De malas maneras

39 4 4
                                    

-Bueno, venga, ahora todo el mundo a la cama.

Noemí dió un par de palmadas dándoles las instrucciones a los concursantes una vez terminó el chat de la gala 5.
Alba y Natalia se fueron, como de costumbre, agarradas de la cintura hacia la habitación seguidas por los demás.
Después de estar hablando durante un periodo de tiempo que no fue excesivamente largo ya que todos coincidían en que querían descansar para enfrentarse al inicio de semana de nuevo.

Marta no podía dormir, tampoco se había esforzado mucho en conseguirlo pero tenía demasiadas cosas en la cabeza. Cuando se cercioró de no oír más ruido que el normal cuando la gente duerme, se levantó muy despacio de su cama y con un silencio sepulcral, salió de la habitación.
Se apagó el micro, como aquella vez que se encerró en el baño, sabiendo que luego tendría que soportar la bronca de Noemí. Pero no le importó, no quería que nadie de producción pudiera oír ninguno de sus movimientos o lamentos. Y que luego, si lo consideraban oportuno, lo utilizaran para su vídeo de alguna gala.

Se preparó una manzanilla para intentar calmarse. No es que no hubiera podido pegar ojo sino que no había conseguido quitarse de la cabeza los pensamientos que la mortificaban una y otra vez.

-Joder.

María escuchó un golpe que la hizo levantarse de su liviano sueño, nadie más en la habitación parecía haberlo oído pues revisó una a una las camas comprobando que sus compañeros seguían dormidos. Hasta que vió el hueco vacío de Marta, extrañada, se destapó, se calzó y salió de la habitación.

En cuanto llegó a la cocina se encontró a Marta agachada maldiciendo en silencio porque se le había roto la taza.
Recogía uno a uno los pedazos más grandes y diminutos demasiado concentrada para darse cuenta de que estaba ahí.

-Ey.

María llamó su atención pero pilló tan de improvisto a Marta, que del susto, su mano derecha terminó por clavarse en el filo de un pedazo de taza.

-Mierda, mierda.

Marta miró al techo intentando que las lágrimas que se producían debido al dolor no los abandonaran y se agarró fuertemente la mano.
María con un ágil movimiento cogió la primera servilleta que vió y se la puso en la mano con mucha delicadeza.

-Marta, Dios, ten cuidado.- no usó un tono autoritario sino más bien cariñoso y empático.- Joder, Marta, estás sangrando mucho, vamos al baño.

María sintió como todo el peso de Marta se apoyaba en ella a través del brazo y mano sangrante que ella estaba sujetando. A un paso apurado llegaron al primer lavabo y allí María abrió el agua fría y con mucho cuidado metió bajo esta la mano de Marta.
Buscó en los armarios una gasa y un antiséptico y desinfectante. Vertió con mucho cuidado el líquido en la gasa y una vez que Marta se hubo secado la mano, dió pequeños toquecitos en ella para extenderle bien la cura.
Marta se dejó hacer, la sangre había provocado que se le revolviera el estómago y si a eso el sumaba que se encontraba mal desde la gala, su estado físico y de ánimo no era el mejor.

Una vez terminó, María le indicó a Marta que se fuera a sentar en una de las mesas mientras ella le preparaba la manzanilla.
Se la acercó a Marta que la cogió con la mano izquierda con la que tenía menos destreza, por suerte, María acompañó el trayecto de la taza hasta la mesa y así se aseguró que no hubiera ningún accidente más.

-Muchas gracias, no tenías por qué.

-Marta, casi te amputas la mano intentando hacerte una simple manzanilla, sé que no tenía obligación pero prefiero asegurarme de que no tengo que llamar a Adriá para tenerte que llevar a urgencias porque te has hecho una avería en la mano, que es muy tarde ya y tengo sueño. No lo hago por ti, en realidad, es algo más bien egoísta.

Las reglas marcadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora