Al Rey nunca se le dice "No"

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통일신라 -  統一新羅

Silla Unificada

Cabalgaba sobre el verde pastizal,  en su majestuoso caballo blanco,  junto  a sus mas aguerridos guardias.  Alejado  de su Palacio lo suficiente, emprendiendo un tour de reconocimiento por  su vasto Imperio. Recién había recibido el honor de todo primogénito, convertirse en Rey y continuar con la Dinastía Jeon.

Su cabello  largo y negro como alas de  cuervo caía por su espalda en un movimiento sutil por la brisa fresca, y su piel pálida como la nieve misma lo distingue por sobre los demás, sus labios eran rojos como la sangre tersos y finos pero sus palabras eran feroces y estrictas,  una mirada intimidante,  arrogante digna de un  Rey,  esos ojos llenos de orgullo habían sido atrapados por la imagen de  un humilde plebeyo cheonmin, este pequeño muchacho  llevaba puesto unas sandalias  Jipsin hechos de paja,  usadas por  personas de baja sociedad, de hecho no creía que eso que llevaba en sus pies fueran sandalias, eran tan horrorosas y poco elegantes, incómodas para unos pies tan pequeños, sus ropas aunque desgastadas estaban pulcras, aunque en ese momento no podía decir mucho de su cara, ya que estaba manchada de  pulpa de alguna fruta, que  escondía el tarro de aquel  manjar, tras su espalda.

Cómo toda Majestad sobre la tierra los campesinos que estaban a su alrededor agacharon su cabeza en señal de respeto, miedo ante su autoridad, eso hizo inflar su pecho de orgullo y vanidad los aldeanos debían reconocerlo como su Rey, pero una pequeña sabandija de cabellos rubios se atrevía a mirar de reojo a su Señor, ¡Que imprudente!, le cortaría la cabeza si no fuera por su hermosa cara y alegre sonrisa. Ignoro el hecho de tal falta y se pavoneo delante de ellos con arrogancia, hasta acercarse al más bajo de esa fila de mugrosos, se inclinó un poco hasta llegar a su altura, está tan embelesado en su belleza que le parecía una grata y agradable  visión angelical, quería mirarlo más de cerca , pero el chiquillo imprudente levantó la mirada impactando con sus ojos, al Monarca le sorprendió tal desfachatez y falta de respeto pero solo fueron minutos de desagrado, quedó totalmente embelesado en  sus ojos que eran igual de hermosos que una apuesta de sol. Como rey no podía permitir tal impertinencia, así que autoritario dijo firme.

— ¿Osas mirarme?, tu Rey no te ha dado permiso de hacerlo — trono con voz aterradora, el pequeño rubio campesino bajo la mirada de mala gana arrugando su nariz. El rey volvió a hablar contrariando se.

— No te ordene bajar la mirada —  el joven rebelde torció los ojos, Jeon se sintió ofendido, ¿Cómo se atrevía ese muchacho, hacer muecas ante sus órdenes?, debería amarrar sus manos en una soga y arrastrar su cuerpo por todo su territorio, si no fuera por ese encantó bello de su rostro lo haría.

Esa fue la primera vez que conocía al Soberano Jeon, un Rey arrogante y apenas de su agrado, ya que se decía que su abuelo fue el  General del Ejército Silla,  un tenaz y aguerrido soldado, cuando el Clan Kim gobernaba  Silla unificada, pero que en acto cobarde se adueñó del Palacio asesinando a todos los miembros del Clan Kim en un sanguinario acto a sangre fría, eliminando a todo quien se interpusiera, y se proclamó Rey Absoluto, su abuelo era un hombre despiadado y malvado, su padre siguió sus pasos, así que al ahora nuevo Monarca no esperaban menos que furia y dolor en su mandato,  su rostro era tan apático y su mirada carece de bondad, podía ser tan bello el mas bello de su Clan y posiblemente del Reino, pero su mala sangre le precede, dando órdenes como si el resto del mundo  fueran perros y no personas, al joven rubio no le cayó bien, había muchos rumores sobre su tosca y autoritaria personalidad.

— ¿Cuál es tu nombre?, Pequeño. — cuestionó sin apartar la mirada del valiente muchacho que sostenía su vista de fuego sin quemarse.

— Park Jimin, Majestad —  he hizo una venia lenta, Jeon lo miro de arriba abajo, luego levantó su mano y paso con uno de sus dedos por las mejillas del pequeño insolente, llevándose consigo un poco de la cosa pegajosa que llevaba  en su cara, la acercó a  su nariz interesado por el olor, al tener una fragancia dulce decidió llevarla a su boca y lamer, ¡ummmm! ¡Delicioso!.

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