintió un alivio inmenso cuando el ruido se escuchaba cada vez más cerca.

— ¡Ayúdenme! ¡Por favor!— gritaba con dolor.— ¡No me quiero morir!— suplicó entre lágrimas.

Finalmente, al rededor de cinco camionetas negras se estacionaron al rededor de ella, de estas, bajaron bastantes hombres de traje, todos armados, excepto uno, mismo que fue el único en acercarse e iniciar una conversación.

— ¡Necesito médicos!— informó en cuanto noto la herida de la chica.— ¿Qué fue lo que te pasó?

No respondió.

— Necesito que me digas, ¿quién te hizo esto?— su tono de voz era tranquilo.

Sin embargo, volvió a quedarse callada.

— Escucha, no soy malo, estoy aquí para ayudarte. Lo juro.— elevó su mano intentando así demostrar que decía la verdad.

Tenía miedo y sus mirada la delataba, pero tampoco quería morir, por lo que no tuvo de otra más que hablar.

— N-No se.— respondió torpemente.— No puedo recordar nada.

Finalmente el equipo médico llegó a su rescate, no pudieron hacer mucho, necesitaban trasladarla a un hospital médico de urgencia por lo que dejarían la plática para después. Ella cayó inconsciente.

De ahí, todo se volvió confuso, recordaba algunas cosas, como doctores corriendo a un lado de ella, enfermeras entrando y saliendo, los rayos del sol entrando aturdidamente por la ventana de aquella habitación blanca, el sonido constante de su corazón latiendo, jeringas, inyecciones, medicina, quirófano, todo eso lo veía por partes desordenadas cada una de la otra. Lo único claro era el momento exacto en el que abrió los ojos dándose cuenta de que ya no estaba en aquel hospital.

Las paredes blancas fueron reemplazadas por unas completamente grises y carcomidas, gotas de agua caían del techo gracias a las goteras formadas en este. El olor a medicina cambió por el de humedad y todo se veía bastante sucio y clandestino. ¿Qué mierda había pasado?

— Tus heridas sanaron bastante rápido.— de las sombras apareció nuevamente el hombre misterioso acompañado de lo que parecía un doctor.— Estuviste a punto de perder la vida por la sangre perdida, tal parece que solo necesitabas un poco de ayuda para poder recuperarte por tu cuenta.

— ¿Dónde estoy?

— Las preguntas aquí las hago yo. Tomamos muestras de tu sangre, espero que no te moleste, y las examinamos. Los resultados me parecen algo sorprendente.

— ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

— Una semana o dos quizás, no lo sé.

— ¿Quienes son ustedes? ¿Qué es lo que hago aquí?

— Esa es la pregunta que yo te hago a ti. ¿Quién eres?

— No lo sé.— respondió temerosa.

— Caíste del cielo, como si de un ser celestial se tratara y seguiste con vida, tenías una quemadura bastante grave en el abdomen y solo fueron cuestión de horas para que sanara por completo y los análisis de tu sangre indican que no eres humana, así que te lo volveré a repetir por las buenas, cariño, ayúdame con esto, ¿quieres?— suspiró pesadamente.— ¿Quién eres?

— Por favor, dígame, ¿quién es usted? ¿Dónde estoy?— respondió en completo estado de shock.

— Mi nombre es Alexander Pierce. Y no vas a irte de aquí hasta que me digas quién carajo eres. Hazlo.— la orden no iba para la chica, era para el hombre que apareció detrás de él.

Sin pensarlo dos veces, este la golpeó con un objeto de metálico, mismo que soltó un una descarga eléctrica sobre su cuerpo, haciéndola retorcer de dolor. Intentó aguantar apretando su puño hasta que la descarga desapareció.

— ¿Qué te parece si hablas ahora y nos evitamos todo esto, bonita?

— Y-ya te dije que no lo sé. No recuerdo nada. Estoy tan confundida como tú, créeme, por favor, por favor, para.— suplicó entre sollozos, pero fue inútil pues repitieron la acción.

Está vez su cuerpo se retorció por completo, buscaba aguantar su dolor para no mostrarse débil, pero no sabía hasta qué punto aguantaría.

— ¿Ya cambiaste de opinión?— no respondió absolutamente nada. Pierce sonrió maliciosamente.— Hazlo hasta que hable.

El hombre subió la intensidad del teaser y nuevamente golpeó el cuerpo de la chica con este llenándola de una gran descarga eléctrica. El dolor era muchísimo más fuerte que las otras dos ocasiones, esta vez era insoportable y ya no tenía la suficiente fuerza para resistir como lo había estado haciendo.

Apretó los ojos y entre lágrimas pegó un fuerte grito, provocando una fuerte explosión de energía proveniente de ella. Su aura brotaba de su cuerpo en colores verdes y amarillos, sus ojos eran completamente blancos y el hombre que había estado torturándola había muerto gracias a la gran descarga que inconscientemente ella mandó sobre él. En cuestión de segundos, ella volvió a su estado normal, mirando a su alrededor nuevamente confundida.

— ¿Dónde estoy?— le preguntó al hombre frente a ella. Al parecer una vez más sufría de amnesia.

— En casa, mi pequeña, en casa.— respondió Pierce acercándose lentamente a ella, reconfortandola en un cálido abrazo.

SOULMATES━━ BUCKY BARNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora