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Parte III: "𝓟𝓪𝓼𝓽𝓮𝓵 𝓭𝓮 𝓯𝓻𝓮𝓼𝓪"

Al siguiente día me encontraba un poco decaído y en cierta parte rendido

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Al siguiente día me encontraba un poco decaído y en cierta parte rendido. Después de meditarlo toda la noche, llegué a la conclusión de que mi amistad con el de ojos rojizos era mucho más importante que cualquier otra cosa y por nada del mundo estaba dispuesto a perderla. Así que tuve que encerrar todos mis sentimientos en una caja dentro de mi corazón y ponerle miles de candados. Ahora podía decir que estaba un poco más tranquilo porque no cambiaría nada en nuestra relación y el chico seguía hablándome como siempre.

-Langa, en serio esas ojeras te hacen ver escalofriante -dijo el chico a un lado de mí mientras picaba debajo de mis ojos.

-No es nada -respondí recargando mi cabeza en mi pupitre.

-Seguro te la pasaste viendo el nuevo video de aquel patinador famoso -dijo alzando las cejas-. ¿Viste lo alto que saltó? ¡Fue asombroso!

-Joven Kyan, ¿puede guardar silencio por favor? -preguntó el profesor, mirando al antes mencionado a través de sus lentes.

-¡Lo siento! -se disculpó dirigiendo su atención a la pizarra.

El resto de la clase no dijo nada más. Ni siquiera se acercó a molestarme y tampoco hacía dibujos en su cuaderno sobre las futuras patinetas que quería hacer.

Se podría decir que sin su energía, las clases fueron totalmente aburridas. Tanto él como yo de vez en cuando intercambiamos miradas para comunicar lo mucho que queríamos salir del lugar.

Terminé de escribir lo que el profesor había explicado y enseguida incliné mi cuaderno a mi izquierda para que el pelirrojo pudiera copiar con más facilidad. Ese chico era todo un distraído y muchas cosas se le escapaban, así que ahí estaba yo dándole a copiar esos pequeños detalles. Obviamente eso no me molestaba para nada. Cuando se inclinaba a mi asiento, podía tenerlo un poquito más cerca y eso reconfortaba mi corazón. Aunque no era la misma emoción que antes, al obligarme a guardar mis emociones, no era igual que antes.

El timbre sonó dando inició a la hora del almuerzo. Enseguida todos nos levantamos con nuestra comida para salir del aula. En nuestro caso, Reki subió corriendo las escaleras hasta la azotea conmigo detrás. Yo cuidaba de que no chocara con nadie o se fuera a tropezar como en veces anteriores. Era costumbre suya terminar en el suelo y no entendía aún porqué.

Una vez nos sentamos sobre el suelo, el chico tomó sus palillos y juntó sus manos dando gracias por la comida. Al ver que yo no hacía lo mismo, me dio un codazo logrando que juntara mis manos al instante agradeciendo del mismo modo. Aún era un poco complicado seguir ese tipo de costumbres, pero me gustaba mezclarme con el lugar y salir de mi zona de confort.

Esta vez traía una increíble hamburguesa hecha en casa por mí. Le había puesto un poco de todo y sinceramente era la mejor cosa que podría preparar en todos los tiempos. Apenas le di una mordida supe lo que era un manjar. No pude evitar soltar un sonido indicando que disfrutaba de mis alimentos.

Pastel de Fresa || RengaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora