Pastel de Fresa || Renga

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Parte IV: "𝓤𝓷 𝓮𝓷𝓸𝓻𝓶𝓮 𝓹𝓪𝓼𝓸 𝓪𝓭𝓮𝓵𝓪𝓷𝓽𝓮"

Al notar que no le seguía el paso, Reki se apartó de mí rápidamente poniéndose de pie. Esta vez era él quien parecía un tomate maduro de lo sonrojado que estaba. Instintivamente escondió su rostro en sus manos mientras negaba con la cabeza y pedía disculpas una y otra vez. De mi lado, seguía totalmente en shock. Tenerlo de esa forma fue sin duda una de las mejores experiencias; tanto, que mis ojos se iluminaron al instante y no paraba de verlo. No tenía idea de que el sabor de pastel de fresa fuera tan delicioso.

-¡De verdad lo siento, Langa~! No pude evitarlo, es que te ví tan cerca que yo... -su explicación era tan apresurada que no se atrevía a verme.

-Reki -le llamé de forma dulce.

-Soy un gran tonto, no debí besarte, perdón -seguía balbuceando mientras movía la cabeza de un lado a otro.

-Reki -insistí.

-Puedes darme un golpe si quieres, pero no vayas a verme como un bicho raro y me dejes de hablar -suplicó sollozando-. Por favor...

-¡¡Reki!! -grité logrando que parara de hablar.

Los dos nos quedamos en silencio. El contrario apartó lentamente sus manos dejando al descubierto su rostro. Apenas su mirada se conectó con la mía, me di cuenta de que sus bonitos ojos estaban levemente rojos y algunas lágrimas se resbalaban por sus mejillas. Era la segunda vez que lo veía de esa forma y un nudo se formó en mi garganta. No quería verlo así nunca más, porque era lo más doloroso.

Le dediqué una mirada llena de cariño y acerqué lentamente una de mis manos hasta su rostro para tomar su mentón, haciendo que me mirara directamente a los ojos. Este se sorprendió de mi acción, pero no hizo nada para apartarme, sólo se quedó quieto. Al tener un poco más de altura que él, este tenía que alzar un poco la cabeza, eso me encantaba. Ver de reojo cómo levantaba un poco las puntas de sus pies era tan adorable, que mi corazón no podía más que latir rápidamente, señal clara de lo mucho que me gustaba.

No pude más con la tentación y simplemente acerqué mi rostro al suyo con lentitud. Ambos sabíamos lo que iba a hacer. Cuando estuvimos a escasos centímetros, él desvío sus ojos a mis labios por un fugaz segundo para luego devolverlos a mí. Aún mantenía sus mejillas rojas, por lo que eliminé la distancia que nos separaba de una vez por todas.

A comparación del beso anterior, tomé el control de la situación moviendo mis labios lentamente mientras Reki se quedaba estático. Me dio gusto saber que eso no duró mucho, ya que enseguida sus brazos volvieron a mi cuello correspondiendo el beso de forma tierna. En aquel contacto se notaba lo desesperados que estábamos por sentir nuestros más cerca del otro. Amaba ese sabor a pastel de fresa incluso desde antes que pudiera probarlo, porque era del pelirrojo de quien venía.